La crisis de Venezuela: ¿Volverá la guerra económica?
Pedro Benítez (ALN).- Una tentación anda revoloteando en las mentes del grupo que domina Venezuela: el regreso a la guerra económica. Artificio seudo conceptual (sic) que el gobierno de Nicolás Maduro declaró, por allá, en 2013, y que ejecutó con el pleno respaldo del Alto Mando militar.
Por ejemplo, en días recientes, el diputado del PSUV a la Asamblea Nacional (AN) Ramón Lobo ha denunciado, en distintos medios, un supuesto ataque al bolívar “con una tasa de cambio guarimbera que genera inestabilidad sobre el sistema cambiario y la economía nacional”. Desde su punto de visto esto tiene un evidente “fin político”, detrás del cual se esconde “la derecha” que en su “ataque incesante a la familia venezolana pretende construir un escenario de angustia, molestia y rabia en la población para el próximo 10 enero”.
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Con este planteamiento, el legislador intenta justificar la preocupante ampliación de la brecha entre la tasa oficial del dólar (BCV) y la paralela que ha ocurrido en las últimas semanas.
«Tasa de cambio guarimbera”
Pero más preocupante aun es que el grupo que ejerce el poder político en Venezuela vuelva a recurrir a la gastada estratagema de inventarse perversas conspiraciones a fin de desviar la atención de las deficiencias, errores y fracasos de su gestión económica.
Por supuesto, este tipo de reacciones no debería sorprendernos, ya que que negar la realidad como política de Estado no es una práctica que ese sector empezó a ejercitar el 28 de julio pasado, sino que arrancó varios años antes, precisamente con la economía, dejando consecuencias catastróficas que todavía están frescas en la memoria colectiva.
La referencia a “una tasa de cambio guarimbera” recuerda esa triste etapa en la cual Dólar Today y Empresas Polar eran acusados de provocar uno de los procesos hiperinflacionarios más largos que ha experimentado el hemisferio occidental, con la consiguiente pulverización del salario real de los trabajadores, así como del agudo desabastecimiento de productos que le acompañó.
CLAP contra la «guerra económica»
Días en los cuales los fiscales de la Superintendencia Nacional para la Defensa de los Derechos Socioeconómicos (SUNDDE) perseguían y arrestaban a los esforzados dueños de las panaderías, mientras el Banco Central de Venezuela (BCV) se abstenía de publicar cifras económicas; ni de la tasa de inflación o evolución del PIB. Con ese silencio, los directivos del organismo responsable de velar por la estabilidad monetaria del país, avalaron el discurso oficial según el cual los venezolanos eran víctimas de una guerra económica emprendida, fundamentalmente, por lo empresarios privados, empeñados en arruinarse ellos mismos con tal de derrocar al socialismo del siglo XXI.
Esa fue la época en la que en Miraflores gozaban de alta vara Luis Salas, Pasqualina Curcio y Alfredo Serrano Mancilla (“el Jesucristo de la economía”); este último asesor español proveniente de Podemos, que entre otras cosas se le atribuye la concepción de los Comités Locales de Abastecimiento y Distribución (CLAP), los gallineros verticales y los huertos caseros en los balcones de los apartamentos, como acciones concretas para paliar el pavoroso desabastecimiento de alimentos que sufrió Venezuela entre los años 2014 a 2018. En su momento, los tres estuvieron detrás del conjunto de decisiones que, a mediados de la década pasada, contribuyeron a la peor pesadilla que los venezolanos hayan padecido en tiempos modernos.
Todo es posible
Cuando Nicolás Maduro los reemplazó por los asesores ecuatorianos que le envió Rafael Correa, el catedrático español prosiguió con su apostolado de destrucción de economías, tocándole el turno a la Argentina. Apreciando su experiencia acumulada en Venezuela, el gobierno de Alberto Fernández lo contrató.
Por otra parte, y siempre empeñados en combatir a las mafias desestabilizadoras, los bachaqueros y guarimbas económicas, las autoridades venezolanas cerraron en varias ocasiones la frontera con hermana república, argumentado que ese era un frente desde cual se destruía la economía nacional y se especulaba contra el bolívar. Concretamente desde Cúcuta. El único resultado concreto fue destruir la segunda mejor relación comercial externa que tenía Venezuela, porque ni siquiera se logró detener el contrabando de la gasolina venezolana hacia el otro lado de la línea fronteriza.
Ya “el primer presidente progresista y de izquierda” en la historia de Colombia cruzó la mitad de su mandato y nada, o muy poco, de lo destruido en la relación económica binacional se ha reparado. Por los vientos que soplan, esa tarea quedará pendiente y uno supone que no culparan a Uribe, Santos o a Duque. Aunque todo es posible.
¿Guerra económica?
En esa infructuosa labor cumplió un papel protagónico el Alto Mando de la Fuerza Armada Nacional (FANB). En el peor momento de la crisis el ministro de la Defensa, G/J Vladimir Padrino López, en el marco de un operativo de alcance nacional donde se fiscalizaron los precios de los 53 mercados municipales más importantes del país, hizo un llamado para: “…acabar con los precios elevados y con esa tendencia a que cada día hay un precio diferente; como ejemplo: las Empresas Polar. Es inaceptable el aumento de precio cada vez que se hace la distribución a pequeños y medianos comerciantes”.
Porque desde noviembre de 2013 en el país se había declarado formalmente la “Guerra económica”, a fin de luchar “contra la especulación, “por la reestructuración del ordenamiento económico”, “estabilizar la producción” y lograr el «equilibrio real». En ese momento el desabastecimiento de productos básicos del país se agravaba y el BCV estimó que la tasa de inflación mensual de ese mes fue de 4.8%. Cinco años después, según estimaciones de la Asamblea Nacional de mayoría opositora, superaba el 120% mensual. De victoria en victoria.
Todo el invento de la guerra económica buscaba tapar la gran estafa del año 2012, donde el Estado chavista incurrió en un monstruoso déficit fiscal de 18% del PIB con tal de asegurar la reelección de un hombre que todos sabían no podría culminar su mandato constitucional. Para más detalles tenemos el testimonio de Jorge Giordani.
Catástrofe
Esa bomba de tiempo le explotó a Maduro, que en vez de enfrentar el problema optó por mentir. Por supuesto, el dogmatismo ideológico, la ignorancia, la soberbia y la codicia de los herederos dieron su aporte en transformar lo que inevitablemente iba a ser una de las peores crisis económicas de Venezuela, en una colosal catástrofe humana que en menos de una década obligó a la cuarta parte de la población a emigrar.
Así fue la magnitud del desastre (la realidad siempre busca maneras crueles de vengarse) que en 2018 se levantó el nefasto control de cambio impuesto en 2003. Poco después, de manera sorpresiva y luego de casi cinco años de silencio un informe del BCV admitió que en el país había ocurrido una catástrofe económica de proporciones bíblicas, que, según eso datos, había ocurrido ANTES del inicio de las sanciones comerciales impuestas por el gobierno de Donald Trump a la industria petrolera venezolana.
Porque mientras el PIB venezolano y las importaciones de maquinarias, repuestos, materias primas, alimentos y medicinas se contraían año tras año (las importaciones totales se redujeron en 74% en 2013 y 2018), Estados Unidos siguió siendo el principal mercado del petróleo venezolano. Hasta marzo de 2019, ocho de cada diez dólares que le ingresaban a Venezuela por concepto de exportaciones petroleras provenían de clientes estadounidenses.
Vergonzoso silencio
Entre el tercer trimestre de 2013 y el tercer trimestre de 2018 la producción total del país cayó 52%, el sector petrolero se contrajo 47,4%, la industria 76,2%, la construcción 95% y el comercio 79%. Y, por otra parte, la tasa de inflación pasó de 181% en 2015 a 130 mil % en 2018.
Ese informe, que puso fin al vergonzoso silencio del BCV, salió a la luz probablemente por presión de los aliados chinos y rusos, que exigían reformas económicas orientados por el sano principio de ayúdate, que yo te ayudare. Lo mismo que las autoridades de la República Popular China la está sugiriendo hoy a sus colegas cubanos a cambio de alguna asistencia.
Este último aspecto es interesante porque pone de manifiesto una coincidencia bastante reveladora entre las elites castristas y chavistas, la incapacidad para auto reformarse.
Los primeros son prisioneros de dos hábitos: mentir y parasitar a otras sociedades. Los segundos de mentir. Es su naturaleza.
La precaria liberalización de 2019, así como la parcial dolarización del país, fueron imposiciones de la realidad.
Chevron, el salvador
Sin embargo, desde hace algún tiempo varios reconocidos economistas venezolanos han advertido sobre los problemas que acarrea esta estrategia de mantener artificialmente barato el dólar, como uno de los medios para contener la inflación. Al respecto América Latina (incluyendo Venezuela) tiene una larga experiencia que siempre termina mal: retraso cambiario ante la inflación doméstica que sigue siendo alta, encarecimiento de la producción nacional y, finalmente, una abrupta devaluación que aviva nuevamente el crecimiento de los precios.
Si a eso le agregamos el intento de sostener una ficción para tapar el fracaso de la estrategia oficialista que buscaba normalizar las relaciones internacionales con la pasada elección presidencial, pero logrando todo lo contrario y evaporando así la poca credibilidad que le quedaba ante el resto del mundo, pues tenemos en puertas otra tormenta perfecta.
El único salvador a la vista, mire usted cómo es la vida, es la multinacional petrolera Chevron, cuya paciencia estratégica ha resultado mucho más eficaz que la CIA y que nadie desde el PSUV acusará de guarimba petrolera.
@PedroBenitezF.
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