Precariedad de las familias aleja a las niñas y a las adolescentes de las aulas
IPYS. Mujeres Constructoras de Paz – 14/10/24
En Venezuela, las niñas y las adolescentes ven truncados sus sueños educativos. La pobreza, las tareas domésticas y un sistema escolar precario las obligan a abandonar sus estudios.
Sharon, de 16 años, sueña con ser abogada. Sin embargo, la crisis económica obligó a su familia a priorizar la comida sobre los cuadernos y lápices. Hoy, trabaja como doméstica, en casa de una familia cercana a su vivienda.
La adolescente vive en Pavia, sector ubicado al oeste de Barquisimeto. Hasta hace tres años estudiaba en el liceo Juan de Villegas, pero no pudo avanzar porque salió embarazada.
“No fue fácil, muchos me señalaron porque salí embarazada a los 13 años. La situación económica en la casa era crítica y no pude seguir con mis estudios”, comentó Sharon.
Luego de tener a su bebé, sus padres no podían costear todos los artículos de su hijo. Decidió buscar trabajo, lo primero que le ofrecieron aceptó: trabajar en casa de unos vecinos, se encargaría de lavar, limpiar y cuidar a un señor de la tercera edad.
Sharon, tuvo un embarazo adolescente, que es el que se produce en una mujer entre el comienzo de la edad fértil y el final de la etapa adolescente. La Organización Mundial de la Salud (OMS) establece la adolescencia entre los 11 y 19 años de edad.
Cuando ocurre un embarazo a temprana edad, intervienen diversas causas entre ellas, la falta de acceso a la educación y a los servicios de salud sexual reproductiva, las limitaciones para acceder a los medios de planificación familiar y, muy marcadamente, las desigualdades sociales y patrones socioculturales que refuerzan las condiciones de subordinación de la mujer dentro de la sociedad.
Todo lo anterior se suma a la falta de competencias para establecer un plan de vida por parte de los y las adolescentes.
En un trabajo publicado en esta misma plataforma informativa, en julio de 2023, se reseñó que para 2018, última fecha de conteo de embarazos adolescentes en el estado Lara, por parte de la Dirección de Salud regional, se presentaron 5 mil casos. “Según el Colegio de médicos del estado Lara, no es una cifra que haya descendido en los últimos años, pues se presume que para 2022, más de 5 mil 500 muchachas dieron a luz en la entidad”.
Ahora, Sharon debe levantarse todos los días a las 6:00 de la mañana para dejar las cosas de su bebé listas y luego irse a su trabajo.
“Sé que no debí salir embarazada antes de tiempo, pero no me quedó de otra que trabajar y dejar los estudios. A veces pienso, que a esta edad, ya estaría graduada de bachiller, quisiera regresar pero no puedo”, sostuvo la joven.
Otros casos de precariedad económica son el de una adolescente de 12 años, una niña de 6 y la otra de 8 años de edad, que tampoco forman parte del sistema educativo en Barquisimeto.
Un vecino del caserío El Potrero, al norte de Barquisimeto, sostuvo que las niñas no estudian debido a que su madre no las ha podido inscribir en la escuela.
“La más grande sale de su casa y se va a las casas de los vecinos para ofrecerse a hacer los mandados y así obtener algo de plata, pero es lamentable que esas niñas estén viviendo sin estudios, sin saber leer”, dijo Bernardo Pérez, habitante de Él Potrero.
Sus historias son una de las tantas que se repiten en el estado Lara, donde la deserción escolar, no solo femenina, se ha convertido en una problemática. La falta de recursos, la violencia y un sistema educativo en decadencia están robando el futuro a miles de niñas y adolescentes.
Laura Igarra, presidenta del Colegio de Licenciados en Lara, explicó que la deserción escolar en el ámbito nacional se estipula que fue de más de 40 %.
En el país, 8.824 niños y adolescentes estaban inscritos en el sistema educativo para el año 2023-2024
“En las zonas rurales, siempre hay más deserción por el aspecto socioeconómico, los estudiantes son más vulnerables”, comentó Igarra.
Para la profesora, que las niñas no reciban el programa de alimentación en las instituciones educativas hace que los padres pierdan el atractivo para que ellas asistan a clase. Además, detalló que tampoco reciben beneficios de salud, dotación o servicios básicos en las instituciones.
Largos trayectos
Otra de las razones por la que los representantes no llevan a las niñas a clases es porque deben caminar largos kilómetros para poder llegar a las escuelas. Principalmente, esto ocurre en zonas rurales al norte de Barquisimeto y en municipios foráneos, como Jiménez y Morán.
Luzmary Rodríguez, maestra de 5° grado en el municipio Morán, destacó que hay casos en los que las niñas y las adolescentes dejan de estudiar y se dedican a los trabajos del campo.
Rodríguez detalló que les toca ayudar a recoger café en algunas fincas y otras colaboran con sus madres en la preparación de alimentos a los obreros.
A finales de abril de este 2024, según el Monitor de Derechos Económicos, Sociales, Culturales y Ambientales (Desca), casi la mitad de los niños en edad escolar no están recibiendo educación, lo que representa una cifra preocupante.
De acuerdo con el Desca, de los 11 millones de niños, niñas y adolescentes en Venezuela, sólo 6.5 millones están matriculados en centros educativos, lo que evidencia una alta tasa de deserción escolar en el país
Esta situación se relaciona directamente con las dificultades económicas que afectan a los hogares más pobres, lo que dificulta el acceso a la educación de calidad y, en consecuencia, muchos niños, niñas y adolescentes se ven obligados a abandonar las aulas en busca de otras formas de subsistencia.
Ya la Encuesta de Condiciones de Vida (Encovi-2023) había revelado que la asistencia escolar irregular afecta al 40 % de la población de 3 a 17 años escolarizada: alrededor de 2.6 millones de niños, niñas y adolescentes en nuestro país.
Trabajo infantil
Entre 2023 y junio 2024, las cifras que manejaba el Consejo de Protección al Niño, Niña y Adolescente de Iribarren (Cpnnai), era de 175 casos de trabajo infantil.
El trabajo que hacen en la ciudad es más que todo de limpiar vidrios, en los parabrisas de vehículos. Mientras que otros trabajan en procesadores de tostones.
Ana Rosa Sánchez, presidenta del Cpnnai, precisó que hay más incidencia en menores de 9 a 17 años de edad y que los casos son canalizados con planes de la Alcaldía de Iribarren en programas sociales, ayudas económicas, becas, alimentación, suministro de medicinas, formación en emprendimientos y en actividades culturales o deportivas.
Como quiera que se se vea, es una población vulnerable que enfrenta múltiples desafíos, a la que no se le aborda transversal y oportunamente. Los planes de vida están amarrados a la necesidad de cubrir las necesidades básicas.
Esta situación no solo afecta su futuro personal, sino que también limita el desarrollo sostenible del país, que está lejos de cumplir la Agenda 2030, en especial los objetivos relacionados con la pobreza, la desigualdad, la educación, la igualdad de género, la prosperidad, la paz y la justicia.
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