El síntoma de Caracas
La política ha abierto zanjas en la ciudad. En un territorio de enrevesada estructura administrativa, que no deja claro quién manda a quién, la ingobernabilidad, como una fiebre, indica el deterioro de la democracia. El desconocimiento de las autoridades metropolitanas, la centralización de la gestión de la capital y la incomunicación entre alcaldes alimentan el caos al que salen cada día los caraqueños. La guerra política que se libra hace años en la ciudad deja su huella
Una fila de personas espera su turno en la taquilla de un camión de las Areperas Socialistas. La cola es cortada por la inercia del peatón que reclama su camino y por un polinacional que hace maromas para estacionar su moto al lado de una papelera repleta de las servilletas de las arepas. Es necesario mirar hacia abajo para no tropezar con los manteles de los buhoneros y evitar los huecos que en esta época son charcos. También hay que alzar la mirada para anticipar el desvío que impone en la acera un camión carga y un toldo rojo en el que se reparte el diario 4F. Más allá, entre sombrillas y autobuses, aparece la obra de Jesús Soto sobre el techo de la estación del Metro. Esto es Chacaíto y se acaban de cruzar 50 metros de caos.
Justo donde los adoquines del bulevar de Sabana Grande se rompen como un mal síntoma está la frontera de los municipios Libertador y Chacao. Del otro lado del lindero, en los casi dos kilómetros del paseo peatonal que recuperó Pdvsa La Estancia entre 2007 y 2011, hay vendedores de globos, artistas callejeros y niños encaramados en juegos y esculturas. Ahí, la buhonería se ejerce con disimulo y hay cuadrillas que recogen cada papel que cae en la calzada de ladrillos hechos a la medida. La placidez de una tarde fuera de casa, alimentada con slices de pizza, golfeados y vitrinas con pocos zapatos, es posible para muchos en Sabana Grande.
La inversión de 70 millones de bolívares que hizo el gobierno central en la recuperación parcial del bulevar es un ejemplo de cómo la falta de acuerdos políticos abre baches en la ciudad. Fue un proyecto publicitado como un hito de renovación urbana, emblema de la “siembra petrolera”, pero los adoquines no alcanzaron para completar la media cuadra que faltaba hasta la plaza Brión, donde comienza Chacao, el municipio bastión de la oposición, que para el momento —2007— era gobernado por Leopoldo López, preso desde hace 1 año y 5 meses.
En Caracas se multiplican los baches entre las responsabilidades de las autoridades. La calle rota es signo de una mala gestión, pero también de una ciudad polarizada políticamente. Para los especialistas la gobernabilidad viene siendo desplazada desde hace años y con ella se ha arrastrado a la democracia, un concepto que también tiene que ver con la forma de caminar en la urbe.
“Gobernabilidad es el grado de relaciones entre los actores con poder de decisión, y si estas se desarrollan con fórmulas aceptadas por las partes. Es una cualidad del sistema político y no del gobierno. En Venezuela tenemos altos niveles de ingobernabilidad, que se han acentuado en estos últimos 15 años en los que se ha ejercido el poder tendiendo al autoritarismo. El caos que uno observa en Caracas es un síntoma del deterioro de la democracia y ese caos gravita sobre las posibilidades de desarrollo de nuestras ciudades”, señala Carlos Mascareño, investigador del Centro de Estudios del Desarrollo de la Universidad Central de Venezuela.
Sin recursos y sin alcalde. En 2008, los resultados de las elecciones municipales abrieron otra zanja en la gobernabilidad de Caracas. La Alcaldía Metropolitana —una creación de la Constituyente de 1999— estuvo por dos períodos en manos de políticos afines al gobierno central y fue ganada por primera vez por un opositor. El cambio de mando derivó en la creación de tres leyes que, aunque estaban en mora, se hicieron a la medida del momento: Ley Especial sobre el Régimen del Distrito Capital, Ley Especial del Régimen Municipal a Dos Niveles del Área Metropolitana de Caracas y Ley de Transferencia de Bienes y Recursos del Distrito Capital Administrados Transitoriamente por el Distrito Metropolitano.
A la institución que asumiría Antonio Ledezma —detenido desde el 19 de febrero acusado de presunta conspiración— le redujeron 99% de sus competencias y recursos, para crear el Gobierno de Distrito Capital y convertirlo en un ente paralelo, con una jurisdicción difusa y con una autoridad designada por el Ejecutivo nacional. Entonces, Jacqueline Faría, la primera designada en ese cargo, se defendía diciendo que “el dedo de Chávez la había nombrado”. La justificación contraviene el artículo 6 de la Carta Magna que señala que el gobierno “será siempre democrático, participativo, electivo, descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables”.
El año pasado, el presidente Nicolás Maduro nombró en el cargo a Ernesto Villegas —quien perdió las elecciones de 2012 frente a Ledezma— y en mayo de este año se lo dieron a Juan Carlos Dugarte, pues Villegas ahora es candidato a diputado.
Para Armando Rodríguez, abogado especialista en Derecho Administrativo, el aparataje legal vino a confundir más aún la enrevesada institucionalidad de Caracas, que no quedó resuelta en los cambios constitucionales de 1999: “La nueva Constitución mantuvo las mismas imprecisiones sobre la ciudad, pero cuando se creó el Distrito Capital, se hizo fuera del marco constitucional, solo porque podría perderse un espacio de poder y porque Ledezma competía con la figura del presidente. Se le atribuyeron indebidamente espacios de actuación, al transferir competencias en toda el área metropolitana —como los Bomberos del Distrito Capital— a un órgano que solo es competente territorialmente en Libertador”.
Tras la reducción de atribuciones a la Alcaldía Metropolitana le corresponde la planificación urbana, la protección del ambiente y saneamiento ambiental, y coordinar las relaciones intermunicipales. Para cumplir con estas obligaciones, tiene presupuestados 2,8 millardos de bolívares en 2015. Como no genera ingresos propios sus recursos provienen del 10% del situado de los 5 municipios de Caracas, 10% de la recaudación fiscal de cada una de esas entidades, 5% de los ingresos de la Gobernación de Miranda y 0,5% de los ingresos del Distrito Capital.
“Hay un silencio administrativo de la Alcaldía de Libertador. Innumerables veces hemos solicitado que se pague la deuda que alcanza ya 1,2 millardos de bolívares. Rodríguez está cayendo en una situación de ilegalidad porque no le está restando recursos a la alcaldía, sino a los caraqueños”, afirma Helen Fernández, alcaldesa encargada.
Los aportes de Libertador, por su tamaño y por su presupuesto, representan más de 50% del dinero con el que debería contar la Alcaldía Metropolitana.
Según Gabriel Matute, consultor jurídico de la institución, la última vez que ese municipio transfirió recursos fue en el primer trimestre de 2014. Fernández aclaró que los otros ayuntamientos sí realizan su aporte mensual, pero teme que la institución caiga otra vez en insuficiencia financiera.
Descoordinados. La coordinación intermunicipal es la competencia primaria de la Alcaldía Metropolitana, pero pocas veces se ha logrado. El equipo de Ledezma solo ha podido convocar a las alcaldías de Baruta, Chacao, El Hatillo y Sucre. “Cada vez que hacemos proyectos se convoca tanto a Distrito Capital como a Libertador y hacen caso omiso a nuestro llamado. Quién cree en los gobernantes de Caracas, cuando se demuestra que no hay ni siquiera una comunicación para llevar a efecto políticas públicas que son de emergencia para la ciudad. Debe haber un verdadero respeto por la descentralización, la gobernabilidad y la autonomía”, asevera Fernández.
Desde 2008, la junta directiva del Instituto Metropolitano de Urbanismo está integrada por un representante de cada municipio y del Cabildo Metropolitano, que se reúnen por lo menos una vez al mes. En el caso de Libertador, no se nombró al delegado en 2008 ni en 2013, cuando Ledezma fue reelegido y se les ratificó la solicitud. El 1° de julio de este año se creó la Red Estadal y Metropolitana de Cultura, que se encargó de planificar las actividades del aniversario 448 de Caracas y tiene reuniones previstas cada 15 días o una vez al mes. Libertador presentó esta semana su agenda de festejos por separado. Ayer, dos ciudades apagaron las velas de cumpleaños.
La falta de coordinación también se refleja en la calidad de los servicios.
Sectores de Chacao, por ejemplo, pueden pasar hasta cuatro días consecutivos sin agua desde que Hidrocapital anunció el plan de racionamiento en mayo de 2014. El 31 de octubre el Tribunal 19 de Municipio Ordinario y Ejecutor de Medidas de la Circunscripción Judicial del Área Metropolitana de Caracas admitió una demanda contra Hidrocapital, presentada por la Alcaldía de Chacao y el Concejo Municipal por las deficiencias en la prestación del servicio. No obstante, el concejal Diego Scharifker asegura que el tribunal aún no ha citado a las partes.
En Baruta esperan que la estatal repare una tubería de aguas blancas para poder recuperar el pavimento de la calle Caracas y su intersección con la avenida La Guairita. Gerardo Blyde, alcalde de Baruta y presidente de la Asociación de Alcaldes de Venezuela, afirma que el ciudadano desconoce a quién corresponde la competencia de cada servicio: “La alcaldía no puede destinar recursos públicos a algo que no le compete. Baruta paga a Corpoelec alrededor de 500 millones de bolívares mensuales para el mantenimiento del alumbrado, si una luz falla la alcaldía no puede actuar porque no se puede pagar dos veces por lo mismo”.
El alcalde señala que la gobernabilidad en el área metropolitana se complica porque confluyen demasiados organismos. Sobre Caracas comparten territorio siete entes electos popularmente y 1 designado por el Presidente. Al organigrama se suman dos corporaciones de desarrollo creadas por Maduro (en Libertador y en Miranda) y las empresas estatales de servicios: Hidrocapital, Corpoelec, Pdvsa Gas, Metro de Caracas, entre otros. “No es posible gobernar así y el error viene desde la Constitución de 1999. Habría que repensar el área metropolitana y sus instancias de gobierno. Eso amerita una reforma constitucional que dé vida a una Alcaldía Metropolitana plena de competencias y discutir si debe estar conformada por 5 municipios, un estado y un área metropolitana a la vez”, apunta Blyde.
El abogado Armando Rodríguez insiste en que las dificultades legales pudieran sortearse si hubiera voluntad política. En su opinión, el abandono de la ciudad también es un arma en la contienda: “No se ha valorado el producto de mayor importancia que ha desarrollado el hombre que es la ciudad. ¿Por qué Caracas está llena de huecos como nunca, sin que estemos en guerra? Para echarle la culpa al otro que esté en tarima”.
Las fracturas no solo comprometen el funcionamiento de la ciudad, también violentan el ejercicio de los derechos políticos. “Las marchas están prohibidas en el Distrito Capital”, eso dijo Fabio Zavarse, jefe del Core 2, a los estudiantes, profesores y obreros de varias casas de estudio que el 28 de mayo intentaron llegar al Ministerio de Educación Universitaria, ubicada en el centro de Caracas. Los manifestantes debieron conformarse con plantear sus exigencias al ministro Manuel Fernández, en la salida de la UCV, retenidos por piquetes de la PNB y la GNB.
El 17 de febrero de 2014, el alcalde Jorge Rodríguez firmó el decreto 281 que levanta otra frontera y declara al municipio Libertador como “zona de paz y libre de fascismo”. Desde entonces, ninguna movilización que pudiese ser identificada con la oposición ha logrado entrar a Libertador. La mayoría de las movilizaciones no han pasado de ser concentraciones en Plaza Venezuela o se han quedado atascadas en la frontera de Chacaíto.
El concejal Jesús Armas asegura que el decreto “no es vinculante”, por tanto no supone la toma de ninguna decisión y se restringe a la retórica, aunque la GNB le da cumplimiento.
Libertador es el municipio más antiguo de la ciudad, la capital de la República, asiento de los poderes Ejecutivo, Legislativo, Judicial, Electoral y Ciudadano y es la cuarta entidad más poblada de Venezuela con 1.943.901 habitantes. Es la mitad de Caracas que no habla con su otra mitad.
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