Cubanos opinan sobre el fin del programa “Más médicos”
Se estima que desde 2013 cerca de 12 mil médicos cubanos han prestado servicios en 3356 municipios de Brasil
ANA LEÓN Y AUGUSTO SAN MARTIN
LA HABANA, Cuba.-CUBANET. El recién electo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, ha decretado el fin del programa “Más médicos”, impulsado en 2013 por la entonces mandataria Dilma Rouseff. Se estima que aproximadamente 8 mil galenos que colaboran en el gigante sudamericano se verán obligados a volver a la Isla tras las declaraciones del antiguo diputado, quien ha calificado la misión médica cubana como una variante de la “esclavitud moderna”.
Bolsonaro ha manifestado su deseo de que los médicos cubanos permanezcan trabajando allí, siempre que sean respetadas ciertas exigencias que modificarían la férrea sujeción de estos profesionales a los términos del contrato original. El total del salario que les corresponde (3300 USD), la revalidación del título académico y la posibilidad de llevar consigo a sus familiares mientras dure el tiempo de prestación de servicios, son las condiciones planteadas por el nuevo presidente, equiparando así los derechos de los médicos cubanos con los de otros colaboradores extranjeros.
La respuesta del régimen no se ha hecho esperar. Medios oficialistas de comunicación han definido la actitud de Bolsonaro como irrespetuosa y despreciativa hacia el trabajo de los galenos; haciéndole creer a la población cubana que se trata de “otra de las agresiones” del gobierno de Estados Unidos hacia la Isla. Sobre la violación de derechos a los médicos cubanos y la estrecha vigilancia a que son sometidos mientras cumplen misiones en el exterior, silencio.
Para la opinión popular, las cifras multimillonarias que ingresa el gobierno gracias a los programas de cooperación médica, se invierten en el desarrollo de los servicios de salud en Cuba. Según datos oficiales, el monto se eleva a más de 11 mil millones de dólares; una cantidad que al parecer no es suficiente para garantizar los diversos tipos de reactivo en los laboratorios de hospitales y policlínicos, equipos modernos, bolsas de colostomía, sondas, instrumental quirúrgico, material de impresión para Rayos X e incontables insumos que deberían abundar en un sistema de Salud Pública donde se invierten tantos millones.
No obstante, con esta justificación, los médicos cubanos que cumplen misiones no conocen los beneficios de la contratación individual, y la mayoría ha aceptado en silencio que el régimen ponga en sus manos solo el 25% de un salario merecido. Inicialmente cobraban mil dólares mensuales -de casi 4.255 USD-; 400 para sus gastos personales más otros 600 que el gobierno depositaba en cuentas cubanas, y solo podía ser retirado una vez que el galeno culminara su colaboración y regresara a la Isla.
A cambio del 75% confiscado, les ofrecían “facilidades” como continuar pagando su salario íntegro en moneda nacional mientras durara la prestación de servicios, y flexibilidad en las normas de Aduana para la importación.
La rapacidad de estos términos provocó que varios salubristas abandonaran los programas de cooperación; lo cual obligó a que Cuba y Brasil acordaran en 2016 un aumento de hasta 1.245 USD per cápita, pagados directamente a los médicos. En 2017, sin embargo, el régimen impuso nuevas restricciones a los contratos, luego de que aproximadamente 200 galenos impulsaran una demanda colectiva ante tribunales brasileños para exigir un trato similar al resto de los médicos foráneos contratados.
Comenzaron a pagarles en reales en vez de dólares; endurecieron aún más las condiciones para que pudieran llevar consigo a sus familiares; y de manera extraoficial se dio curso a procesos para evaluar la “idoneidad ideológica” de cada uno, con el objetivo de decidir si podían o no continuar en la misión. Todas estas manipulaciones en perjuicio de los profesionales cubanos, su bienestar y el de su familia, no son conocidas por muchos cubanos, que zanjan el conflicto alegando que “los médicos conocían los términos del contrato, así que no pueden quejarse”.
La cuestión es, no obstante, mucho más compleja que firmar un convenio y honrarlo. Cumplir misiones en el exterior es la única forma que tienen los médicos de ganar un salario digno. Los ingresos que devengan por concepto de colaboración representan un tesoro en comparación a los 40 CUC mensuales que reciben en Cuba.
Pero no es el salario el único factor que transforma la percepción de los especialistas cubanos. Influye además el acceso a otra calidad de vida y a un sistema que reconoce el valor de los profesionales; todo en contraposición a un régimen que acosa y expolia bajo el pretexto de costear la salud pública que cada vez con menos calidad ofrece a sus ciudadanos.
La avanzada médica que llegó al Aeropuerto Internacional José Martí, definió a Jair Bolsonaro como “un lacayo del imperio que no tiene conocimiento ni preparación para ser presidente”, mientras que el Ministerio de Salud Pública ha considerado ofensiva la exigencia de revalidación del título académico, un requisito obligatorio para profesionales extranjeros del cual los cubanos habían sido eximidos por conveniencias políticas.
Se estima que desde 2013 cerca de 12 mil médicos cubanos han prestado servicios en 3356 municipios de Brasil, incidiendo positivamente en la disminución de la mortalidad infantil y la prevención de enfermedades. La retirada de los galenos ha puesto en tela de juicio el fundamento humanitario del programa “Más Médicos”, pues ahora todo parece indicar que, si no hay dinero para el régimen, no hay salud para las comunidades remotas de la nación sudamericana.
Jair Bolsonaro ha asegurado también que ofrecerá asilo a los médicos que lo soliciten, pero bien saben los cubanos que el precio de esa decisión sería ocho años sin poder volver a su país natal, ni ver a sus familiares; una de las medidas más crueles con que el régimen castiga a sus profesionales rebeldes.
Muchos regresarán y dirán a la prensa oficialista, con la bandera por delante, que han dado una “contundente respuesta a los enemigos de la Revolución”. Pero sus rostros no mienten. Si algo hay de positivo en este lamentable asunto, es que los médicos vendrán a paliar el déficit de personal que aqueja a los hospitales cubanos, donde hay apenas un especialista por campo, mientras las filas de pacientes aumentan cada día.
ANA LEÓN Y AUGUSTO SAN MARTIN
Bolsonaro ha manifestado su deseo de que los médicos cubanos permanezcan trabajando allí, siempre que sean respetadas ciertas exigencias que modificarían la férrea sujeción de estos profesionales a los términos del contrato original. El total del salario que les corresponde (3300 USD), la revalidación del título académico y la posibilidad de llevar consigo a sus familiares mientras dure el tiempo de prestación de servicios, son las condiciones planteadas por el nuevo presidente, equiparando así los derechos de los médicos cubanos con los de otros colaboradores extranjeros.
La respuesta del régimen no se ha hecho esperar. Medios oficialistas de comunicación han definido la actitud de Bolsonaro como irrespetuosa y despreciativa hacia el trabajo de los galenos; haciéndole creer a la población cubana que se trata de “otra de las agresiones” del gobierno de Estados Unidos hacia la Isla. Sobre la violación de derechos a los médicos cubanos y la estrecha vigilancia a que son sometidos mientras cumplen misiones en el exterior, silencio.
Para la opinión popular, las cifras multimillonarias que ingresa el gobierno gracias a los programas de cooperación médica, se invierten en el desarrollo de los servicios de salud en Cuba. Según datos oficiales, el monto se eleva a más de 11 mil millones de dólares; una cantidad que al parecer no es suficiente para garantizar los diversos tipos de reactivo en los laboratorios de hospitales y policlínicos, equipos modernos, bolsas de colostomía, sondas, instrumental quirúrgico, material de impresión para Rayos X e incontables insumos que deberían abundar en un sistema de Salud Pública donde se invierten tantos millones.
No obstante, con esta justificación, los médicos cubanos que cumplen misiones no conocen los beneficios de la contratación individual, y la mayoría ha aceptado en silencio que el régimen ponga en sus manos solo el 25% de un salario merecido. Inicialmente cobraban mil dólares mensuales -de casi 4.255 USD-; 400 para sus gastos personales más otros 600 que el gobierno depositaba en cuentas cubanas, y solo podía ser retirado una vez que el galeno culminara su colaboración y regresara a la Isla.
A cambio del 75% confiscado, les ofrecían “facilidades” como continuar pagando su salario íntegro en moneda nacional mientras durara la prestación de servicios, y flexibilidad en las normas de Aduana para la importación.
La rapacidad de estos términos provocó que varios salubristas abandonaran los programas de cooperación; lo cual obligó a que Cuba y Brasil acordaran en 2016 un aumento de hasta 1.245 USD per cápita, pagados directamente a los médicos. En 2017, sin embargo, el régimen impuso nuevas restricciones a los contratos, luego de que aproximadamente 200 galenos impulsaran una demanda colectiva ante tribunales brasileños para exigir un trato similar al resto de los médicos foráneos contratados.
Comenzaron a pagarles en reales en vez de dólares; endurecieron aún más las condiciones para que pudieran llevar consigo a sus familiares; y de manera extraoficial se dio curso a procesos para evaluar la “idoneidad ideológica” de cada uno, con el objetivo de decidir si podían o no continuar en la misión. Todas estas manipulaciones en perjuicio de los profesionales cubanos, su bienestar y el de su familia, no son conocidas por muchos cubanos, que zanjan el conflicto alegando que “los médicos conocían los términos del contrato, así que no pueden quejarse”.
La cuestión es, no obstante, mucho más compleja que firmar un convenio y honrarlo. Cumplir misiones en el exterior es la única forma que tienen los médicos de ganar un salario digno. Los ingresos que devengan por concepto de colaboración representan un tesoro en comparación a los 40 CUC mensuales que reciben en Cuba.
Pero no es el salario el único factor que transforma la percepción de los especialistas cubanos. Influye además el acceso a otra calidad de vida y a un sistema que reconoce el valor de los profesionales; todo en contraposición a un régimen que acosa y expolia bajo el pretexto de costear la salud pública que cada vez con menos calidad ofrece a sus ciudadanos.
La avanzada médica que llegó al Aeropuerto Internacional José Martí, definió a Jair Bolsonaro como “un lacayo del imperio que no tiene conocimiento ni preparación para ser presidente”, mientras que el Ministerio de Salud Pública ha considerado ofensiva la exigencia de revalidación del título académico, un requisito obligatorio para profesionales extranjeros del cual los cubanos habían sido eximidos por conveniencias políticas.
Se estima que desde 2013 cerca de 12 mil médicos cubanos han prestado servicios en 3356 municipios de Brasil, incidiendo positivamente en la disminución de la mortalidad infantil y la prevención de enfermedades. La retirada de los galenos ha puesto en tela de juicio el fundamento humanitario del programa “Más Médicos”, pues ahora todo parece indicar que, si no hay dinero para el régimen, no hay salud para las comunidades remotas de la nación sudamericana.
Jair Bolsonaro ha asegurado también que ofrecerá asilo a los médicos que lo soliciten, pero bien saben los cubanos que el precio de esa decisión sería ocho años sin poder volver a su país natal, ni ver a sus familiares; una de las medidas más crueles con que el régimen castiga a sus profesionales rebeldes.
Muchos regresarán y dirán a la prensa oficialista, con la bandera por delante, que han dado una “contundente respuesta a los enemigos de la Revolución”. Pero sus rostros no mienten. Si algo hay de positivo en este lamentable asunto, es que los médicos vendrán a paliar el déficit de personal que aqueja a los hospitales cubanos, donde hay apenas un especialista por campo, mientras las filas de pacientes aumentan cada día.
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