Cartas | Amor oculto | | | Contesto | Hoy, Santa Teresa, como su hermana Celina, nos invita a no tener miedo de nuestra cruz. No estamos solos al llevarla, Jesús está ahí, aunque no lo veamos ni lo sintamos. Como Celina, quisiéramos sentir nuestro amor por Jesús; que sea una llama que arda sólo para Él, e ilumine las almas de los que amamos. Pero Santa Teresa nos llama a considerar el humo como algo nuestro por un tiempo. Porque la llama de nuestro amor sólo pertenece a Jesús. | | | Teresa me escribe | «¡Sí, querida de mi corazón, Jesús está ahí con su cruz! Al privilegiarte con su amor, quiere hacerte semejante a él. ¿Por qué te vas a asustar de no poder llevar esa cruz sin desfallecer? Jesús cayó hasta tres veces camino del Calvario, y tú, pobre niña, ¿no vas a parecerte a tu esposo?, ¿no querrás caer cien veces si es necesario, para demostrarle tu amor levantándote con más fuerzas que antes de la caída...? [...] Pero tú no sientes tu amor por tu esposo; quisieras que tu corazón fuese una llama que se eleva hacia él sin el más ligero humo; ten muy presente que el humo que te rodea es humo sólo para ti, para quitarte toda visión de tu amor a Jesús; la llama sólo Jesús la ve, al menos se la reserva toda entera para sí, pues, si nos la mostrase un poco, vendría enseguida el amor propio como un viento fatal que lo apaga todo...» | (LT 81) | | | Rezo y actúo | En este día que recibo de Jesús, puedo abandonarme en la confianza de que Él me ama. Consideremos hoy que nuestro amor a Dios arde y alegra al corazón de Jesús. |
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario