Manuscritos | El Galileo... o el amor pintor | | | Teresa me escribe | «"Ofrece a Dios sacrificios de alabanza y de acción de gracias". He aquí, pues, todo lo que Jesús exige de nosotros. No tiene necesidad de nuestras obras, sino sólo de nuestro amor. Porque ese mismo Dios que declara que no tiene necesidad de decirnos si tiene hambre, no vacila en mendigar un poco de agua a la Samaritana. Tenía sed... Pero al decir: «Dame de beber», lo que estaba pidiendo el Creador del universo era el amor de su pobre criatura. Tenía sed de amor... Sí, me doy cuenta, más que nunca, de que Jesús está sediento. Entre los discípulos del mundo, sólo encuentra ingratos e indiferentes, y entre sus propios discípulos ¡qué pocos corazones encuentra que se entreguen a él sin reservas, que comprendan toda la ternura de su amor infinito! Hermana querida, ¡dichosas nosotras que comprendemos los íntimos secretos de nuestro Esposo! Si tú quisieras escribir todo lo que sabes acerca de ellos, ¡qué hermosas páginas podríamos leer! Pero ya lo sé, prefieres guardar «los secretos del Rey» en el fondo de tu corazón, mientras que a mí me dices que «es bueno publicar las obras del altísimo». Creo que tienes razón en guardar silencio, y sólo por complacerte5 escribo yo estas líneas, pues siento mi impotencia para expresar con palabras de la tierra los secretos del cielo; y además, aunque escribiera páginas y más páginas, tendría la impresión de no haber empezado todavía... Hay tanta variedad de horizontes, matices tan infinitamente variados, que sólo la paleta del Pintor celestial podrá proporcionarme, después de la noche de esta vida, los colores apropiados para pintar las maravillas que él descubre a los ojos de mi alma. Hermana querida, me pedías que te escribiera mi sueño y «mi doctrinita», como tú la llamas... Lo he hecho en las páginas que siguen; pero tan mal, que me parece imposible que consigas entender nada. Tal vez mis expresiones te parezcan exageradas... Perdóname, eso se debe a mi estilo demasiado confuso. Te aseguro que en mi pobre alma no hay exageración alguna: en ella todo es sereno y reposado...» | Ms B 1 | | | Je comprends | Si para el cómico y dramaturgo francés Molière, tan querido por el rey Luis XIV, el siciliano es el Pintor de Amores, según el título que dio a su comedia-ballet juvenil, para Santa Teresa el Pintor de Amores es un galileo, el «Pintor Celestial»: Jesús de Nazaret. Teresa meditaba sobre la sed de Jesús: ¿cómo podía sentir y expresar sed él, que no necesitaba ninguna de nuestras bebidas? Y para revelar su sed de amor, elige a una mujer extranjera que no respeta las prácticas judías habituales, una samaritana. A ella se atreve a decirle: «¡Dame de beber! A su vez, nuestra carmelita escucha este mandato, «¡Dame de beber!», como la expresión perfecta de la necesidad más íntima de Cristo, que viene a solicitar en ella lo más incomunicable: no el agua, sino su capacidad de decir «¡Te amo!». Más allá de este secreto, nada tendrá los mismos colores, el mismo léxico. Todo le vendrá de este Pintor del Amor que sacude y pone patas arriba todas las perspectivas habituales de Teresa. ¿Y las nuestras? | | | Rezo y actúo | ¿Quién me llama hoy a amar? ¿Cómo puedo expresar mi amor? ¿Contemplar una obra de arte puede ayudarme a amar mejor? |
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