Oraciones y recreaciones piadosas | Abandonarse a la voluntad divina | | | Puesta en situación | Esta obra fue escrita con ocasión de la fiesta prioral de la Madre Inés de Jesús, el 21 de enero de 1895. Es la segunda parte de la historia de Juana de Arco y la obra más larga del repertorio de Teresa. Concentra todo lo más bello y puro de la vida de Juana de Arco, destacando la misión de la pequeña pastora de Domrémy, «divina» tanto en su origen como en su consumación en la hoguera de Ruán. La patrona de Francia, que aún no había sido canonizada, ocupaba un lugar especial en el corazón de Teresa, al igual que otra gran virgen y mártir, Santa Cecilia, celebrada el 22 de noviembre. Descubrió a Cecilia, la «santa del abandono», como ella la llamaba, mientras paseaba por las calles de Roma, entrando en la basílica de Santa Cecilia del Trastevere. En una carta a su hermana Celina, Teresa relata su «arrobamiento» al pensar en la mujer que se convirtió en su «santa favorita, su confidente íntima»: «En medio del mundo, sumida en medio de todos los peligros, en el momento de unirse a un joven pagano que sólo respiraba amor profano, me parece que Cecilia debería haber temblado y llorado... pero no, al oír el sonido de los instrumentos que celebraban su boda, Cecilia cantó en su corazón... ¡Qué abandono! | | | Teresa me escribe | «Las almas de los justos están en la mano de Dios y el tormento de la muerte no las tocará; han parecido morir a los ojos de los necios, su partida del mundo ha parecido el colmo de la aflicción.... y, sin embargo, están en paz.... Aunque sufrieron tormentos ante los hombres, su esperanza está llena de la inmortalidad que les fue prometida... Su aflicción fue leve y su recompensa será grande, porque el Señor los tentó y los encontró dignos de Él. Los probó como oro en el horno... Los ha recibido como holocausto...». | RP 3 | | | Comprendo | Teresa pone en boca de Santa Catalina estas palabras del libro de la Sabiduría (cap. 3). Santa Catalina fue una de las «voces» que guiaron a Juana desde su juventud. Aquí cita las Escrituras para animarla mientras está en la cárcel. Y Juana responde: «Oh, cómo las palabras de la Sabiduría eterna esparcen la paz en mi alma...». | | | Rezo y actúo | Hoy, por la mañana, o en un momento difícil de mi jornada, me dirijo al Señor para alabarle en mi corazón o en voz alta con Santa Cecilia, la pequeña «hostia del holocausto». «¡Gloria a Dios en las alturas, y paz en la tierra al pueblo que Él ama!» Pidamos al Señor la gracia de cumplir su voluntad en las pequeñas tareas que hoy nos corresponden. |
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