La espiral de la muerte
Somos foco de atención de universidades, páginas web y revistas especializadas, no porque tengamos premios Nobel de Economía o descubrimiento de patentes, sino por la gran habilidad del proyecto político gobernante de colocarnos a la cola de las economías más pobres del planeta; penúltimos en todos los ranking de competitividad, inversiones y poder adquisitivo; y con un gran destacado, como es el de “disfrutar” la inflación más alta del universo.
De allí la justificada opinión del economista estadounidense Steve H. Hanke, que ubicó la inflación venezolana en 615%, por lo que advirtió que la economía del país ya ingresó “en una espiral de la muerte”, de consecuencias nefastas no solo para la población, también para las economías de la región.
“La economía está en una espiral de la muerte, pasa de una situación mala a una situación cada vez peor. Todo lo que han intentado hacer para corregir solamente ha empeorado la cosa”, afirmó Hanke, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Johns Hopkins en Baltimore. Esta información difundida por el Nuevo Herald destaca el triste destino que nos espera si no hay un giro de 180º en las próximas semanas.
El impacto de estos indicadores económicos sobre la vida de la población son brutales, a tal punto de que los jóvenes universitarios que planificaban su futuro profesional en Venezuela, dentro de una firma prestigiada del país o transnacional, incluso en una empresa del Estado como Pdvsa, Cantv, la Electricidad de Caracas o las empresas de Guayana, hoy corren despavoridos a averiguar en qué país de América Latina o Europa les podría ir mejor. De allí el éxodo más pronunciado de nuestra historia.
El término espiral de la muerte mencionado por el profesor Hanke se refiere a la economía, pero lamentablemente contiene todo el significado de la frase, pues han sido asesinados más de 210.000 ciudadanos en 16 años, de los cuales 85% era joven. Como vemos, un espectro de guerra no muy lejano del apocalipsis que viven hoy los habitantes del Medio Oriente.
Al comparar estas cifras de inflación de tres dígitos en Venezuela con las del resto del continente, donde la más alta pronosticada en 2015 es la de Brasil de 7,8%, podemos percibir la magnitud de una realidad desconocida para el profesor Hanke y es que ese 615% se queda corto ante el desabastecimiento y la escasez, que ha hecho surgir una práctica por cierto intraducible en su idioma como es el bachaqueo, en la que el comprador indefenso adquiere hasta por 10 veces su valor un producto básico alimentario. Allí no hay espiral sino un tobogán de la muerte, tragedia griega que sufrimos los venezolanos.
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