Dimes y diretes, por Marisa Iturriza
Publicado enero 18, 2019
En un programa radial transmitido durante una campaña electoral que hoy parece que sucedió hace siglos, el sabihondo candidato “revolucionario” decía –por si no lo sabían, ignorantes– que demo significa pueblo y cracia poder. Democracia, poder del pueblo, de todos pues. Pero, ya encaramado en el “trono”, posteriormente dijo que si la democracia es representativa es antirrevolucionaria y la verdad es que, al igual que la palabra dictadura, ella no necesita adjetivos porque cuando se los ponen cambia, como por ejemplo “participativa”, que no significa que el pueblo participa sino que se le participa lo que a Él mandante se le ocurra como, por ejemplo “no importa andar desnudos y no tener ni para comer porque hay que salvar la revolución” y ya ven, lo que está a la vista no necesita anteojos.
Pormenores como estos, por solo nombrar alguno, inducen a suponer que la nomenclatura es indiferente a lo que enfrenta la ciudadanía común y corriente aporreada por una situación cada día más complicada. Y no es así. Al contrario, seguro que el alma que sus miembros deben tener, es delicada e hiper-sensible, como la inflación, y por eso no la lastiman más de lo que ya hacen al asumir lo expresado de que “ser rico es malo”, sacrificándose mediante ingresos abundantes debidamente resguardados en bancos internacionales, propiedades, acciones, vehículos, poder, etc., etc., a pesar de que lo que parece es que ser rico no es tan malo y, en cambio, ser malo es rico…
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