Rómulo Gallegos: (hace 70 años)
La crisis económica y social se ha extendido por el disparo hiperinflacionario
Análisis
Manuel Felipe Sierra
Las cartas estaban sobre la mesa. El 19 de noviembre de 1948 (mañana se recuerdan 70 años) el alto mando militar se reunía con el presidente Rómulo Gallegos para enfrentar una crisis militar que había contaminado todos los niveles de la institución. En la calle, después de tres años de asfixiante pugnacidad, existía la impresión de que era inevitable la caída del gobierno. En el patio del Cuartel "Ambrosio Plaza", Gallegos oyó las peticiones de los jefes militares en la voz del Ministro de la Defensa teniente coronel Carlos Delgado Chalbaud: "expulsión del expresidente Rómulo Betancourt; prohibición de regresar al país del comandante Mario Vargas; remoción del comandante Gómez Arellano, jefe de la guarnición de Maracay; cambio de los edecanes presidenciales y total desvinculación del gobierno con el partido Acción Democrática". Gallegos habló como siempre en tono firme y ratificó su decisión de no aceptar presiones y antes de marcharse dijo: "los dejo para que tomen una determinación conforme con mis respuestas; mi suerte está echada y la de la República queda en manos de ustedes".
Ya era una gestión inútil porque desde meses atrás se extendía una vasta conspiración en los cuarteles y en la opinión pública crecía la certeza de que el derrumbe de Gallegos podría producirse en cualquier momento. Delgado Chalbaud, acompañado del teniente coronel Marcos Pérez Jiménez, visitaron los cuarteles para informar los resultados del encuentro con el Presidente con resultados contraproducentes, porque una vez informada la oficialidad, pensó que era el inicio de represalias y detenciones de posibles conjurados, y que podrían activarse en cualquier momento las famosas "milicias adecas" sobre las cuales alertaba sostenidamente la prensa opositora. El comandante Mario Vargas (recluido en un sanatorio en Nueva York) regreso de urgencia para buscar un arreglo a la crisis, pero ello contrariamente impulsó a los golpistas a precipitar la acción; y José Giaccopini Zàrraga, entonces gobernador de Amazonas, un historiador altamente respetado por la jerarquía castrense, llegó a Caracas en una gestión similar, pero que también resultó infructuosa.
Días antes Gallegos le había dicho a Rafael Caldera, su contendor en la disputa presidencial del año anterior, en tono de advertencia: "el hombre de presa nos acecha": Betancourt en la Conferencia de la OEA en Bogotá en abril fue informado de los manejos conspirativos del embajador de Juan Domingo Perón en Caracas, Juan Pedro Vignale, y de las conversaciones de un diplomático peruano con el grupo sedicioso; Gustavo Machado, desde Tribuna Popular, alertaba sobre un inminente "golpe frío", mientras que los encendidos editoriales de Germán Borregales con el seudónimo de "Mister X" en El Gráfico, vocero de Copei, más bien exaltaban la acción castrense.
Quinta "Marisela". El 24 de noviembre, desde muy temprano, Gallegos esperó en la quinta "Marisela" en Altamira un inminente desenlace, ya que desde la reunión del 19 no había vuelto a su despacho en Miraflores. Una misión encargada al joven Carlos Andrés Pérez para formar un gobierno provisional en Maracay encabezado por Valmore Rodríguez presidente del Congreso Nacional y el comandante Gámez Arellano, jefe de la Guarnición, como un último recurso para preservar la legitimidad del mandato democrático, tampoco alentaba mayores esperanzas. A las doce del mediodía los insurrectos llegaron al palacio presidencial; ya desde horas de la mañana el mayor Tomas Mendoza dirigía una sublevación en La Guaira y Voz Dominicana, la emisora de "Chapita" Trujillo en Santo Domingo, anunciaba el derrocamiento del gobierno. Minutos después el locutor y actor Enrique Vera Fortique en Radiodifusora Nacional daba la noticia: "en estos momentos se está consumando un Golpe de Estado contra el Presidente Rómulo Gallegos".
La dictadura. Se trataba de un resultado inevitable: se imponía el proyecto militarista dirigido por Pérez Jiménez desde el mismo 18 de octubre con la caída de Medina Angarita a lo largo de tres años de graves tensiones, pugnacidad y decenas de intentos golpistas fracasados. Gallegos, con una inconmovible visión principista se negó a los manejos pragmáticos del poder; Acción Democrática manejó una gestión marcada por el sectarismo y los partidos opositores con su comportamiento de irracional confrontación terminaron estimulando la empresa golpista. El 24 de noviembre de 1948 se produjo de esta manera un cambio silencioso e incruento que dio paso a la conformación de una Junta Militar integrada por los comandantes Carlos Delgado Chalbaud (presidente), Marcos Pérez Jiménez y Luis Felipe Llovera Páez. El único acto de rebeldía que se recuerda, salvo algunas manifestaciones aisladas, fue el izamiento de una bandera negra en las puertas de la vieja casona de la Universidad Central. Con los años, una de las interpretaciones más certeras del hecho es la de la historiadora Felìcitas López Portillo: "la democracia venezolana no estaba en pañales sino en gestación". Faltaban entonces diez años para que ocurriera el alumbramiento de la libertad en la madrugada del 23 de enero de 1958.
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