martes, 15 de abril de 2025

Rodulfo González. CHÁVEZ, EL CHAFAROTE DE SABANAETA

 

XIII. EN EL DIVÁN  

    

     Fue el novelista colombiano Gabriel García Márquez, quien sin ser psiquiatría pronosticó que El Chafarote de Sabaneta era bipolar.

            El 14 de diciembre de 2019 Eddy Reyes Torres, de El Nacional.  recordó al efecto :

            -En enero de 1999, dos semanas antes de juramentarse como presidente de la República, Hugo Chávez Frías viajó a La Habana para reunirse con su venerable maestro y guía político Fidel Castro y el expresidente de Colombia Misael Pastrana. Ahí coincidió con el autor de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez. Ambos quisieron conversar de manera distendida pero no lo pudieron hacer por lo apretado de sus respectivas agendas, motivo por el cual Hugo le pidió que lo acompañara en el vuelo que los conduciría de La Habana a Caracas.

            Y continuó:

            -En el trayecto a Venezuela hablaron de la “vida y milagros” del líder de Sabaneta. Un resumen de lo tratado quedó registrado en un delicioso artículo que escribió el colombiano, titulado “El enigma de los dos Chávez”, el cual fue publicado en el diario El Universal, en su edición del 31 de enero de 1999.

            Una primera impresión la expresó el laureado periodista y novelista así: “Fue una buena experiencia de reportero en reposo. A medida que me contaba su vida iba yo descubriendo una personalidad que no correspondía para nada con la imagen de déspota que teníamos formada a través de los medios. Era otro Chávez. ¿Cuál de los dos era el real?”.

            Después de oír y tomar nota de su “gesta heroica”, a lo largo del vuelo, García Márquez escribió una última reflexión en el contexto de la llegada a Maiquetía y necesaria despedida: “Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más”.

            (El Chafarote de Sabaneta no solamente no salvó Venezuela sino que la destruyó económica y moralmente, convirtiéndose en un déspota más que hizo cambiar la Constitución Nacional para perpetuarse en el poder, lo cual no logró porque la muerte se lo llevó al inframundo.)

            Luego apuntó:

            -No deja de llamar la atención que un observador perspicaz como García Márquez haya reiterado ese reflejo de doble personalidad en la humanidad de Chávez.

            El tiempo y la vida pública del ex comandante no hicieron más que ratificar tan particular naturaleza que parece salida de la dramaturgia antigua y que Leoncio Martínez, primero, y Pedro León Zapata, después, dos de nuestros grandes caricaturistas, se encargaron de representar, años atrás, con la singular figura del “camaleón político”, esa que cambia y es capaz de asumir posiciones contrapuestas según su conveniencia y necesidades.

            A continuación,  el texto íntegro del vaticinio de Gabriel García Márquez sobre la gestión gubernamental del teniente coronel ®) Hugo Chávez, reproducido de Voltairenet:

            -Carlos Andrés Pérez descendió al atardecer del avión que lo llevó de Davos, Suiza, y se sorprendió de ver en la plataforma al general Fernando Ochoa Antich, su ministro de Defensa. "¿Qué pasa?", le preguntó intrigado. El ministro lo tranquilizó, con razones tan confiables, que el Presidente no fue al Palacio de Miraflores sino a la residencia presidencial de La Casona. Empezaba a dormirse cuando el mismo ministro de Defensa lo despertó por teléfono para informarle de un levantamientio militar en Maracay. Había entrado apenas en Miraflores cuando estallaron las primeras cargas de artillería.

            Era el 4 de febrero de 1992. El coronel Hugo Chávez Frías, con su culto sacramental de las fechas históricas, comandaba el asalto desde su puesto de mando improvisado en el Museo Histórico de La Planicie. El Presidente comprendió entonces que su único recurso estaba en el apoyo popular, y se fue a los estudios de Venevisión para hablarle al país. Doce horas después el golpe militar estaba fracasado. Chávez se rindió, con la condición de que también a él le permitieran dirigirse al pueblo por la televisión. El joven coronel criollo, con la boina de paracaidista y su admirable facilidad de palabra, asumió la responsabilidad del movimiento. Pero su alocución fue un triunfo político. Cumplió dos años de cárcel hasta que fue amnistiado por el presidente Rafael Caldera. Sin embargo, muchos partidarios como no pocos enemigos han creído que el discurso de la derrota fue el primero de la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de la República menos de nueve años después.

            El presidente Hugo Chávez Frías me contaba esta historia en el avión de la Fuerza Aérea Venezolana que nos llevaba de La Habana a Caracas, hace dos semanas, a menos de quince días de su posesión como presidente constitucional de Venezuela por elección popular. Nos habíamos conocido tres días antes en La Habana, durante su reunión con los presidentes Castro y Pastrana, y lo primero que me impresionó fue el poder de su cuerpo de cemento armado. Tenía la cordialidad inmediata, y la gracia criolla de un venezolano puro. Ambos tratamos de vernos otra vez, pero no nos fue posible por culpa de ambos, así que nos fuimos juntos a Caracas para conversar de su vida y milagros en el avión.

            Fue una buena experiencia de reportero en reposo. A medida que me contaba su vida iba yo descubriendo una personalidad que no correspondía para nada con la imagen de déspota que teníamos formada a través de los medios. Era otro Chávez.   ¿Cuál de los dos era el real?

            El argumento duro en su contra durante la campaña había sido su pasado reciente de conspirador y golpista. Pero la historia de Venezuela ha digerido a más de cuatro. Empezando por Rómulo Betancourt, recordado con razón o sin ella como el padre de la democracia venezolana, que derribó a Isaías Medina Angarita, un antiguo militar demócrata que trataba de purgar a su país de los treintiséis años de Juan Vicente Gómez. A su sucesor, el novelista Rómulo Gallegos, lo derribó el general Marcos Pérez Jiménez, que se quedaría casi once años con todo el poder. Éste, a su vez, fue derribado por toda una generación de jóvenes demócratas que inauguró el período más largo de presidentes elegidos.

            El golpe de febrero parece ser lo único que le ha salido mal al coronel Hugo Chávez Frías. Sin embargo, él lo ha visto por el lado positivo como un revés providencial. Es su manera de entender la buena suerte, o la inteligencia, o la intuición, o la astucia, o cualquiera cosa que sea el soplo mágico que ha regido sus actos desde que vino al mundo en Sabaneta, estado Barinas, el 28 de julio de 1954, bajo el signo del poder: Leo. Chávez, católico convencido, atribuye sus hados benéficos al escapulario de más de cien años que lleva desde niño, heredado de un bisabuelo materno, el coronel Pedro Pérez Delgado, que es uno de sus héroes tutelares.

(Según el historiador Manuel Caballero, Pedro Pérez Delgado, conocido como “Maisanta”, era un cuatrero. De él se lee en Facebook: Hechos Criollos.   "Maisanta" fue el apodo del guerrillero Pedro Rafael Pérez Delgado. Nació en Portuguesa, en 1881, y con apenas 16 años se unió al ejército del Mocho Hernández, quien se levantó en armas contra Joaquín Crespo. Se dice, aunque no está comprobado, que Maisanta fue el que mató a Crespo en la batalla de La Mata Carmelera. Fue oficial de los gobiernos de Castro y Gómez, sin embargo, se le rebela a este último, y formaría parte de las múltiples guerrillas que se alzaron en contra del Benemérito. En 1922 es capturado, y muere dos años después, en el Castillo de Puerto Cabello, por ingerir vidrio molido en la comida. Su apodo se debe al grito que hacía antes de los combates “¡Madre Santa!”. Este es un Hecho Criollo. Patricia Pereira-Pacheco Lo único malo es... Que dejó descendientes y uno de ellos se terminó convirtiendo en la peor desgracia que le ha ocurrido a Venezuela.. Andrés González esto es historia reciente.... soy de Portuguesa por aquí las malas lenguas dicen q ese carajo era un borracho ladrón entre algunas otras cosas Andrés Eduardo Carrasquel. No fue más que un cuatrero, un ladrón de ganado y violador de mujeres en las sabanas de Apure.)

            Sus padres sobrevivían a duras penas con sueldos de maestros primarios, y él tuvo que ayudarlos desde los nueve años vendiendo dulces y frutas en una carretilla. A veces iba en burro a visitar a su abuela materna en Los Rastrojos, un pueblo vecino que les parecía una ciudad porque tenía una plantita eléctrica con dos horas de luz a prima noche, y una partera que lo recibió a él y a sus cuatro hermanos. Su madre quería que fuera cura, pero sólo llegó a monaguillo y tocaba las campanas con tanta gracia que todo el mundo lo reconocía por su repique. "Ese que toca es Hugo", decían. Entre los libros de su madre encontró una enciclopedia providencial, cuyo primer capítulo lo sedujo de inmediato: Cómo triunfar en la vida.

(Pero tanto Chávez como sus familiares se hicieron obscenamente ricos con dineros del tesoro público. En Barinas se les conoció, luego de amasar tan inmensa riqueza de procedencia delictual, como la “Familia Real”)

        Era en realidad un recetario de opciones, y él las intentó casi todas. Como pintor asombrado ante las láminas de Miguel Angel y David, se ganó el primer premio a los doce años en una exposición regional. Como músico se hizo indispensable en cumpleaños y serenatas con su maestría del cuatro y su buena voz. Como beisbolista llegó a ser un catcher de primera. La opción militar no estaba en la lista, ni a él se le habría ocurrido por su cuenta, hasta que le contaron que el mejor modo de llegar a las grandes ligas era ingresar en la academia militar de Barinas. Debió ser otro milagro del escapulario, porque aquel día empezaba el plan Andrés Bello, que permitía a los bachilleres de las escuelas militares ascender hasta el más alto nivel académico.

            Estudiaba ciencias políticas, historia y marxismo al leninismo. Se apasionó por el estudio de la vida y la obra de Bolívar, su Leo mayor, cuyas proclamas aprendió de memoria. Pero su primer conflicto consciente con la política real fue la muerte de Allende en septiembre de 1973. Chávez no entendía. ¿Y por qué si los chilenos eligieron a Allende, ahora los militares chilenos van a darle un golpe? Poco después, el capitán de su compañía le asignó la tarea de vigilar a un hijo de José Vicente Rangel, a quien se creía comunista. "Fíjate las vueltas que da la vida", me dice Chávez con una explosión de risa. "Ahora su papá es mi canciller". Más irónico aún es que cuando se graduó recibió el sable de manos del presidente que veinte años después trataría de tumbar: Carlos Andrés Pérez.

(Y asesinarlo. Una recomendación suya, por petición de Rafael Caldera, hizo posible su ingreso a la Academia Militar donde no había aceptado porque los exámenes psicológicos señalaban tendencias homosexuales y violencia hacia las mujeres. El director de la institución, al recibir la llamada del presidente CAP para que aceptara al aspirante Chávez, le pidió que le enviara un memorándum vía fax para salvar su responsabilidad)

            "Además", le dije, "usted estuvo a punto de matarlo". "De ninguna manera", protestó Chávez. "La idea era instalar una asamblea constituyente y volver a los cuarteles". Desde el primer momento me había dado cuenta de que era un narrador natural. Un producto íntegro de la cultura popular venezolana, que es creativa y alborazada. Tiene un gran sentido del manejo del tiempo y una memoria con algo de sobrenatural, que le permite recitar de memoria poemas de Neruda o Whitman, y páginas enteras de Rómulo Gallegos.

(Entre los muchos defectos de El Chafarote de Sabaneta destacan el de haber sido un mentiroso compulsivo y cruel con el enemigo)

 

            Desde muy joven, por casualidad, descubrió que su bisabuelo no era un asesino de siete leguas, como decía su madre, sino un guerrero legendario de los tiempos de Juan Vicente Gómez. Fue tal el entusiasmo de Chávez, que decidió escribir un libro para purificar su memoria. Escudriñó archivos históricos y bibliotecas militares, y recorrió la región de pueblo en pueblo con un morral de historiador para reconstruir los itinerarios del bisabuelo por los testimonios de sus sobrevivientes. Desde entonces lo incorporó al altar de sus héroes y empezó a llevar el escapulario protector que había sido suyo.

            Uno de aquellos días atravesó la frontera sin darse cuenta por el puente de Arauca, y el capitán colombiano que le registró el morral encontró motivos materiales para acusarlo de espía: llevaba una cámara fotográfica, una grabadora, papeles secretos, fotos de la región, un mapa militar con gráficos y dos pistolas de reglamento.           Los documentos de identidad, como corresponde a un espía, podían ser falsos. La discusión se prolongó por varias horas en una oficina donde el único cuadro era un retrato de Bolívar a caballo. "Yo estaba ya casi rendido, -me dijo Chávez-, pues mientras más le explicaba menos me entendía". Hasta que se le ocurrió la frase salvadora: "Mire mi capitán lo que es la vida: hace apenas un siglo éramos un mismo ejército, y ése que nos está mirando desde el cuadro era el jefe de nosotros dos.       ¿Cómo puedo ser un espía?". El capitán, conmovido, empezó a hablar maravillas de la Gran Colombia, y los dos terminaron esa noche bebiendo cerveza de ambos países en una cantina de Arauca. A la mañana siguiente, con un dolor de cabeza compartido, el capitán le devolvió a Chávez sus enseres de historiador y lo despidió con un abrazo en la mitad del puente internacional.

            "De esa época me vino la idea concreta de que algo andaba mal en Venezuela", dice Chávez. Lo habían designado en Oriente como comandante de un pelotón de trece soldados y un equipo de comunicaciones para liquidar los últimos reductos guerrilleros. Una noche de grandes lluvias le pidió refugio en el campamento un coronel de inteligencia con una patrulla de soldados y unos supuestos guerrilleros acabados de capturar, verdosos y en los puros huesos. Como a las diez de la noche, cuando Chávez empezaba a dormirse, oyó en el cuarto contiguo unos gritos desgarradores. "Era que los soldados estaban golpeando a los presos con bates de béisbol envueltos en trapos para que no les quedaran marcas", contó Chávez. Indignado, le exigió al coronel que le entregara los presos o se fuera de allí, pues no podía aceptar que torturara a nadie en su comando. "Al día siguiente me amenazaron con un juicio militar por desobediencia, -contó Chávez- pero sólo me mantuvieron por un tiempo en observación".

            Pocos días después tuvo otra experiencia que rebasó las anteriores. Estaba comprando carne para su tropa cuando un helicóptero militar aterrizó en el patio del cuartel con un cargamento de soldados mal heridos en una emboscada guerrillera. Chávez cargó en brazos a un soldado que tenía varios balazos en el cuerpo. "No me deje morir, mi teniente"... le dijo aterrorizado. Apenas alcanzó a meterlo dentro de un carro. Otros siete murieron. Esa noche, desvelado en la hamaca, Chávez se preguntaba: "¿Para qué estoy yo aquí? Por un lado campesinos vestidos de militares torturaban a campesinos guerrilleros, y por el otro lado campesinos guerrilleros mataban a campesinos vestidos de verde. A estas alturas, cuando la guerra había terminado, ya no tenía sentido disparar un tiro contra nadie". Y concluyó en el avión que nos llevaba a Caracas: "Ahí caí en mi primer conflicto existencial".

            Al día siguiente despertó convencido de que su destino era fundar un movimiento. Y lo hizo a los veintitrés años, con un nombre evidente: Ejército bolivariano del pueblo de Venezuela. Sus miembros fundadores: cinco soldados y él, con su grado de subteniente. "¿Con qué finalidad?" le pregunté. Muy sencillo, dijo él: "con la finalidad de prepararnos por si pasa algo". Un año después, ya como oficial paracaidista en un batallón blindado de Maracay, empezó a conspirar en grande. Pero me aclaró que usaba la palabra conspiración sólo en su sentido figurado de convocar voluntades para una tarea común.

            Esa era la situación el 17 de diciembre de 1982 cuando ocurrió un episodio inesperado que Chávez considera decisivo en su vida. Era ya capitán en el segundo regimiento de paracaidistas, y ayudante de oficial de inteligencia. Cuando menos lo esperaba, el comandante del regimiento, Ángel Manrique, lo comisionó para pronunciar un discurso ante mil doscientos hombres entre oficiales y tropa.

            A la una de la tarde, reunido ya el batallón en el patio de fútbol, el maestro de ceremonias lo anunció. "¿Y el discurso?", le preguntó el comandante del regimiento al verlo subir a la tribuna sin papel. "Yo no tengo discurso escrito", le dijo Chávez. Y empezó a improvisar. Fue un discurso breve, inspirado en Bolívar y Martí, pero con una cosecha personal sobre la situación de presión e injusticia de América Latina transcurridos doscientos años de su independencia. Los oficiales, los suyos y los que no lo eran, lo oyeron impasibles. Entre ellos los capitanes Felipe Acosta Carle y Jesús Urdaneta Hernández, simpatizantes de su movimiento. El comandante de la guarnición, muy disgustado, lo recibió con un reproche para ser oído por todos:

            "Chávez, usted parece un político". "Entendido", le replicó Chávez.

            Felipe Acosta, que medía dos metros y no habían logrado someterlo diez contendores, se paró de frente al comandante, y le dijo: "Usted está equivocado, mi comandante. Chávez no es ningún político. Es un capitán de los de ahora, y cuando ustedes oyen lo que él dijo en su discurso se mean en los pantalones".

            Entonces el coronel Manrique puso firmes a la tropa, y dijo: "Quiero que sepan que lo dicho por el capitán Chávez estaba autorizado por mí. Yo le di la orden de que dijera ese discurso, y todo lo que dijo, aunque no lo trajo escrito, me lo había contado ayer". Hizo una pausa efectista, y concluyó con una orden terminante: "¡Que eso no salga de aquí!".

            Al final del acto, Chávez se fue a trotar con los capitanes Felipe Acosta y Jesús Urdaneta hacia el Samán del Gúere, a diez kilómetros de distancia, y allí repitieron el juramento solemne de Simón Bolívar en el monte Aventino. "Al final, claro, le hice un cambio", me dijo Chávez. En lugar de "cuando hayamos roto las cadenas que nos oprimen por voluntad del poder español", dijeron: "Hasta que no rompamos las cadenas que nos oprimen y oprimen al pueblo por voluntad de los poderosos".

            Desde entonces, todos los oficiales que se incorporaban al movimiento secreto tenían que hacer ese juramento. La última vez fue durante la campaña electoral ante cien mil personas. Durante años hicieron congresos clandestinos cada vez más numerosos, con representantes militares de todo el país. "Durante dos días hacíamos reuniones en lugares escondidos, estudiando la situación del país, haciendo análisis, contactos con grupos civiles, amigos. "En diez años -me dijo Chávez- llegamos a hacer cinco congresos sin ser descubiertos".

            A estas alturas del diálogo, el Presidente rió con malicia, y reveló con una sonrisa de malicia: "Bueno, siempre hemos dicho que los primeros éramos tres. Pero ya podemos decir que en realidad había un cuarto hombre, cuya identidad ocultamos siempre para protegerlo, pues no fue descubierto el 4 de febrero y quedó activo en el Ejército y alcanzó el grado de coronel. Pero estamos en 1999 y ya podemos revelar que ese cuarto hombre está aquí con nosotros en este avión". Señaló con el índice al cuarto hombre en un sillón apartado, y dijo: "¡El coronel Baduel!".

            De acuerdo con la idea que el comandante Chávez tiene de su vida, el acontecimiento culminante fue El Caracazo, la sublevación popular que devastó a Caracas. Solía repetir: "Napoleón dijo que una batalla se decide en un segundo de inspiración del estratega". A partir de ese pensamiento, Chávez desarrolló tres conceptos: uno, la hora histórica. El otro, el minuto estratégico. Y por fin, el segundo táctico. "Estábamos inquietos porque no queríamos irnos del Ejército", decía Chávez. "Habíamos formado un movimiento, pero no teníamos claro para qué". Sin embargo, el drama tremendo fue que lo que iba a ocurrir ocurrió y no estaban preparados. "Es decir -concluyó Chávez- que nos sorprendió el minuto estratégico".

            Se refería, desde luego, a la asonada popular del 27 de febrero de 1989: El Caracazo. Uno de los más sorprendidos fue él mismo. Carlos Andrés Pérez acababa de asumir la presidencia con una votación caudalosa y era inconcebible que en veinte días sucediera algo tan grave. "Yo iba a la universidad a un postgrado, la noche del 27, y entro en el fuerte Tiuna en busca de un amigo que me echara un poco de gasolina para llegar a la casa", me contó Chávez minutos antes de aterrizar en Caracas. "Entonces veo que están sacando las tropas, y le pregunto a un coronel: ¿Para dónde van todos esos soldados? Porque sacaban los de Logística que no están entrenados para el combate, ni menos para el combate en localidades. Eran reclutas asustados por el mismo fusil que llevaban. Así que le pregunto al coronel: ¿Para dónde va ese pocotón de gente? Y el coronel me dice: A la calle, a la calle. La orden que dieron fue esa: hay que parar la vaina como sea, y aquí vamos. Dios mío, ¿pero qué orden les dieron? Bueno Chávez, me contesta el coronel: la orden es que hay que parar esta vaina como sea. Y yo le digo: Pero mi coronel, usted se imagina lo que puede pasar. Y él me dice: Bueno, Chávez, es una orden y ya no hay nada qué hacer. Que sea lo que Dios quiera".

            Chávez dice que también él iba con mucha fiebre por un ataque de rubéola, y cuando encendió su carro vio un soldadito que venía corriendo con el casco caído, el fusil guindando y la munición desparramada. "Y entonces me paro y lo llamo", dijo Chávez. "Y él se monta, todo nervioso, sudado, un muchachito de 18 años. Y yo le pregunto: Ajá, ¿y para dónde vas tú corriendo así? No, dijo él, es que me dejó el pelotón, y allí va mi teniente en el camión. Lléveme, mi mayor, lléveme. Y yo alcanzo el camión y le pregunto al que los lleva: ¿Para dónde van? Y él me dice: Yo no sé nada. Quién va a saber, imagínese". Chávez toma aire y casi grita ahogándose en la angustia de aquella noche terrible: "Tú sabes, a los soldados tú los mandas para la calle, asustados, con un fusil, y quinientos cartuchos, y se los gastan todos. Barrían las calles a bala, barrían los cerros, los barrios populares. ¡Fue un desastre! Así fue: miles, y entre ellos Felipe Acosta". "Y el instinto me dice que lo mandaron a matar", dice Chávez. "Fue el minuto que esperábamos para actuar". Dicho y hecho: desde aquel momento empezó a fraguarse el golpe que fracasó tres años después.

            El avión aterrizó en Caracas a las tres de la mañana. Vi por la ventanilla la ciénaga de luces de aquella ciudad inolvidable donde viví tres años cruciales de Venezuela que lo fueron también para mi vida. El presidente se despidió con su abrazo caribe y una invitación implícita: "Nos vemos aquí el 2 de febrero". Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia como un déspota más.

            El 5 de agosto de 2011 el portal La Pluma Candente publicó la entrevista efectuada por la periodista Gloria Majella Bastidas al doctor Franzel Delgado Senior sobre la salud psíquica de Hugo Chávez.

            Ella escribió:

            -Franzel Delgado recuerda que las estadísticas universales demuestran que la mayoría de las personalidades sociopáticas, en cuya clasificación incluye al presidente Chávez, tienen un final trágico. El psiquiatra cree que el mandatario está biológica e irrevocablemente diseñado para el conflicto. 'Pretender que cambie es como esperar que sus ojos pasen de marrones a azules'.

            El poder relajante de la música se siente de entrada en el consultorio de Franzel Delgado Senior. Mientras el médico se instala en su sillón para analizar la controversial personalidad del Presidente Chávez, se oyen, en el fondo, unos sutiles cantos hindúes que se repiten infinitamente. 'Yo no tengo ningún interés en descalificar a nadie.   Simplemente creo que, sin el aporte de la psiquiatría, no va a ser posible comprender el escenario tan complejo en el que ha entrado Venezuela.'. Delgado Senior fue presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría y tiene master en psicoterapia en las universidades de Londres y California. Después de la primera pregunta, el especialista pasa del sereno estado alfa al atento estado beta.

           

            -La tesis del magnicidio es recurrente en el presidente Chávez. ¿Tiene alguna explicación psicológica el hecho de que el mandatario apele a esta constante en su discurso?

            –El Presidente tiene, como todo ser humano, una configuración de la personalidad. Ese proceso que nutre la construcción de la personalidad cierra, en promedio, a los 21 años en todas las personas. Y, después de los 21 años, no es modificable. Cuando las cargas de la personalidad están bien repartidas, podemos hablar de una personalidad normal. Pero cuando ese proceso de estructuración se produce de manera inadecuada y cierra con cargas desproporcionadas (muchas cargas de un tipo y pocas de otra), entonces la personalidad se configura patológicamente. Y esa configuración patológica es vitalicia.

            -¿Hay alguna configuración patológica en el caso del jefe de Estado?

            –Existen características muy claras que permiten, sin mayor dificultad, plantearse una estructura de personalidad de tipo sociopática y narcisista. Los trastornos de personalidad sociopáticos están definidos en las clasificaciones universales de la psiquiatría. Se trata de personas que están diseñadas biológicamente para violar las normas; no ejercen la lealtad; no actúan con la verdad; tienen vidas afectivas sumamente inestables; en su estructura no hay sensibilidad; no hay arrepentimientos; tienen que vivir permanentemente en el conflicto; no saben vivir en paz con los demás; y son muy manipuladoras.

            -¿Y la personalidad narcisista?

            –En el caso del narcisismo, la percepción que la persona tiene de sí misma está fuera de la realidad; es exagerada; tiene la convicción de ser única; se siente por encima de los demás . Cualquier mala acción es posible para satisfacer esas necesidades narcisistas de la personalidad. Como los narcisistas se creen predestinados para una situación muy especial, perfectamente es factible que puedan abrigar el temor de que hay gente interesada en eliminarlos. El temor del Presidente ante un magnicidio es absolutamente justificable. Si revisamos las estadísticas universales, encontramos que una proporción muy significativa de personas con trastornos sociopáticos termina muerta. Porque son agresivas, son conflictivas, violan los derechos de los demás, y, en algún momento de su vida, alguien les cobra.

            –¿Usted puede clasificar la personalidad del Presidente sin que él haya sido su paciente?

            –Yo no hago un diagnóstico como médico, porque él nunca ha sido mi paciente, pero los psiquiatras podemos precisar que las conductas observables del presidente de la República se corresponden con este tipo de trastornos de la personalidad que menciono. Aparte de estas características, creo que Chávez es una persona con un grado intelectual muy básico; un hombre con muy poca cultura…

            –Pero inteligente…

            –Podría ser inteligente. Lo que pasa es que a veces la inteligencia de una persona engaña. Durante mucho tiempo, las clasificaciones internacionales señalaban que una de las características de las personalidades sociopáticas era la inteligencia. Pero, con el tiempo, ese criterio se revisó, porque se comenzó a percibir que no era tanto la inteligencia, sino la habilidad para manipular a los demás lo que los hacía aparecer como inteligentes. Esperar que el Presidente cambie es pretender que sus ojos marrones pasen a ser azules. No es posible.

            –¿Pero no podría cambiar ni siquiera apelando a un trabajo de ingeniería genética?

            –Sobre la personalidad no se puede actuar. Aquí no podemos esperar paz mientras el presidente de la República sea Chávez. Porque Chávez no es que no quiera ser distinto, es que no puede ser distinto. Biológicamente está diseñado para hacer lo que está haciendo. Y ni que él se lo propusiera pudiese ser distinto. Mientras no entendamos eso, no vamos a comprender por qué le estamos declarando la guerra a los Estados Unidos, o por qué un gobierno que habla de paz anda comprando cien mil fusiles a Rusia.

            –La idea del magnicidio también la asoma recurrentemente Fidel Castro, quien ha inventariado la cantidad de veces que Estados Unidos habría intentado asesinarlo.

            –Chávez y Castro, aunque intelectualmente son diferentes (el primero es el guerrero y el segundo el oráculo), deben tener personalidades muy parecidas. Para ser un dictador durante más de cuarenta años, Castro debe tener, sin duda, una estructura sociopática. Si no hay una estructura sociopática, no se puede ejercer la dictadura, porque la dictadura es violación de los derechos de los demás; el irrespeto de los límites; conflictividad; es crueldad. Y eso una personalidad sana no lo puede cohonestar. Ninguna persona que no tenga un componente narcisista, creerse superior a los demás, puede ser dictador. Porque precisamente el dictador lo que busca es poder; sumisión; subyugar eternamente.

            –Usted dice que Chávez es insensible, pero lo que uno percibe, más bien, es que es precisamente su sensibilidad lo que lo lleva a establecer lazos profundos con los sectores populares.

            –Lo que identifica al Presidente con los sectores populares es su gran capacidad de manipulación . Toda conducta pública del Presidente, desde abrazar a una viejita, hasta levantar a un bebé en brazos, son actos ficticios. Son actuaciones para manipular. En las personas con esa estructura sociopática, según los textos, no hay una identificación genuina con el dolor y la necesidad de los otros. Todo está en función de los beneficios que él pueda obtener. Yo creo que el chavismo tiene muchas características de secta. Las sectas siempre tienen un líder, a quien se considera como único, especial, como hombre predestinado a una acción superior; y todos los que siguen a esa persona le deben una sumisión incondicional. Quien participa en el proceso recibe todas las prebendas, siempre y cuando sea incondicional. Pero a aquél que disienta o se salga de la secta, lo acaban.

            – ¿No existe la crítica?

            – No existe la crítica. La lesión más grave que le ha producido la revolución al país es que le ha quebrado la lógica. Nos fracturó la lógica. Nos hemos acostumbrado a vivir con la lógica rota. Un ejemplo típico de esta distorsión de la coherencia es que nos vemos obligados a exigirle al chavismo que cumpla con la Constitución que él mismo promovió. Hay dos elementos que se nos han hecho cotidianos: la paradoja y la incertidumbre. Uno solo de esos elementos que se haga cotidiano, termina enfermando al cerebro. El cerebro tiene que vivir dentro de una estructura lógica, que lo que perciban sus ojos sea lo que él procesa. Son unos escuálidos, y a la marcha asiste un millón de personas. Esta es una maravilla de fiscal, llevémoslo al panteón, y a las dos semanas se sabe que sobre él pesan enormes sospechas de extorsión.

            –¿Cuál cree que será el destino del Presidente?

            –Si esta llamada revolución tuviese alguna posibilidad de enmienda, la opción de que se mantuviera sería mucho mayor. Pero, como desde el punto de vista de la psiquiatría no hay ninguna posibilidad de enmienda, dada la estructura de personalidad del Presidente, que es inmodificable, esta revolución seguirá hacia el despeñadero. Indefectiblemente, desde el punto de vista de la ciencia, Chávez tiene algo seguro en su futuro, que es la soledad.

            El 14 de septiembre de 2010 el portal INFOBAE reportó:

            -Mitómano, megalómano, fabulador, compulsivo, narcisista, carismático, seductor, envidioso y carente de escrúpulos, entre algunos de los rasgos que psiquiatras venezolanos atribuyen a Hugo Chávez.

            Y agregó:

            -Pese a que ningún otro presidente constitucional anterior estuvo más de diez años en el poder, él ya va camino de presentarse en las presidenciales de 2012. El mismo Chávez dirige la campaña electoral de las elecciones legislativas que se celebrarán el próximo 26 de septiembre, por más que las normas legales se lo prohíban.

            Pero justamente por transgredir las normas establecidas -como encabezar la campaña de sus candidatos a diputados, abusar de los recursos del Estado y convertir las elecciones legislativas en un plebiscito- es otro de sus marcados rasgos de personalidad resaltados por los especialistas consultados: la necesidad de llamar la atención.

            "Es una persona que necesita de constante admiración; muestra preocupación por sus fantasías de poder, parece desconocer el sentido del límite, no tiene noción de lo que es proporción, se cree especial o único, no hay institución que merezca su respeto y requiere de admiración excesiva y siempre públicamente", sostiene la psicóloga y psicoterapeuta María Bustamante.

            Luego advirtió:

            -Que Hugo Chávez sea amante de las estrellas de Hollywood como Oliver Stone, Sean Penn y Danny Glover, no es casual. Se codea con ellos casi como si estuviera entre colegas de una misma profesión: la del político-actor.

.           Para indagar en su conducta hay que remontarse a aquellos días de febrero de 1999 en los que toma posesión de la presidencia, cuando Gabriel García Márquez escribe su famoso artículo “El enigma de los dos Chávez”: “Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país, y el otro, un ilusionista, que podría pasar a la Historia como un déspota más.

            Muchos le darían el Oscar a la mejor actuación como político en Venezuela. Por algo gusta de invitar a estrellas de Hollywood como Oliver Stone, Sean Penn y Danny Glover con los que se codea casi como si estuviera entre colegas de una misma profesión: la del político-actor.

            Justamente por transgredir las normas establecidas -como encabezar la campaña de sus candidatos a diputados, abusar de los recursos del Estado y convertir las elecciones legislativas en un plebiscito- es otro de sus marcados rasgos de personalidad resaltados por los especialistas consultados: la necesidad de llamar la atención.

(El Chafarote de Sabaneta se creyó dueño del tesoro nacional, y como tal, dispuso de él a capricho. Además, tuvo la convicción de que era la reencarnación de Luis XIV, y por lo tanto, se consideraba El Estado)

 

            "Es una persona que necesita de constante admiración; muestra preocupación por sus fantasías de poder, parece desconocer el sentido del límite, no tiene noción de lo que es proporción, se cree especial o único, no hay institución que merezca su respeto y requiere de admiración excesiva y siempre públicamente", sostiene la psicóloga y psicoterapeuta María Bustamante.

            También señaló:

            -En la Academia Militar siempre estuvo en los últimos lugares de la promoción. Fue reprobado en el curso de Estado Mayor. Tuvo que repetir el año para poder graduarse. Y sólo lo consiguió gracias a las influencias de su padre con el ex presidente Rafael Caldera.

(Es incierto que Chávez estuvo en los últimos lugares de la segunda promoción “Simón Bolívar” egresada el 5 de julio de 1975 en la cual quedó en el octavo lugar)

        La psicóloga Bustamante destaca el carácter del caudillo. "Crea expectativas irracionales para ser tratado como alguien especial a quien se le debe ciega obediencia. Convierte en despreciables adversarios a todos los que piensan distinto a él y casi siempre habla desde una posición altiva y en tono majestuoso. Es envidioso -y siente que otros lo envidian- y tiene actitudes arrogantes, soberbias y altivas", sentencia.

            Señala además cómo el presidente venezolano "despliega expresiones cambiantes y muy superficiales, usa la apariencia física o el atuendo para llamar la atención y tiene un estilo de discurso excesivamente expresionista".

            Además indicó:

            -Por otra parte, el profesor de Psicoanálisis y Psicoterapia de la Universidad Central de Venezuela, Eloy Silvio Pomenta, explica que, en una persona corriente, un carácter marcado por el narcisismo no tiene por qué causar gran trastorno social. Pero "cuando se trata del jefe de Estado de un importante país petrolero, que posee además altas capacidades de seducción y manipulación de masas, que posee su pequeña corte intelectual y que atrae a líderes políticos y económicos que acuden a él con fines lucrativos, entonces las repercusiones pueden llegar a ser catastróficas".

            Pomenta menciona ocho rasgos del trastorno de personalidad narcisista que padece Chávez: grandiosidad, exhibicionismo, sensación de omnipotencia, fragilidad de la autoestima (con crisis depresivas), incapacidad de amar (como toda la carga afectiva está concentrada en el propio ego, no hay disponibilidad afectiva para los demás), desenfoque de la realidad, cólera y envidia destructiva de cuanto no está a su alcance.

 

            Según el médico psiquiatra Luis José Uzcátegui, autor de "Chávez el mago de las emociones", el mandatario "se ha entrampado en una estructura psicológica totalmente caduca: me refiero a Fidel Castro que es algo catastrófico. Ningún país puede funcionar con esquemas tan atrasados".

            Finalmente destacó:

            -El ex presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, SVP, Franzel Delgado Senior Franzel acusa a Chávez de dirigir una especie de secta, "un movimiento, que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar; diseñadas para lograr las metas del líder". Y concluye: "Los psicópatas le temen mucho a las acciones contra su persona. Hablan de magnicidios. No les gusta que lo llamen dictador. Pero yo al nuestro no le veo un final democrático. Lo veo como a cualquier otro dictador".

            El 11 de septiembre de 2010, en el reportaje “Los psiquiatras sientan en el diván a Chávez”, la periodista Ludmila Vinogradoff, del diario español ABC, destacó:

            -Mitómano, megalómano, fabulador, compulsivo, narcisista, carismático, seductor, envidioso, carente de escrúpulos. Éstos son algunos de los rasgos que psiquiatras venezolanos atribuyen a su presidente Hugo Chávez, quien ya lleva casi doce años en el poder... sin contar “los que faltan”. Y, pese a que ningún otro presidente constitucional anterior estuvo más de diez años en el poder, él ya va camino de presentarse en las presidenciales de 2012.

(Enfermo del cáncer que le arrebató la vida en diciembre de 2012, según algunas fuentes, o el 5 de marzo de 2013, según la versión oficial, participo y ganó mediante trampa en las elecciones presidenciales del 7 de octubre de ese año, pero no pudo juramentarse y su lugar fue ocupado inconstitucionalmente por Nicolás Maduro, de nacionalidad venezolana no demostrada)

 

            Por lo pronto, él mismo dirige la campaña electoral de las elecciones legislativas que se celebrarán el próximo 26 de septiembre, por más que las normas legales se lo prohíban.

            Luego apuntó:

            -Pero justamente transgredir las normas establecidas -como encabezar la campaña de sus candidatos a diputados, abusar de los recursos del Estado y convertir las elecciones legislativas en un plebiscito- es otro de sus marcados rasgos de personalidad resaltados por los especialistas consultados: la necesidad de llamar la atención.

            “Es una persona que necesita de constante admiración; muestra preocupación por sus fantasías de poder, parece desconocer el sentido del límite, no tiene noción de lo que es proporción, se cree especial o único, no hay institución que merezca su respeto y requiere de admiración excesiva y siempre públicamente”, sostiene la psicóloga y psicoterapeuta María Bustamante.

            Seguidamente advirtió:

            -Para indagar en su conducta hay que remontarse a aquellos días de febrero de 1999 en los que toma posesión de la presidencia, cuando Gabriel García Márquez escribe su famoso artículo “El enigma de los dos Chávez”: “Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país, y el otro, un ilusionista, que podría pasar a la Historia como un déspota más”.

            Muchos le darían el Oscar a la mejor actuación como político en Venezuela. Por algo gusta de invitar a estrellas de Hollywood como Oliver Stone, Sean Penn y Danny Glover con los que se codea casi como si estuviera entre colegas de una misma profesión: la del político-actor.

            Su vocación por las artes interpretativas nace en la propia Academia Militar, donde hizo sus pinitos en el teatro. Así lo recuerda para ABC el coronel Orlando Suárez, ex director de Presupuesto del Ministerio de la Defensa, y antiguo profesor de Chávez: “Una vez ya participó en un grupo teatral de la academia haciendo el papel del general José Antonio Páez. Tiene dotes histriónicas naturales exacerbadas por su tendencia narcisista, aunque antes era tímido y retraído”.

(Pero desde la presidencia de la República, en uno de sus demenciales arrebatos de grandeza, amenazó con sacar del Panteón Nacional los restos del general José Antonio Páez, porque según él fue un corrupto que traicionó a Simón Bolívar, olvidando que fue este prócer de la independencia el que hizo traer sus restos desde Santa Marta y transformó a Venezuela en república elevando su rango de departamento de Colombia que tuvo hasta 1830)

            Igualmente refirió:

            -Una opinión no muy favorable es la del coronel Suárez, quien recuerda cómo, cuando le daba clases de paracaidismo en 1983 y 1984, Chávez “se ponía blanco de miedo en el momento de saltar. Siempre buscaba una excusa para no hacerlo. Es un cobarde por naturaleza». En la Academia Militar siempre estuvo en los últimos lugares de la promoción, señala. “Fue reprobado en el curso de Estado Mayor. Tuvo que repetir el año para poder graduarse. Y sólo lo consiguió gracias a las influencias de su padre con el expresidente Rafael Caldera”. El coronel Suárez considera que Chávez “está más tostao (loco en términos venezolanos) que el ecuatoriano Bucaram»(ex presidente de Ecuador a quien expulsaron del poder por sus “excentricidades”).

            La psicóloga Bustamante destaca el carácter de “benemérito” y “caudillo” de Chávez. Crea expectativas irracionales para ser tratado como alguien especial a quien se le debe ciega obediencia. “Convierte en despreciables adversarios a todos los que piensan distinto a él y casi siempre habla desde una posición altiva y en tono majestuoso”. El móvil más fuerte de su conducta es la exclusión. “Es envidioso -y siente que otros lo envidian- y tiene actitudes arrogantes, soberbias y altivas”.

 

            Señala Bustamante cómo el presidente venezolano “despliega expresiones cambiantes y muy superficiales, usa la apariencia física o el atuendo para llamar la atención y tiene un estilo de discurso excesivamente expresionista”.

            También precisó:

            -El profesor de Psicoanálisis y Psicoterapia de la Universidad Central de Venezuela, Eloy Silvio Pomenta, nos explica que, en una persona corriente, un carácter marcado por el narcisismo no tiene por qué causar gran trastorno social. Pero cuando se trata del jefe de Estado de un importante país petrolero, que posee además altas capacidades de seducción y manipulación de masas, que posee su pequeña corte intelectual y que atrae a líderes políticos y económicos que acuden a él con fines lucrativos, entonces las repercusiones pueden llegar a ser catastróficas».

            Pomenta menciona ocho rasgos del trastorno de personalidad narcisista que padece Chávez: grandiosidad, exhibicionismo, sensación de omnipotencia, fragilidad de la autoestima (con crisis depresivas), incapacidad de amar (como toda la carga afectiva está concentrada en el propio ego, no hay disponibilidad afectiva para los demás), desenfoque de la realidad, cólera y envidia destructiva de cuanto no está a su alcance.

            Según el médico psiquiatra Luis José Uzcátegui, autor de “Chávez el mago de las emociones”, el mandatario “se ha entrampado en una estructura psicológica totalmente caduca: me refiero a Fidel Castro que es algo catastrófico. Ningún país puede funcionar con esquemas tan atrasados.

            Señala asimismo que varios de los rasgos de Chávez se «contagian» a sus acólitos y seguidores. «Lo importante es que estos procesos psicopolíticos se desarrollan según la pauta que ya estamos viendo: alto desgaste e ineficacia».

            Asimismo apuntó:

            -El 15 de enero de 2010 Chávez se declara oficialmente marxista aunque asegura no haber leído en su vida un libro de Carlos Marx. Si lo hubiera dicho once años antes, pocos habrían votado por él y no estaría hoy en Miraflores. Su proyecto “socialismo del siglo XXI, que el mes pasado Fidel Castro calificó de comunista, fue rechazado en el referéndum de 2007, pero él sigue en ello erre que erre.

            Ahí está el peligro. Hay un tipo de socialismo que es sólo para los antisociales. Inventan un socialismo propio para mantenerse en el poder. Chávez ejerce una dictadura moderna, actualizada a estos tiempos », opina Uzcátegui.

            El partido socialdemócrata Acción Democrática, AD, intentó en 2005 acusar a Chávez de “insania mental”, que, según la Constitución, puede ser motivo para retirarlo de la presidencia, pero ni el Tribunal Supremo de Justicia ni la Fiscalía General admitieron el caso. Poco antes, en 2002, el entonces presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, SVP, Franzel Delgado Senior alertó al país del trastorno de personalidad que presentaba Chávez.

            En declaraciones a ABC, Franzel acusa a Chávez de dirigir una especie de secta, “un movimiento, que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar; diseñadas para lograr las metas del líder”. Y concluye: “Los psicópatas le temen mucho a las acciones contra su persona. Hablan de magnicidios. No les gusta que lo llamen dictador. Pero yo al nuestro no le veo un final democrático. Lo veo como a cualquier otro dictador”.

            La periodista, al final del reportaje, presentó el siguiente análisis de personalidad:

            Histriónico Tuvo una acentuada vocación teatral desde los tiempos en los que estudiaba en la Academia Militar. Es el político-actor

            Megalómano Es una persona que necesita de constante admiración, obsesionado con sus fantasías de poder

            Vanidoso Aunque pueda sufrir crisis de autoestima, nada le complace más que el mundo gire a su alrededor

            Carismático Es un seductor. Tiene magnetismo y una fuerte empatía. Puede ser muy simpático y embaucador

            Narcisista Se muere por llamar la atención, usa el atuendo como disfraz para atraer las miradas sobre su persona

            Compulsivo Aunque firme en sus obsesiones, es imprevisible en su actitud. Sometido a coléricos arrebatos de conducta

            Mitómano Es un fabulador irrefrenable, con una marcada tendencia a engrandecer cuanto le rodea y defina su personalidad.

            El 12 de julio de 2010 el portal Analítica publicó un estudio psiquiátrico de Chávez de la autoría del médico psiquiatra Eloy Silvio Pomenta, quien señaló de inicio:

            -Al Presidente es posible ubicarlo en el nivel más bajo de las personalidades primitivas, llamadas así por un funcionamiento muy primario y una estructuración muy desorganizada

            Luego explicó:

            -Como psiquiatra especializado en trastornos de personalidad y autor de varios libros sobre las personalidades “borderline” y las narcisistas, me encuentro ampliamente calificado para hacer un perfil psicológico del presidente Hugo Chávez.

            En base a su conducta y manifestaciones públicas y notorias, es posible ubicarlo en el nivel más bajo de las personalidades primitivas, llamadas así por un funcionamiento muy primario y una estructuración muy desorganizada. Más específicamente, sus características encajan dentro del trastorno Narcisista de personalidad, cuyos rasgos más importantes son:

            1. Grandiosidad:

            Un ego anormalmente hipertrofiado, un concepto absolutamente inflado de sí mismo y fuertes tendencias egocéntricas. (Por ejemplo: se creen los más bellos, inteligentes, predestinados, mesiánicos, seductores).

            2. Exhibicionismo:

            Necesidad de atención y admiración constantes. Tendencia al lucimiento en base a la apariencia física, la vestimenta, dotes intelectuales o peculiaridades de la personalidad.

            3. Omnipotencia:

            Se plantean metas y proyectos mucho más allá de sus capacidades reales y de las posibilidades que brinda el ambiente. (Por ejemplo creerse líder de una supuesta revolución latinoamericana, y hasta mundial).

            4. Fragilidad de la autoestima:

            La inflación egocéntrica determina una necesidad de suministros narcisistas prácticamente insaciable. Se establece una “hambre de estímulo” y una “adicción a los homenajes y gratificaciones. Mientras         fluyan abundantes gratificaciones, hay una exaltación de la autoestima. Tan pronto ocurre una frustración, a veces por detalles nimios, la personalidad se hunde. Estas debacles han sido llamadas pseudo-depresiones, por cuanto no involucran añoranza o pérdida de amor como en las verdaderas depresiones. Y apenas duran horas o pocos días, restableciéndose la autoestima tan pronto ocurre una nueva excitación.

            5. Incapacidad de amar:

            Como toda la carga afectiva está concentrada en el propio ego, no hay disponibilidad afectiva para las demás personas. A pesar de las exuberancias emotivas y seductoras que suelen desplegar los narcisistas para cautivar a las personas, no son capaces de amar genuinamente, sino que las utilizan para el logro de sus propósitos o necesidades. Los narcisistas carecen de escrúpulos y podría decirse que “caminan sobre cadáveres».

            6. Juicio de realidad:

            Al no ser capaces de ver más allá de su propio ego, ellos tienden a falsear y a negar aspectos obvios de la realidad que no concuerdan o favorecen sus propósitos.        Por eso los narcisistas suelen fracasar en sus proyectos, porque sólo ven lo que les conviene y proyectan la culpa sobre los demás cuando algo no sale bien.

            7. Rabia narcisista:

            Las frustraciones, la crítica en su entorno y los aspectos desplacientes de la realidad, pueden provocar reacciones llamadas de “rabia narcisista”, por lo desproporcionadas y violentas. Dichas rabias pueden obnubilar la conciencia y a veces crear reacciones francamente psicóticas transitorias con características paranoicas.

            8. La envidia:

            Es el afecto predominante inconscientemente. Fuera del ego grandioso, no puede haber nada valioso. Son personajes altamente destructivos. Se destruye todo lo bueno y valioso que exista, para que no haya nada que envidiar.

            Al final reveló:

            -Como conclusión podemos agregar lo siguiente: cuando el narcisista es una persona común, los daños no van más allá de sí mismo o de su entorno. Pero cuando se trata de un jefe de estado de un importante país petrolero, que posee altas capacidades de seducción y manipulación de las masas, que logra rodearse de colaboradores perniciosos y destructivos, que consigue conquistar adeptos intelectuales que propagan su mensaje y hasta otros jefes de estado o grupos políticos y económicos que se aprovechan de su pseudoideología con fines lucrativos, entonces las repercusiones pueden llegar a ser catastróficas a nivel nacional, y hasta amenazar la paz y el equilibrio mundial.

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