La economía venezolana sigue bailando "al compás" de Maduro
El venezolano Nicolás Maduro es realmente un personaje lamentable. Así lo registrará pronto la historia. Es la definición de la arrogancia edificada sobre la peor vulgaridad mezclada con la ignorancia. Como gobernante ha sido un auténtico desastre. Enseguida veremos las cifras que así lo demuestran, con total contundencia.
Emilio J. Cárdenas
EL DIARIO EXTERIOR.COM, 16 febrero 2015
El “plato”, como es inevitable, lo pagan -como siempre- los
propios venezolanos que sufren cotidianamente las consecuencias de los
desaciertos de Maduro. Claro, tiene una excusa. Es cierto que recibió (como les
gusta decir a los políticos, en todas las latitudes) una “herencia” inmanejable:
la conformada por los gigantescos desaguisados económicos de Hugo Chávez, que
ha sido el verdadero y principal “demoledor” de Venezuela.
El Banco Central de Venezuela acaba de certificar la
veracidad de lo antedicho. Una vez más. En su informe del viernes pasado. En el
2014, Venezuela tuvo una inflación del 68,5% anual. Un castigo brutal para su
pueblo. La más alta de la región.
Seguida ciertamente por la inflación “progresista” del
oficialismo argentino, que es del orden del 35%, aunque en este segundo caso
hay un feo agravante: los números oficiales se dibujan más o menos alegremente.
Lo que es doblemente odioso, desde que suma la destrucción del poder
adquisitivo de la moneda argentina a una constante sarta de mentiras que están
muy lejos de ser “piadosas”. Un guiso que se sirve diariamente a los argentinos
desde el inefable Estado, que no tiene buen sabor.
Para peor, la economía venezolana no sólo “evapora”
constantemente a su signo monetario, sino que está -desde mediados del año
pasado- en clarísima recesión. Sin crecer, entonces. En rigor, decreciendo.
Esto es, achicándose inexorablemente. Ese es el resultado del perimido
colectivismo en el que se ha refugiado el “chavismo”. Su PBI se contrajo un
fuerte 4,8% en el primer trimestre del año pasado; un 4,9% entre mayo y junio;
y un 2,3% en el tercer trimestre del 2014. Horrible, ciertamente.
Volviendo a la inflación, el fracaso de Nicolás Maduro es
ciertamente monumental. Había prometido formalmente a su pueblo reducir la tasa
de inflación del 2013 (del 56,2%) en un 25%. Esto es bajarla, en el 2014, al
42%. En cambio, la aumentó nada menos que un 21%. Al revés de lo anunciado.
Nuevamente, de horror. Pero lo cierto es que Nicolás Maduro, es evidente, no
sabe lo que debe hacer. De allí los resultados de su “gestión”.
Una situación durísima para Venezuela, donde el manejo de
cualquier empresa se hace casi imposible. Todo deviene inevitablemente un juego
de azar. Donde le Estado actúa a la manera de pobre prestidigitador. Y así le
va a Venezuela que, además, se ha quedado sin divisas y no puede importar lo
que necesita para la vida normal de su gente. Por ello la actividad de todos
supone perder diariamente el tiempo en hacer largas “colas” para poder adquirir
hasta lo más indispensable. Con alzas de precios muy significativas en el rubro
de las alimentos y las bebidas. Increíble.
Pero Nicolás Maduro, dueño del país, sigue, muy campante,
generando sus clásicas e increíbles excusas y “cortinas de humo”. Una tras
otra. Para distraer con presuntos intentos “golpistas” (como debe hacerse ante
estas “emergencias” según sugiere el manual de política de los cubanos) a
quienes -desde hace rato ya- no están distraídos sino más bien enloquecidos por
el caos en el que están lamentablemente sumidos: esto es a su propia gente.
Para el pueblo es hora de tener un poco más de paciencia estratégica. A la
vuelta de la esquina están las elecciones intermedias de este año, en las que
la oposición debería arrasar. El nivel de “aprobación” de Maduro es de apenas
un 22%, seguramente edificado sobre quienes reciben constantemente las
prebendas de un régimen que -contra su lealtad- les da de comer apenas. Pero
que no les da trabajo digno. Ni futuro. Ni esperanza seria de derivar hacia una
vida mejor.
Emilio J. Cárdenas
Ex Embajador de la República Argentina ante las Naciones Unidas.
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