Heridos durante las manifestaciones contra Maduro no consiguen medicinas
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(25 de Agosto de 2017. El Venezolano).- A los más de mil heridos que dejaron las protestas contra el régimen de Nicolás Maduro durante cuatro meses se les hace cuesta arriba sus tratamientos por la escasez de medicinas y material quirúrgico en el país petrolero.
Tal es el caso de Jesús Ibarra, un estudiante venezolano de ingeniería de 19 años, apenas habla y camina con dificultad luego de que lo golpeó una bomba lacrimógena que le pulverizó una parte del cráneo durante una de las manifestaciones, reseñó Reuters.
Después de cinco operaciones y tratamientos por infecciones tras caer a un río altamente contaminado por el impacto, Ibarra aún debe atravesar un sexto procedimiento donde le colocarán una pieza para cubrir el fragmento de cráneo faltante.
José Ibarra, padre de Jesús, a quien le ha tocado pedir donaciones de medicinas, señaló “yo converso mucho con mi hijo y a veces me hace entender que no valió la pena, que se arrepintió y que fue un error“.
Al lado de su convaleciente hijo, en su casa en Petare, una de las barriadas más grandes de América Latina, manifestó “pero otras veces me dice claramente que sí valió la pena porque estaba luchando por un cambio en el que él cree”.
Jesús Ibarra tras 45 días en coma inducido, apenas camina apoyado de una andaderay debe recibir a una terapista para tratar de recuperar sus funciones.
Un equipo del Alto Comisionado para los Derechos Humanos de las Naciones Unidas entrevistó a expertos que sugieren que en Venezuela se hizo un uso excesivo y sistemático de fuerza y que los uniformados son responsables de al menos 46 de las 124 muertes vinculadas a las protestas.
Otro caso es el de Brian Dalati quien acostado en su cama con clavos ortopédicos en la pierna derecha y un yeso en la izquierda, relató lo que le sucedió “yo simplemente me tapaba, esperaba que no me hicieran nada, a ver si salía con suerte. Pero, de repente, llegó uno de ellos y me disparó a quemarropa en los pies y me dejaron ahí tirado”.
Dalati, de 22 años, se dirigía al instituto donde estudia cocina, cuando pasó por una barricada y fue interceptado por agentes de seguridad que lo patearon y robaron.
Aseguró que “no estaba haciendo nada, no había la necesidad fue pura malicia” con su padre sentado a su lado, este confesó que se le dificulta conseguir los implementos para curarlo.
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