Nada, veinte años
19 noviembre, 2018
Veinte años atrás elegimos el Congreso de la República por última
vez. Tratando de evitar la más completa victoria del acrecido Chávez
Frías se decidió separar las elecciones parlamentarias de las
presidenciales.Denostado hasta los tuétanos la institución parlamentaria, por noviembre de 1998 acudimos a las mesas de votación. El organismo electoral, por cierto, el mismo que celebró el evento decembrino con resultados confiables, limpios e inmediatos, tradujo fielmente la nueva correlación de fuerzas en el país, como no lo hizo siquiera con motivo de la inmediata selección de la Constituyente, caracterizadas por las famosas llaves del ventajista ocupante de Miraflores para 1999.
Debidamente representadas las minorías, el parlamento fue resueltamente multipartidista y, además, creyendo sensibilizar y neutralizar al novísimo mandatario, le reconoció la dirección del Congreso y erró al vicepresidenciarlo con una desconocidísima, novel e inhábil figura política. Por decir lo menos, el obstruccionismo parlamentario fue una de las características más acusadas de la fracción del MRV que, en lugar del experimentado Omar Meza, terminó conducida por el decidido Nicolás Maduro, obediente y no deliberante activista de vieja data.
Senadores y diputados intentaron por un largo e intenso año evitar el cierre de la institución. Todavía recordamos, por ejemplo, como el viejito Moros, apodo cariñoso que se ganó Carlos Moros Ghersi, tragaba gas mostaza, se rifaba un tiro de los Guerreros de La Vega y era tan golpeado como todos al protestar en las rejas del por entonces despejado bulevard de Monjas a San Francisco.
Veinte, no son nada. Y, menos, perdidos en la memoria del elector de 1998.
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