El nepotismo se traga un tercio de los cargos repartidos por Gabriel Boric
Con el pago de cuotas políticas, Boric conformó la "primera línea" de su gobierno. Allí beneficia a candidatos que perdieron elecciones.
El nepotismo es una especie de corrupción. Se cae en ella cuando funcionarios públicos contratan a familiares y conocidos independientemente de sus capacidades y rendimiento para ocupar los cargos estatales. El presidente izquierdista de Chile, Gabriel Boric, ahora está practicándola -en su máxima expresión- tan solo con unas pocas semanas de haber llegado al gobierno.
La entrada a su administración de Juan Pablo Jadue, hermano del alcalde comunista de Recoleta, Daniel Jadue, la voz feroz más crítica contra Boric en redes sociales por los fondos de pensiones, inseguridad y presos políticos, expone las contradicciones entre el decir y hacer del mandatario.
El discurso de campaña era otro. Su promesa era que no habría espacio para “el pituto” pero la realidad lo desmiente. El familiar de Jadue arribará como jefe del Departamento de Desarrollo Tecnológico de la División de Administración y Finanzas con un salario de 5000 dólares cuando el salario promedio en el país es de 420 dólares.
Una línea de cuotas
Con el pago de cuotas políticas, Boric conformó la primera línea de su gobierno. De 144 nombramientos en ministerios, subsecretarías, delegaciones regionales, delegaciones provinciales y jefatura de gabinetes de cada cartera, 46 están en manos de candidatos derrotados en las elecciones de 2020 y 2021 y de los 267 secretarios regionales ministeriales (seremis), al menos 80 también también son exaspirantes a algún escaño público.
Juntos representan un tercio (126) de los 411 cargos repartidos. De ellos, seis corresponden a ministros, siete a subsecretarios, ocho a delegados presidenciales regionales, 22 son delegados provinciales, 80 a secretarios regionales y tres a jefes de gabinete de los secretarios de Estado.
Hay más. Del total de 24 ministros nombrados, seis acaban cayeron en las urnas. En el caso de los subsecretarios, siete de ellos perdieron la elección: tres aspiraban a un cargo parlamentario en la Cámara Baja y cuatro esperaban participar como convencionales constituyentes en la propuesta de nueva Constitución.
En el conteo los jefes de gabinete de los ministros, de los 25 designados, tres cayeron en una elección reciente. En el caso de los delegados presidenciales regionales, ocho de los 16 perdieron la última elección donde participaron. En los cargos provinciales el número asciende a 22 de 40, donde la mayoría son candidatos derrotados.
Sin ley
El estancamiento del proyecto de ley de Integridad Pública en el Senado desde 2018 le permite estas movidas pero los afectos son un punto ciego peligroso para los presidentes. De hecho, designar amigos y familiares en cargos de Estado es siempre una pésima idea. No sólo por las acusaciones de nepotismo, sino porque cualquier disparate que cometan los vincula directamente al mandatario. “Cuando se mezclan los afectos, el rol se contamina” asegura Daniel Matamala, columnista de La Tercera.
Ningún argumento justifica la piñata de Boric quien se juega el prestigio del gobierno si persiste la sensación de que es “más de lo mismo”. El republicano José Antonio Kast anunció en Twitter que elabora un mapa del nepotismo del gobierno.
En la calle ya hay hostilidad. A pedradas reciben ahora a Boric en sus actos públicos y aún no cumple dos meses en el Ejecutivo. Él dice que no dejará de estar en la calle pero el nepotismo enquistado en su incipiente administración avivará la hostilidad ciudadana que ronda el 50% en torno a su nombre.
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