XIII. EN EL DIVÁN
Fue el novelista colombiano Gabriel García Márquez, quien sin ser
psiquiatría pronosticó que El Chafarote de Sabaneta era bipolar.
El 14
de diciembre de 2019 Eddy Reyes Torres, de El
Nacional. recordó al efecto :
-En enero de 1999, dos semanas antes
de juramentarse como presidente de la República, Hugo Chávez Frías viajó a La
Habana para reunirse con su venerable maestro y guía político Fidel Castro y el
expresidente de Colombia Misael Pastrana. Ahí coincidió con el autor de Cien años de soledad, Gabriel García
Márquez. Ambos quisieron conversar de manera distendida pero no lo pudieron
hacer por lo apretado de sus respectivas agendas, motivo por el cual Hugo le
pidió que lo acompañara en el vuelo que los conduciría de La Habana a Caracas.
Y continuó:
-En el trayecto a Venezuela hablaron
de la “vida y milagros” del líder de Sabaneta. Un resumen de lo tratado quedó
registrado en un delicioso artículo que escribió el colombiano, titulado “El
enigma de los dos Chávez”, el cual fue publicado en el diario El Universal, en su edición del 31 de
enero de 1999.
Una primera impresión la expresó el
laureado periodista y novelista así: “Fue una buena experiencia de reportero en
reposo. A medida que me contaba su vida iba yo descubriendo una personalidad
que no correspondía para nada con la imagen de déspota que teníamos formada a
través de los medios. Era otro Chávez. ¿Cuál de los dos era el real?”.
Después de oír y tomar nota de su
“gesta heroica”, a lo largo del vuelo, García Márquez escribió una última
reflexión en el contexto de la llegada a Maiquetía y necesaria despedida:
“Mientras se alejaba entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de
la primera hora, me estremeció la inspiración de que había viajado y conversado
a gusto con dos hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía
la oportunidad de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar
a la historia como un déspota más”.
(El Chafarote de Sabaneta no solamente no salvó
Venezuela sino que la destruyó económica y moralmente, convirtiéndose en un
déspota más que hizo cambiar la Constitución Nacional para perpetuarse en el
poder, lo cual no logró porque la muerte se lo llevó al inframundo.)
Luego
apuntó:
-No deja de llamar la atención que
un observador perspicaz como García Márquez haya reiterado ese reflejo de doble
personalidad en la humanidad de Chávez.
El tiempo y la vida pública del ex
comandante no hicieron más que ratificar tan particular naturaleza que parece
salida de la dramaturgia antigua y que Leoncio Martínez, primero, y Pedro León
Zapata, después, dos de nuestros grandes caricaturistas, se encargaron de
representar, años atrás, con la singular figura del “camaleón político”, esa
que cambia y es capaz de asumir posiciones contrapuestas según su conveniencia
y necesidades.
A continuación, el texto íntegro del vaticinio de Gabriel
García Márquez sobre la gestión gubernamental del teniente coronel ®) Hugo
Chávez, reproducido de Voltairenet:
-Carlos Andrés Pérez descendió al
atardecer del avión que lo llevó de Davos, Suiza, y se sorprendió de ver en la
plataforma al general Fernando Ochoa Antich, su ministro de Defensa. "¿Qué
pasa?", le preguntó intrigado. El ministro lo tranquilizó, con razones tan
confiables, que el Presidente no fue al Palacio de Miraflores sino a la
residencia presidencial de La Casona. Empezaba a dormirse cuando el mismo
ministro de Defensa lo despertó por teléfono para informarle de un
levantamientio militar en Maracay. Había entrado apenas en Miraflores cuando
estallaron las primeras cargas de artillería.
Era el 4 de febrero de 1992. El
coronel Hugo Chávez Frías, con su culto sacramental de las fechas históricas,
comandaba el asalto desde su puesto de mando improvisado en el Museo Histórico
de La Planicie. El Presidente comprendió entonces que su único recurso estaba
en el apoyo popular, y se fue a los estudios de Venevisión para hablarle al
país. Doce horas después el golpe militar estaba fracasado. Chávez se rindió,
con la condición de que también a él le permitieran dirigirse al pueblo por la
televisión. El joven coronel criollo, con la boina de paracaidista y su
admirable facilidad de palabra, asumió la responsabilidad del movimiento. Pero
su alocución fue un triunfo político. Cumplió dos años de cárcel hasta que fue
amnistiado por el presidente Rafael Caldera. Sin embargo, muchos partidarios
como no pocos enemigos han creído que el discurso de la derrota fue el primero
de la campaña electoral que lo llevó a la presidencia de la República menos de
nueve años después.
El presidente Hugo Chávez Frías me
contaba esta historia en el avión de la Fuerza Aérea Venezolana que nos llevaba
de La Habana a Caracas, hace dos semanas, a menos de quince días de su posesión
como presidente constitucional de Venezuela por elección popular. Nos habíamos
conocido tres días antes en La Habana, durante su reunión con los presidentes
Castro y Pastrana, y lo primero que me impresionó fue el poder de su cuerpo de
cemento armado. Tenía la cordialidad inmediata, y la gracia criolla de un
venezolano puro. Ambos tratamos de vernos otra vez, pero no nos fue posible por
culpa de ambos, así que nos fuimos juntos a Caracas para conversar de su vida y
milagros en el avión.
Fue una buena experiencia de
reportero en reposo. A medida que me contaba su vida iba yo descubriendo una
personalidad que no correspondía para nada con la imagen de déspota que
teníamos formada a través de los medios. Era otro Chávez. ¿Cuál de los dos era el real?
El argumento duro en su contra
durante la campaña había sido su pasado reciente de conspirador y golpista.
Pero la historia de Venezuela ha digerido a más de cuatro. Empezando por Rómulo
Betancourt, recordado con razón o sin ella como el padre de la democracia
venezolana, que derribó a Isaías Medina Angarita, un antiguo militar demócrata
que trataba de purgar a su país de los treintiséis años de Juan Vicente Gómez.
A su sucesor, el novelista Rómulo Gallegos, lo derribó el general Marcos Pérez
Jiménez, que se quedaría casi once años con todo el poder. Éste, a su vez, fue
derribado por toda una generación de jóvenes demócratas que inauguró el período
más largo de presidentes elegidos.
El golpe de febrero parece ser lo
único que le ha salido mal al coronel Hugo Chávez Frías. Sin embargo, él lo ha
visto por el lado positivo como un revés providencial. Es su manera de entender
la buena suerte, o la inteligencia, o la intuición, o la astucia, o cualquiera
cosa que sea el soplo mágico que ha regido sus actos desde que vino al mundo en
Sabaneta, estado Barinas, el 28 de julio de 1954, bajo el signo del poder: Leo.
Chávez, católico convencido, atribuye sus hados benéficos al escapulario de más
de cien años que lleva desde niño, heredado de un bisabuelo materno, el coronel
Pedro Pérez Delgado, que es uno de sus héroes tutelares.
(Según el historiador Manuel Caballero, Pedro Pérez Delgado, conocido
como “Maisanta”, era un cuatrero. De él se lee en Facebook: Hechos Criollos. "Maisanta" fue el apodo del
guerrillero Pedro Rafael Pérez Delgado. Nació en Portuguesa, en 1881, y con
apenas 16 años se unió al ejército del Mocho Hernández, quien se levantó en
armas contra Joaquín Crespo. Se dice, aunque no está comprobado, que Maisanta
fue el que mató a Crespo en la batalla de La Mata Carmelera. Fue oficial de los
gobiernos de Castro y Gómez, sin embargo, se le rebela a este último, y
formaría parte de las múltiples guerrillas que se alzaron en contra del
Benemérito. En 1922 es capturado, y muere dos años después, en el Castillo de
Puerto Cabello, por ingerir vidrio molido en la comida. Su apodo se debe al
grito que hacía antes de los combates “¡Madre Santa!”. Este es un Hecho Criollo. Patricia Pereira-Pacheco Lo único malo es... Que
dejó descendientes y uno de ellos se terminó convirtiendo en la peor desgracia
que le ha ocurrido a Venezuela.. Andrés González esto es historia reciente....
soy de Portuguesa por aquí las malas lenguas dicen q ese carajo era un borracho
ladrón entre algunas otras cosas Andrés Eduardo Carrasquel. No fue más que un
cuatrero, un ladrón de ganado y violador de mujeres en las sabanas de Apure.)
Sus padres sobrevivían a duras penas
con sueldos de maestros primarios, y él tuvo que ayudarlos desde los nueve años
vendiendo dulces y frutas en una carretilla. A veces iba en burro a visitar a
su abuela materna en Los Rastrojos, un pueblo vecino que les parecía una ciudad
porque tenía una plantita eléctrica con dos horas de luz a prima noche, y una
partera que lo recibió a él y a sus cuatro hermanos. Su madre quería que fuera
cura, pero sólo llegó a monaguillo y tocaba las campanas con tanta gracia que
todo el mundo lo reconocía por su repique. "Ese que toca es Hugo",
decían. Entre los libros de su madre encontró una enciclopedia providencial,
cuyo primer capítulo lo sedujo de inmediato: Cómo triunfar en la vida.
(Pero tanto Chávez como sus familiares se hicieron obscenamente ricos
con dineros del tesoro público. En Barinas se les conoció, luego de amasar tan
inmensa riqueza de procedencia delictual, como la “Familia Real”)
Era en realidad un recetario de opciones, y él las intentó casi todas.
Como pintor asombrado ante las láminas de Miguel Angel y David, se ganó el
primer premio a los doce años en una exposición regional. Como músico se hizo
indispensable en cumpleaños y serenatas con su maestría del cuatro y su buena
voz. Como beisbolista llegó a ser un catcher de primera. La opción militar no
estaba en la lista, ni a él se le habría ocurrido por su cuenta, hasta que le
contaron que el mejor modo de llegar a las grandes ligas era ingresar en la
academia militar de Barinas. Debió ser otro milagro del escapulario, porque
aquel día empezaba el plan Andrés Bello, que permitía a los bachilleres de las
escuelas militares ascender hasta el más alto nivel académico.
Estudiaba ciencias políticas,
historia y marxismo al leninismo. Se apasionó por el estudio de la vida y la
obra de Bolívar, su Leo mayor, cuyas proclamas aprendió de memoria. Pero su
primer conflicto consciente con la política real fue la muerte de Allende en
septiembre de 1973. Chávez no entendía. ¿Y por qué si los chilenos eligieron a
Allende, ahora los militares chilenos van a darle un golpe? Poco después, el
capitán de su compañía le asignó la tarea de vigilar a un hijo de José Vicente
Rangel, a quien se creía comunista. "Fíjate las vueltas que da la
vida", me dice Chávez con una explosión de risa. "Ahora su papá es mi
canciller". Más irónico aún es que cuando se graduó recibió el sable de
manos del presidente que veinte años después trataría de tumbar: Carlos Andrés
Pérez.
(Y asesinarlo. Una recomendación suya, por petición de Rafael Caldera,
hizo posible su ingreso a la Academia Militar donde no había aceptado porque
los exámenes psicológicos señalaban tendencias homosexuales y violencia hacia
las mujeres. El director de la institución, al recibir la llamada del
presidente CAP para que aceptara al aspirante Chávez, le pidió que le enviara
un memorándum vía fax para salvar su responsabilidad)
"Además",
le dije, "usted estuvo a punto de matarlo". "De ninguna
manera", protestó Chávez. "La idea era instalar una asamblea
constituyente y volver a los cuarteles". Desde el primer momento me había
dado cuenta de que era un narrador natural. Un producto íntegro de la cultura
popular venezolana, que es creativa y alborazada. Tiene un gran sentido del
manejo del tiempo y una memoria con algo de sobrenatural, que le permite
recitar de memoria poemas de Neruda o Whitman, y páginas enteras de Rómulo
Gallegos.
(Entre los muchos defectos de El Chafarote de Sabaneta destacan el de
haber sido un mentiroso compulsivo y cruel con el enemigo)
Desde muy joven, por casualidad,
descubrió que su bisabuelo no era un asesino de siete leguas, como decía su
madre, sino un guerrero legendario de los tiempos de Juan Vicente Gómez. Fue
tal el entusiasmo de Chávez, que decidió escribir un libro para purificar su
memoria. Escudriñó archivos históricos y bibliotecas militares, y recorrió la
región de pueblo en pueblo con un morral de historiador para reconstruir los
itinerarios del bisabuelo por los testimonios de sus sobrevivientes. Desde
entonces lo incorporó al altar de sus héroes y empezó a llevar el escapulario
protector que había sido suyo.
Uno de aquellos días atravesó la
frontera sin darse cuenta por el puente de Arauca, y el capitán colombiano que
le registró el morral encontró motivos materiales para acusarlo de espía:
llevaba una cámara fotográfica, una grabadora, papeles secretos, fotos de la
región, un mapa militar con gráficos y dos pistolas de reglamento. Los documentos de identidad, como
corresponde a un espía, podían ser falsos. La discusión se prolongó por varias
horas en una oficina donde el único cuadro era un retrato de Bolívar a caballo.
"Yo estaba ya casi rendido, -me dijo Chávez-, pues mientras más le
explicaba menos me entendía". Hasta que se le ocurrió la frase salvadora:
"Mire mi capitán lo que es la vida: hace apenas un siglo éramos un mismo
ejército, y ése que nos está mirando desde el cuadro era el jefe de nosotros
dos. ¿Cómo puedo ser un
espía?". El capitán, conmovido, empezó a hablar maravillas de la Gran
Colombia, y los dos terminaron esa noche bebiendo cerveza de ambos países en
una cantina de Arauca. A la mañana siguiente, con un dolor de cabeza
compartido, el capitán le devolvió a Chávez sus enseres de historiador y lo
despidió con un abrazo en la mitad del puente internacional.
"De esa época me vino la idea
concreta de que algo andaba mal en Venezuela", dice Chávez. Lo habían
designado en Oriente como comandante de un pelotón de trece soldados y un
equipo de comunicaciones para liquidar los últimos reductos guerrilleros. Una
noche de grandes lluvias le pidió refugio en el campamento un coronel de inteligencia
con una patrulla de soldados y unos supuestos guerrilleros acabados de
capturar, verdosos y en los puros huesos. Como a las diez de la noche, cuando
Chávez empezaba a dormirse, oyó en el cuarto contiguo unos gritos
desgarradores. "Era que los soldados estaban golpeando a los presos con
bates de béisbol envueltos en trapos para que no les quedaran marcas",
contó Chávez. Indignado, le exigió al coronel que le entregara los presos o se
fuera de allí, pues no podía aceptar que torturara a nadie en su comando.
"Al día siguiente me amenazaron con un juicio militar por desobediencia,
-contó Chávez- pero sólo me mantuvieron por un tiempo en observación".
Pocos días después tuvo otra
experiencia que rebasó las anteriores. Estaba comprando carne para su tropa cuando
un helicóptero militar aterrizó en el patio del cuartel con un cargamento de
soldados mal heridos en una emboscada guerrillera. Chávez cargó en brazos a un
soldado que tenía varios balazos en el cuerpo. "No me deje morir, mi
teniente"... le dijo aterrorizado. Apenas alcanzó a meterlo dentro de un
carro. Otros siete murieron. Esa noche, desvelado en la hamaca, Chávez se
preguntaba: "¿Para qué estoy yo aquí? Por un lado campesinos vestidos de
militares torturaban a campesinos guerrilleros, y por el otro lado campesinos
guerrilleros mataban a campesinos vestidos de verde. A estas alturas, cuando la
guerra había terminado, ya no tenía sentido disparar un tiro contra
nadie". Y concluyó en el avión que nos llevaba a Caracas: "Ahí caí en
mi primer conflicto existencial".
Al día siguiente despertó convencido
de que su destino era fundar un movimiento. Y lo hizo a los veintitrés años,
con un nombre evidente: Ejército bolivariano del pueblo de Venezuela. Sus
miembros fundadores: cinco soldados y él, con su grado de subteniente.
"¿Con qué finalidad?" le pregunté. Muy sencillo, dijo él: "con
la finalidad de prepararnos por si pasa algo". Un año después, ya como
oficial paracaidista en un batallón blindado de Maracay, empezó a conspirar en
grande. Pero me aclaró que usaba la palabra conspiración sólo en su sentido
figurado de convocar voluntades para una tarea común.
Esa era la situación el 17 de
diciembre de 1982 cuando ocurrió un episodio inesperado que Chávez considera
decisivo en su vida. Era ya capitán en el segundo regimiento de paracaidistas,
y ayudante de oficial de inteligencia. Cuando menos lo esperaba, el comandante
del regimiento, Ángel Manrique, lo comisionó para pronunciar un discurso ante
mil doscientos hombres entre oficiales y tropa.
A la una de la tarde, reunido ya el
batallón en el patio de fútbol, el maestro de ceremonias lo anunció. "¿Y
el discurso?", le preguntó el comandante del regimiento al verlo subir a
la tribuna sin papel. "Yo no tengo discurso escrito", le dijo Chávez.
Y empezó a improvisar. Fue un discurso breve, inspirado en Bolívar y Martí,
pero con una cosecha personal sobre la situación de presión e injusticia de
América Latina transcurridos doscientos años de su independencia. Los
oficiales, los suyos y los que no lo eran, lo oyeron impasibles. Entre ellos
los capitanes Felipe Acosta Carle y Jesús Urdaneta Hernández, simpatizantes de
su movimiento. El comandante de la guarnición, muy disgustado, lo recibió con
un reproche para ser oído por todos:
"Chávez, usted parece un
político". "Entendido", le replicó Chávez.
Felipe Acosta, que medía dos metros
y no habían logrado someterlo diez contendores, se paró de frente al
comandante, y le dijo: "Usted está equivocado, mi comandante. Chávez no es
ningún político. Es un capitán de los de ahora, y cuando ustedes oyen lo que él
dijo en su discurso se mean en los pantalones".
Entonces el coronel Manrique puso
firmes a la tropa, y dijo: "Quiero que sepan que lo dicho por el capitán
Chávez estaba autorizado por mí. Yo le di la orden de que dijera ese discurso,
y todo lo que dijo, aunque no lo trajo escrito, me lo había contado ayer".
Hizo una pausa efectista, y concluyó con una orden terminante: "¡Que eso
no salga de aquí!".
Al final del acto, Chávez se fue a
trotar con los capitanes Felipe Acosta y Jesús Urdaneta hacia el Samán del Gúere,
a diez kilómetros de distancia, y allí repitieron el juramento solemne de Simón
Bolívar en el monte Aventino. "Al final, claro, le hice un cambio",
me dijo Chávez. En lugar de "cuando hayamos roto las cadenas que nos
oprimen por voluntad del poder español", dijeron: "Hasta que no
rompamos las cadenas que nos oprimen y oprimen al pueblo por voluntad de los
poderosos".
Desde entonces, todos los oficiales
que se incorporaban al movimiento secreto tenían que hacer ese juramento. La
última vez fue durante la campaña electoral ante cien mil personas. Durante
años hicieron congresos clandestinos cada vez más numerosos, con representantes
militares de todo el país. "Durante dos días hacíamos reuniones en lugares
escondidos, estudiando la situación del país, haciendo análisis, contactos con
grupos civiles, amigos. "En diez años -me dijo Chávez- llegamos a hacer
cinco congresos sin ser descubiertos".
A estas alturas del diálogo, el
Presidente rió con malicia, y reveló con una sonrisa de malicia: "Bueno,
siempre hemos dicho que los primeros éramos tres. Pero ya podemos decir que en
realidad había un cuarto hombre, cuya identidad ocultamos siempre para
protegerlo, pues no fue descubierto el 4 de febrero y quedó activo en el Ejército
y alcanzó el grado de coronel. Pero estamos en 1999 y ya podemos revelar que
ese cuarto hombre está aquí con nosotros en este avión". Señaló con el
índice al cuarto hombre en un sillón apartado, y dijo: "¡El coronel Baduel!".
De acuerdo con la idea que el
comandante Chávez tiene de su vida, el acontecimiento culminante fue El
Caracazo, la sublevación popular que devastó a Caracas. Solía repetir:
"Napoleón dijo que una batalla se decide en un segundo de inspiración del
estratega". A partir de ese pensamiento, Chávez desarrolló tres conceptos:
uno, la hora histórica. El otro, el minuto estratégico. Y por fin, el segundo
táctico. "Estábamos inquietos porque no queríamos irnos del
Ejército", decía Chávez. "Habíamos formado un movimiento, pero no
teníamos claro para qué". Sin embargo, el drama tremendo fue que lo que
iba a ocurrir ocurrió y no estaban preparados. "Es decir -concluyó Chávez-
que nos sorprendió el minuto estratégico".
Se refería, desde luego, a la
asonada popular del 27 de febrero de 1989: El Caracazo. Uno de los más
sorprendidos fue él mismo. Carlos Andrés Pérez acababa de asumir la presidencia
con una votación caudalosa y era inconcebible que en veinte días sucediera algo
tan grave. "Yo iba a la universidad a un postgrado, la noche del 27, y
entro en el fuerte Tiuna en busca de un amigo que me echara un poco de gasolina
para llegar a la casa", me contó Chávez minutos antes de aterrizar en
Caracas. "Entonces veo que están sacando las tropas, y le pregunto a un
coronel: ¿Para dónde van todos esos soldados? Porque sacaban los de Logística
que no están entrenados para el combate, ni menos para el combate en
localidades. Eran reclutas asustados por el mismo fusil que llevaban. Así que
le pregunto al coronel: ¿Para dónde va ese pocotón de gente? Y el coronel me
dice: A la calle, a la calle. La orden que dieron fue esa: hay que parar la
vaina como sea, y aquí vamos. Dios mío, ¿pero qué orden les dieron? Bueno
Chávez, me contesta el coronel: la orden es que hay que parar esta vaina como
sea. Y yo le digo: Pero mi coronel, usted se imagina lo que puede pasar. Y él
me dice: Bueno, Chávez, es una orden y ya no hay nada qué hacer. Que sea lo que
Dios quiera".
Chávez dice que también él iba con
mucha fiebre por un ataque de rubéola, y cuando encendió su carro vio un
soldadito que venía corriendo con el casco caído, el fusil guindando y la
munición desparramada. "Y entonces me paro y lo llamo", dijo Chávez.
"Y él se monta, todo nervioso, sudado, un muchachito de 18 años. Y yo le
pregunto: Ajá, ¿y para dónde vas tú corriendo así? No, dijo él, es que me dejó
el pelotón, y allí va mi teniente en el camión. Lléveme, mi mayor, lléveme. Y
yo alcanzo el camión y le pregunto al que los lleva: ¿Para dónde van? Y él me
dice: Yo no sé nada. Quién va a saber, imagínese". Chávez toma aire y casi
grita ahogándose en la angustia de aquella noche terrible: "Tú sabes, a
los soldados tú los mandas para la calle, asustados, con un fusil, y quinientos
cartuchos, y se los gastan todos. Barrían las calles a bala, barrían los cerros,
los barrios populares. ¡Fue un desastre! Así fue: miles, y entre ellos Felipe
Acosta". "Y el instinto me dice que lo mandaron a matar", dice
Chávez. "Fue el minuto que esperábamos para actuar". Dicho y hecho:
desde aquel momento empezó a fraguarse el golpe que fracasó tres años después.
El avión aterrizó en Caracas a las
tres de la mañana. Vi por la ventanilla la ciénaga de luces de aquella ciudad
inolvidable donde viví tres años cruciales de Venezuela que lo fueron también
para mi vida. El presidente se despidió con su abrazo caribe y una invitación
implícita: "Nos vemos aquí el 2 de febrero". Mientras se alejaba
entre sus escoltas de militares condecorados y amigos de la primera hora, me
estremeció la inspiración de que había viajado y conversado a gusto con dos
hombres opuestos. Uno a quien la suerte empedernida le ofrecía la oportunidad
de salvar a su país. Y el otro, un ilusionista, que podía pasar a la historia
como un déspota más.
El 5 de agosto de 2011 el portal La Pluma Candente publicó la entrevista
efectuada por la periodista Gloria Majella Bastidas al doctor Franzel
Delgado Senior sobre la salud psíquica de Hugo Chávez.
Ella escribió:
-Franzel Delgado recuerda que las
estadísticas universales demuestran que la mayoría de las personalidades
sociopáticas, en cuya clasificación incluye al presidente Chávez, tienen un
final trágico. El psiquiatra cree que el mandatario está biológica e
irrevocablemente diseñado para el conflicto. 'Pretender que cambie es como
esperar que sus ojos pasen de marrones a azules'.
El poder relajante de la música se
siente de entrada en el consultorio de Franzel Delgado Senior. Mientras el
médico se instala en su sillón para analizar la controversial personalidad del
Presidente Chávez, se oyen, en el fondo, unos sutiles cantos hindúes que se
repiten infinitamente. 'Yo no tengo ningún interés en descalificar a nadie. Simplemente creo que, sin el aporte de la
psiquiatría, no va a ser posible comprender el escenario tan complejo en el que
ha entrado Venezuela.'. Delgado Senior fue presidente de la Sociedad Venezolana
de Psiquiatría y tiene master en psicoterapia en las universidades de Londres y
California. Después de la primera pregunta, el especialista pasa del sereno
estado alfa al atento estado beta.
-La tesis del magnicidio es recurrente en el presidente Chávez. ¿Tiene
alguna explicación psicológica el hecho de que el mandatario apele a esta
constante en su discurso?
–El Presidente tiene, como todo ser
humano, una configuración de la personalidad. Ese proceso que nutre la
construcción de la personalidad cierra, en promedio, a los 21 años en todas las
personas. Y, después de los 21 años, no es modificable. Cuando las cargas de la
personalidad están bien repartidas, podemos hablar de una personalidad normal.
Pero cuando ese proceso de estructuración se produce de manera inadecuada y
cierra con cargas desproporcionadas (muchas cargas de un tipo y pocas de otra),
entonces la personalidad se configura patológicamente. Y esa configuración
patológica es vitalicia.
-¿Hay alguna configuración
patológica en el caso del jefe de Estado?
–Existen características muy claras
que permiten, sin mayor dificultad, plantearse una estructura de personalidad
de tipo sociopática y narcisista. Los trastornos de personalidad sociopáticos están
definidos en las clasificaciones universales de la psiquiatría. Se trata de
personas que están diseñadas biológicamente para violar las normas; no ejercen
la lealtad; no actúan con la verdad; tienen vidas afectivas sumamente
inestables; en su estructura no hay sensibilidad; no hay arrepentimientos;
tienen que vivir permanentemente en el conflicto; no saben vivir en paz con los
demás; y son muy manipuladoras.
-¿Y la personalidad narcisista?
–En el caso del narcisismo, la
percepción que la persona tiene de sí misma está fuera de la realidad; es
exagerada; tiene la convicción de ser única; se siente por encima de los demás
. Cualquier mala acción es posible para satisfacer esas necesidades narcisistas
de la personalidad. Como los narcisistas se creen predestinados para una
situación muy especial, perfectamente es factible que puedan abrigar el temor
de que hay gente interesada en eliminarlos. El temor del Presidente ante un
magnicidio es absolutamente justificable. Si revisamos las estadísticas
universales, encontramos que una proporción muy significativa de personas con
trastornos sociopáticos termina muerta. Porque son agresivas, son conflictivas,
violan los derechos de los demás, y, en algún momento de su vida, alguien les
cobra.
–¿Usted puede clasificar la
personalidad del Presidente sin que él haya sido su paciente?
–Yo no hago un diagnóstico como
médico, porque él nunca ha sido mi paciente, pero los psiquiatras podemos
precisar que las conductas observables del presidente de la República se
corresponden con este tipo de trastornos de la personalidad que menciono.
Aparte de estas características, creo que Chávez es una persona con un grado
intelectual muy básico; un hombre con muy poca cultura…
–Pero inteligente…
–Podría ser inteligente. Lo que pasa
es que a veces la inteligencia de una persona engaña. Durante mucho tiempo, las
clasificaciones internacionales señalaban que una de las características de las
personalidades sociopáticas era la inteligencia. Pero, con el tiempo, ese
criterio se revisó, porque se comenzó a percibir que no era tanto la
inteligencia, sino la habilidad para manipular a los demás lo que los hacía
aparecer como inteligentes. Esperar que el Presidente cambie es pretender que
sus ojos marrones pasen a ser azules. No es posible.
–¿Pero no podría cambiar ni siquiera
apelando a un trabajo de ingeniería genética?
–Sobre la personalidad no se puede
actuar. Aquí no podemos esperar paz mientras el presidente de la República sea
Chávez. Porque Chávez no es que no quiera ser distinto, es que no puede ser
distinto. Biológicamente está diseñado para hacer lo que está haciendo. Y ni
que él se lo propusiera pudiese ser distinto. Mientras no entendamos eso, no
vamos a comprender por qué le estamos declarando la guerra a los Estados
Unidos, o por qué un gobierno que habla de paz anda comprando cien mil fusiles
a Rusia.
–La idea del magnicidio también la
asoma recurrentemente Fidel Castro, quien ha inventariado la cantidad de veces
que Estados Unidos habría intentado asesinarlo.
–Chávez y Castro, aunque
intelectualmente son diferentes (el primero es el guerrero y el segundo el
oráculo), deben tener personalidades muy parecidas. Para ser un dictador
durante más de cuarenta años, Castro debe tener, sin duda, una estructura
sociopática. Si no hay una estructura sociopática, no se puede ejercer la
dictadura, porque la dictadura es violación de los derechos de los demás; el
irrespeto de los límites; conflictividad; es crueldad. Y eso una personalidad
sana no lo puede cohonestar. Ninguna persona que no tenga un componente
narcisista, creerse superior a los demás, puede ser dictador. Porque
precisamente el dictador lo que busca es poder; sumisión; subyugar eternamente.
–Usted dice que Chávez es
insensible, pero lo que uno percibe, más bien, es que es precisamente su
sensibilidad lo que lo lleva a establecer lazos profundos con los sectores
populares.
–Lo que identifica al Presidente con
los sectores populares es su gran capacidad de manipulación . Toda conducta
pública del Presidente, desde abrazar a una viejita, hasta levantar a un bebé
en brazos, son actos ficticios. Son actuaciones para manipular. En las personas
con esa estructura sociopática, según los textos, no hay una identificación
genuina con el dolor y la necesidad de los otros. Todo está en función de los
beneficios que él pueda obtener. Yo creo que el chavismo tiene muchas
características de secta. Las sectas siempre tienen un líder, a quien se
considera como único, especial, como hombre predestinado a una acción superior;
y todos los que siguen a esa persona le deben una sumisión incondicional. Quien
participa en el proceso recibe todas las prebendas, siempre y cuando sea
incondicional. Pero a aquél que disienta o se salga de la secta, lo acaban.
– ¿No existe la crítica?
– No existe la crítica. La lesión
más grave que le ha producido la revolución al país es que le ha quebrado la
lógica. Nos fracturó la lógica. Nos hemos acostumbrado a vivir con la lógica
rota. Un ejemplo típico de esta distorsión de la coherencia es que nos vemos
obligados a exigirle al chavismo que cumpla con la Constitución que él mismo
promovió. Hay dos elementos que se nos han hecho cotidianos: la paradoja y la
incertidumbre. Uno solo de esos elementos que se haga cotidiano, termina
enfermando al cerebro. El cerebro tiene que vivir dentro de una estructura
lógica, que lo que perciban sus ojos sea lo que él procesa. Son unos
escuálidos, y a la marcha asiste un millón de personas. Esta es una maravilla
de fiscal, llevémoslo al panteón, y a las dos semanas se sabe que sobre él
pesan enormes sospechas de extorsión.
–¿Cuál cree que será el destino del
Presidente?
–Si esta llamada revolución tuviese
alguna posibilidad de enmienda, la opción de que se mantuviera sería mucho
mayor. Pero, como desde el punto de vista de la psiquiatría no hay ninguna
posibilidad de enmienda, dada la estructura de personalidad del Presidente, que
es inmodificable, esta revolución seguirá hacia el despeñadero.
Indefectiblemente, desde el punto de vista de la ciencia, Chávez tiene algo
seguro en su futuro, que es la soledad.
El 14 de septiembre de 2010 el
portal INFOBAE reportó:
-Mitómano, megalómano, fabulador,
compulsivo, narcisista, carismático, seductor, envidioso y carente de
escrúpulos, entre algunos de los rasgos que psiquiatras venezolanos atribuyen a
Hugo Chávez.
Y
agregó:
-Pese
a que ningún otro presidente constitucional anterior estuvo más de diez años en
el poder, él ya va camino de presentarse en las presidenciales de 2012. El
mismo Chávez dirige la campaña electoral de las elecciones legislativas que se
celebrarán el próximo 26 de septiembre, por más que las normas legales se lo
prohíban.
Pero
justamente por transgredir las normas establecidas -como encabezar la campaña
de sus candidatos a diputados, abusar de los recursos del Estado y convertir
las elecciones legislativas en un plebiscito- es otro de sus marcados rasgos de
personalidad resaltados por los especialistas consultados: la necesidad de
llamar la atención.
"Es una persona que necesita de constante admiración; muestra
preocupación por sus fantasías de poder, parece desconocer el sentido del
límite, no tiene noción de lo que es proporción, se cree especial o único, no
hay institución que merezca su respeto y requiere de admiración excesiva y
siempre públicamente", sostiene la psicóloga y psicoterapeuta María
Bustamante.
Luego advirtió:
-Que Hugo Chávez sea amante de las estrellas de Hollywood como Oliver
Stone, Sean Penn y Danny Glover, no es casual. Se codea con ellos casi como si
estuviera entre colegas de una misma profesión: la del político-actor.
. Para indagar en su
conducta hay que remontarse a aquellos días de febrero de 1999 en los que toma
posesión de la presidencia, cuando Gabriel García Márquez escribe su famoso
artículo “El enigma de los dos Chávez”: “Uno a quien la suerte empedernida le
ofrecía la oportunidad de salvar a su país, y el otro, un ilusionista, que
podría pasar a la Historia como un déspota más.
Muchos
le darían el Oscar a la mejor actuación como político en Venezuela. Por algo gusta
de invitar a estrellas de Hollywood como Oliver Stone, Sean Penn y Danny Glover
con los que se codea casi como si estuviera entre colegas de una misma
profesión: la del político-actor.
Justamente
por transgredir las normas establecidas -como encabezar la campaña de sus
candidatos a diputados, abusar de los recursos del Estado y convertir las
elecciones legislativas en un plebiscito- es otro de sus marcados rasgos de
personalidad resaltados por los especialistas consultados: la necesidad de
llamar la atención.
(El Chafarote de Sabaneta se creyó dueño del tesoro nacional, y como tal,
dispuso de él a capricho. Además, tuvo la convicción de que era la reencarnación
de Luis XIV, y por lo tanto, se consideraba El Estado)
"Es
una persona que necesita de constante admiración; muestra preocupación por sus
fantasías de poder, parece desconocer el sentido del límite, no tiene noción de
lo que es proporción, se cree especial o único, no hay institución que merezca
su respeto y requiere de admiración excesiva y siempre públicamente",
sostiene la psicóloga y psicoterapeuta María Bustamante.
También
señaló:
-En
la Academia Militar siempre estuvo en los últimos lugares de la promoción. Fue
reprobado en el curso de Estado Mayor. Tuvo que repetir el año para poder
graduarse. Y sólo lo consiguió gracias a las influencias de su padre con el ex
presidente Rafael Caldera.
(Es incierto que Chávez estuvo en los últimos lugares de la segunda
promoción “Simón Bolívar” egresada el 5 de julio de 1975 en la cual quedó en el
octavo lugar)
La psicóloga Bustamante
destaca el carácter del caudillo. "Crea expectativas irracionales para ser
tratado como alguien especial a quien se le debe ciega obediencia. Convierte en
despreciables adversarios a todos los que piensan distinto a él y casi siempre
habla desde una posición altiva y en tono majestuoso. Es envidioso -y siente
que otros lo envidian- y tiene actitudes arrogantes, soberbias y altivas",
sentencia.
Señala
además cómo el presidente venezolano "despliega expresiones cambiantes y
muy superficiales, usa la apariencia física o el atuendo para llamar la
atención y tiene un estilo de discurso excesivamente expresionista".
Además
indicó:
-Por
otra parte, el profesor de Psicoanálisis y Psicoterapia de la Universidad
Central de Venezuela, Eloy Silvio Pomenta, explica que, en una persona
corriente, un carácter marcado por el narcisismo no tiene por qué causar gran
trastorno social. Pero "cuando se trata del jefe de Estado de un
importante país petrolero, que posee además altas capacidades de seducción y
manipulación de masas, que posee su pequeña corte intelectual y que atrae a
líderes políticos y económicos que acuden a él con fines lucrativos, entonces
las repercusiones pueden llegar a ser catastróficas".
Pomenta
menciona ocho rasgos del trastorno de personalidad narcisista que padece
Chávez: grandiosidad, exhibicionismo, sensación de omnipotencia, fragilidad de
la autoestima (con crisis depresivas), incapacidad de amar (como toda la carga
afectiva está concentrada en el propio ego, no hay disponibilidad afectiva para
los demás), desenfoque de la realidad, cólera y envidia destructiva de cuanto
no está a su alcance.
Según
el médico psiquiatra Luis José Uzcátegui, autor de "Chávez el mago de las
emociones", el mandatario "se ha entrampado en una estructura
psicológica totalmente caduca: me refiero a Fidel Castro que es algo
catastrófico. Ningún país puede funcionar con esquemas tan atrasados".
Finalmente
destacó:
-El
ex presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, SVP, Franzel Delgado
Senior Franzel acusa a Chávez de dirigir una especie de secta, "un
movimiento, que exhibe una devoción excesiva a una persona, idea o cosa y que
emplea técnicas antiéticas de manipulación para persuadir y controlar;
diseñadas para lograr las metas del líder". Y concluye: "Los
psicópatas le temen mucho a las acciones contra su persona. Hablan de
magnicidios. No les gusta que lo llamen dictador. Pero yo al nuestro no le veo
un final democrático. Lo veo como a cualquier otro dictador".
El
11 de septiembre de 2010, en el reportaje “Los psiquiatras sientan en el diván
a Chávez”, la periodista Ludmila Vinogradoff, del diario español ABC, destacó:
-Mitómano,
megalómano, fabulador, compulsivo, narcisista, carismático, seductor,
envidioso, carente de escrúpulos. Éstos son algunos de los rasgos que
psiquiatras venezolanos atribuyen a su presidente Hugo Chávez, quien ya lleva
casi doce años en el poder... sin contar “los que faltan”. Y, pese a que ningún
otro presidente constitucional anterior estuvo más de diez años en el poder, él
ya va camino de presentarse en las presidenciales de 2012.
(Enfermo del cáncer que le arrebató la vida en diciembre de 2012, según
algunas fuentes, o el 5 de marzo de 2013, según la versión oficial, participo y
ganó mediante trampa en las elecciones presidenciales del 7 de octubre de ese
año, pero no pudo juramentarse y su lugar fue ocupado inconstitucionalmente por
Nicolás Maduro, de nacionalidad venezolana no demostrada)
Por
lo pronto, él mismo dirige la campaña electoral de las elecciones legislativas
que se celebrarán el próximo 26 de septiembre, por más que las normas legales
se lo prohíban.
Luego
apuntó:
-Pero
justamente transgredir las normas establecidas -como encabezar la campaña de
sus candidatos a diputados, abusar de los recursos del Estado y convertir las
elecciones legislativas en un plebiscito- es otro de sus marcados rasgos de
personalidad resaltados por los especialistas consultados: la necesidad de
llamar la atención.
“Es
una persona que necesita de constante admiración; muestra preocupación por sus
fantasías de poder, parece desconocer el sentido del límite, no tiene noción de
lo que es proporción, se cree especial o único, no hay institución que merezca
su respeto y requiere de admiración excesiva y siempre públicamente”, sostiene
la psicóloga y psicoterapeuta María Bustamante.
Seguidamente
advirtió:
-Para
indagar en su conducta hay que remontarse a aquellos días de febrero de 1999 en
los que toma posesión de la presidencia, cuando Gabriel García Márquez escribe
su famoso artículo “El enigma de los dos Chávez”: “Uno a quien la suerte
empedernida le ofrecía la oportunidad de salvar a su país, y el otro, un
ilusionista, que podría pasar a la Historia como un déspota más”.
Muchos
le darían el Oscar a la mejor actuación como político en Venezuela. Por algo gusta
de invitar a estrellas de Hollywood como Oliver Stone, Sean Penn y Danny Glover
con los que se codea casi como si estuviera entre colegas de una misma
profesión: la del político-actor.
Su
vocación por las artes interpretativas nace en la propia Academia Militar,
donde hizo sus pinitos en el teatro. Así lo recuerda para ABC el coronel Orlando Suárez, ex director de Presupuesto del
Ministerio de la Defensa, y antiguo profesor de Chávez: “Una vez ya participó
en un grupo teatral de la academia haciendo el papel del general José Antonio
Páez. Tiene dotes histriónicas naturales exacerbadas por su tendencia
narcisista, aunque antes era tímido y retraído”.
(Pero desde la presidencia de la República, en uno de sus demenciales
arrebatos de grandeza, amenazó con sacar del Panteón Nacional los restos del general
José Antonio Páez, porque según él fue un corrupto que traicionó a Simón
Bolívar, olvidando que fue este prócer de la independencia el que hizo traer
sus restos desde Santa Marta y transformó a Venezuela en república elevando su
rango de departamento de Colombia que tuvo hasta 1830)
Igualmente
refirió:
-Una
opinión no muy favorable es la del coronel Suárez, quien recuerda cómo, cuando
le daba clases de paracaidismo en 1983 y 1984, Chávez “se ponía blanco de miedo
en el momento de saltar. Siempre buscaba una excusa para no hacerlo. Es un
cobarde por naturaleza». En la Academia Militar siempre estuvo en los últimos
lugares de la promoción, señala. “Fue reprobado en el curso de Estado Mayor.
Tuvo que repetir el año para poder graduarse. Y sólo lo consiguió gracias a las
influencias de su padre con el expresidente Rafael Caldera”. El coronel Suárez
considera que Chávez “está más tostao (loco en términos venezolanos) que el
ecuatoriano Bucaram»(ex presidente de Ecuador a quien expulsaron del poder por
sus “excentricidades”).
La
psicóloga Bustamante destaca el carácter de “benemérito” y “caudillo” de
Chávez. Crea expectativas irracionales para ser tratado como alguien especial a
quien se le debe ciega obediencia. “Convierte en despreciables adversarios a
todos los que piensan distinto a él y casi siempre habla desde una posición
altiva y en tono majestuoso”. El móvil más fuerte de su conducta es la
exclusión. “Es envidioso -y siente que otros lo envidian- y tiene actitudes arrogantes,
soberbias y altivas”.
Señala
Bustamante cómo el presidente venezolano “despliega expresiones cambiantes y
muy superficiales, usa la apariencia física o el atuendo para llamar la
atención y tiene un estilo de discurso excesivamente expresionista”.
También
precisó:
-El
profesor de Psicoanálisis y Psicoterapia de la Universidad Central de
Venezuela, Eloy Silvio Pomenta, nos explica que, en una persona corriente, un
carácter marcado por el narcisismo no tiene por qué causar gran trastorno
social. Pero cuando se trata del jefe de Estado de un importante país
petrolero, que posee además altas capacidades de seducción y manipulación de
masas, que posee su pequeña corte intelectual y que atrae a líderes políticos y
económicos que acuden a él con fines lucrativos, entonces las repercusiones
pueden llegar a ser catastróficas».
Pomenta
menciona ocho rasgos del trastorno de personalidad narcisista que padece
Chávez: grandiosidad, exhibicionismo, sensación de omnipotencia, fragilidad de
la autoestima (con crisis depresivas), incapacidad de amar (como toda la carga
afectiva está concentrada en el propio ego, no hay disponibilidad afectiva para
los demás), desenfoque de la realidad, cólera y envidia destructiva de cuanto
no está a su alcance.
Según
el médico psiquiatra Luis José Uzcátegui, autor de “Chávez el mago de las
emociones”, el mandatario “se ha entrampado en una estructura psicológica
totalmente caduca: me refiero a Fidel Castro que es algo catastrófico. Ningún
país puede funcionar con esquemas tan atrasados.
Señala
asimismo que varios de los rasgos de Chávez se «contagian» a sus acólitos y
seguidores. «Lo importante es que estos procesos psicopolíticos se desarrollan
según la pauta que ya estamos viendo: alto desgaste e ineficacia».
Asimismo
apuntó:
-El
15 de enero de 2010 Chávez se declara oficialmente marxista aunque asegura no
haber leído en su vida un libro de Carlos Marx. Si lo hubiera dicho once años
antes, pocos habrían votado por él y no estaría hoy en Miraflores. Su proyecto “socialismo
del siglo XXI, que el mes pasado Fidel Castro calificó de comunista, fue
rechazado en el referéndum de 2007, pero él sigue en ello erre que erre.
Ahí
está el peligro. Hay un tipo de socialismo que es sólo para los antisociales.
Inventan un socialismo propio para mantenerse en el poder. Chávez ejerce una
dictadura moderna, actualizada a estos tiempos », opina Uzcátegui.
El
partido socialdemócrata Acción Democrática, AD, intentó en 2005 acusar a Chávez
de “insania mental”, que, según la Constitución, puede ser motivo para
retirarlo de la presidencia, pero ni el Tribunal Supremo de Justicia ni la
Fiscalía General admitieron el caso. Poco antes, en 2002, el entonces
presidente de la Sociedad Venezolana de Psiquiatría, SVP, Franzel Delgado
Senior alertó al país del trastorno de personalidad que presentaba Chávez.
En
declaraciones a ABC, Franzel acusa a
Chávez de dirigir una especie de secta, “un movimiento, que exhibe una devoción
excesiva a una persona, idea o cosa y que emplea técnicas antiéticas de
manipulación para persuadir y controlar; diseñadas para lograr las metas del
líder”. Y concluye: “Los psicópatas le temen mucho a las acciones contra su
persona. Hablan de magnicidios. No les gusta que lo llamen dictador. Pero yo al
nuestro no le veo un final democrático. Lo veo como a cualquier otro dictador”.
La
periodista, al final del reportaje, presentó el siguiente análisis de
personalidad:
Histriónico
Tuvo una acentuada vocación teatral desde los tiempos en los que estudiaba en
la Academia Militar. Es el político-actor
Megalómano
Es una persona que necesita de constante admiración, obsesionado con sus
fantasías de poder
Vanidoso
Aunque pueda sufrir crisis de autoestima, nada le complace más que el mundo
gire a su alrededor
Carismático
Es un seductor. Tiene magnetismo y una fuerte empatía. Puede ser muy simpático
y embaucador
Narcisista
Se muere por llamar la atención, usa el atuendo como disfraz para atraer las
miradas sobre su persona
Compulsivo
Aunque firme en sus obsesiones, es imprevisible en su actitud. Sometido a
coléricos arrebatos de conducta
Mitómano
Es un fabulador irrefrenable, con una marcada tendencia a engrandecer cuanto le
rodea y defina su personalidad.
El
12 de julio de 2010 el portal Analítica
publicó un estudio psiquiátrico de Chávez de la autoría del médico psiquiatra
Eloy Silvio Pomenta, quien señaló de inicio:
-Al Presidente es posible ubicarlo en el nivel más bajo de las
personalidades
primitivas, llamadas así por un funcionamiento muy
primario y una
estructuración muy desorganizada
Luego explicó:
-Como psiquiatra especializado en
trastornos de personalidad y autor de varios libros sobre las personalidades “borderline”
y las narcisistas, me encuentro ampliamente calificado para hacer un perfil
psicológico del presidente Hugo Chávez.
En base a su conducta y manifestaciones
públicas y notorias, es posible ubicarlo en el nivel más bajo de las
personalidades primitivas, llamadas así por un funcionamiento muy primario y
una estructuración muy desorganizada. Más específicamente, sus características
encajan dentro del trastorno Narcisista de personalidad, cuyos rasgos más
importantes son:
1. Grandiosidad:
Un ego anormalmente hipertrofiado,
un concepto absolutamente inflado de sí mismo y fuertes tendencias egocéntricas.
(Por ejemplo: se creen los más bellos, inteligentes, predestinados, mesiánicos,
seductores).
2. Exhibicionismo:
Necesidad de atención y admiración
constantes. Tendencia al lucimiento en base a la apariencia física, la vestimenta,
dotes intelectuales o peculiaridades de la personalidad.
3. Omnipotencia:
Se plantean metas y proyectos mucho
más allá de sus capacidades reales y de las posibilidades que brinda el ambiente.
(Por ejemplo creerse líder de una supuesta revolución latinoamericana, y hasta
mundial).
4. Fragilidad de la autoestima:
La inflación egocéntrica determina
una necesidad de suministros narcisistas prácticamente insaciable. Se establece
una “hambre de estímulo” y una “adicción a los homenajes y gratificaciones.
Mientras fluyan abundantes
gratificaciones, hay una exaltación de la autoestima. Tan pronto ocurre una frustración,
a veces por detalles nimios, la personalidad se hunde. Estas debacles han sido
llamadas pseudo-depresiones, por cuanto no involucran añoranza o pérdida de amor
como en las verdaderas depresiones. Y apenas duran horas o pocos días,
restableciéndose la autoestima tan pronto ocurre una nueva excitación.
5. Incapacidad de amar:
Como toda la carga afectiva está
concentrada en el propio ego, no hay disponibilidad afectiva para las demás
personas. A pesar de las exuberancias emotivas y seductoras que suelen
desplegar los narcisistas para cautivar a las personas, no son capaces de amar genuinamente,
sino que las utilizan para el logro de sus propósitos o necesidades. Los
narcisistas carecen de escrúpulos y podría decirse que “caminan sobre
cadáveres».
6. Juicio de realidad:
Al no ser capaces de ver más allá de
su propio ego, ellos tienden a falsear y a negar aspectos obvios de la realidad
que no concuerdan o favorecen sus propósitos. Por
eso los narcisistas suelen fracasar en sus proyectos, porque sólo ven lo que
les conviene y proyectan la culpa sobre los demás cuando algo no sale bien.
7. Rabia narcisista:
Las frustraciones, la crítica en su
entorno y los aspectos desplacientes de la realidad, pueden provocar reacciones
llamadas de “rabia narcisista”, por lo desproporcionadas y violentas. Dichas rabias
pueden obnubilar la conciencia y a veces crear reacciones francamente
psicóticas transitorias con características paranoicas.
8. La envidia:
Es
el afecto predominante inconscientemente. Fuera del ego grandioso, no puede
haber nada valioso. Son personajes altamente destructivos. Se destruye todo lo
bueno y valioso que exista, para que no haya nada que envidiar.
Al final reveló:
-Como conclusión podemos agregar lo
siguiente: cuando el narcisista es una persona común, los daños no van más allá
de sí mismo o de su entorno. Pero cuando se trata de un jefe de estado de un
importante país petrolero, que posee altas capacidades de seducción y manipulación
de las masas, que logra rodearse de colaboradores perniciosos y destructivos, que
consigue conquistar adeptos intelectuales que propagan su mensaje y hasta otros
jefes de estado o grupos políticos y económicos que se aprovechan de su
pseudoideología con fines lucrativos, entonces las repercusiones pueden llegar
a ser catastróficas a nivel nacional, y hasta amenazar la paz y el equilibrio
mundial.
No hay comentarios:
Publicar un comentario