domingo, 3 de abril de 2016

Encerrados fuera del país

Encerrados fuera del país

Los encuestados señalaron que el aeropuerto de Maiquetía es incómodo, caótico y sucio / Foto: archivo
El aeropuerto de Maiquetía es incómodo, caótico y sucio, según encuestados / Foto: archivo
Sin cédula no hay pasaporte. Esa es una alcabala difícil  de superar cuando un océano separa a un venezolano de una oficina del Saime. Los consulados de Venezuela en el exterior no emiten el documento de identidad que todo niño mayor de 9 años de edad debería poseer y al cabo de 5 años, cuando los pasaportes se vencen, no pueden renovarlo por falta de cédula. Así, entran en un limbo legal: no pueden salir del país en el que residen y tampoco tienen una identificación vigente como extranjeros para estar ahí. La alta migración de venezolanos ha multiplicado los casos de niños sin papeles
En la billetera de un niño venezolano mayor de 9 años de edad, además de la imagen de algún superhéroe o el logo de un equipo deportivo, puede haber algo de dinero, un carnet estudiantil, fotos familiares y la cédula de identidad. En la de Andrés, ya con 11 años de edad, no hubo chance de meter este último documento.
La familia de Andrés se fue a Canadá en septiembre de 2013 huyendo de la  inseguridad que los mantenía presos en su casa en Caracas. Valentina Mujica, su madre, cambió las clases que daba en la Escuela de Comunicación Social de la Universidad Central de Venezuela por atender llamadas en un call center y enseñar español. Vive en las afueras de Toronto con sus dos hijos y su esposo. Se mudaron cuando faltaban dos meses para que Andrés cumpliera 9 años y, a pesar de que su mamá insistió en tramitar su cédula en el Saime antes de partir, fue imposible. Ahora es un venezolano encerrado en otro país. Su pasaporte se venció y sin la cédula no hay forma de renovarlo. No puede salir de Canadá, mientras no tenga el documento venezolano u obtengan la ciudadanía, que podrían solicitar a partir del próximo año.
La burocracia venezolana para los trámites es algo que el gobierno también lleva a sus consulados. Y la cédula se ha convertido en una alcabala en la vida del venezolano, viva en el país o se haya marchado. No tener el carnet laminado en el exterior puede implicar no poder viajar por la imposibilidad de renovar el pasaporte en los consulados. Y para quienes siguen en el país el documento es indispensable para asegurarse provisiones alimentarias.
Daniela Mujica emigró con la intención de tener una mejor calidad de vida. Reside en Barcelona, España, con su hijo y su esposo. Después de ocho años su hijo se convirtió en un indocumentado. Tiene 14 años de edad y el pasaporte vencido. El consulado en Barcelona no le permite tramitar la cédula de identidad. Al emigrar no tenía edad suficiente para solicitarla y ahora la única solución es viajar a Venezuela para obtenerla.
“Mi situación económica no es tan buena y no tengo tanto dinero como para gastarme casi 3.000 euros en boletos de avión ida y vuelta para poder realizar un viaje con mi hijo a Caracas, sacarle la cédula de identidad por primera vez y, posteriormente, solicitar la renovación del pasaporte”, lamenta Daniela Mujica, mientras su hijo camina por las calles de Barcelona sin reconocimiento jurídico de su país natal. Su condición de venezolano está vencida.
Emigrar implica sacrificios. Mucho más para el que incluye a sus hijos en el plan. Al cumplir 9 años de edad en tierras extranjeras los niños venezolanos empiezan a engrosar una lista de discriminados difícil de cuantificar. Quedan en un limbo jurídico sin protección.
Ni la Ley Orgánica de Identificación Civil ni la página web del Servicio Administrativo de Identificación, Migración y Extranjería (Saime) mencionan el derecho de los niños venezolanos mayores de 9 años que están en el extranjero de obtener la cédula de identidad. La legislación venezolana, como la de casi todos los países, establece que el pasaporte es el documento de identificación de los ciudadanos en el extranjero y es el requisito indispensable para realizar trámites de regularización de su residencia legal en otros países. Pero la obligatoriedad de tener la cédula para poder renovar el pasaporte vulnera el derecho de los niños de estar identificados, consagrado en la Declaración Universal de los Derechos del Niño, y también los hace violar las leyes de otras naciones.
“De entrada es una discriminación por un vacío operativo que generan los sistemas implantados en el Saime. El artículo 22 de la Ley de Identificación Civil dice que los niños tienen derecho de obtener documentos públicos de identificación. Los niños no pueden estar sin documentación, menos si se encuentran en el exterior. El Estado no puede darles la espalda”, asegura el abogado Carlos Trapani, que trabaja con Cecodap, ONG de promoción de derechos del niño y el adolescente.
Cada país tiene sus normativas para los extranjeros que residen en su territorio. En el caso de Valentina Mujica y Daniela Mujica, los gobiernos de sus países de residencia les permiten a sus hijos acceder a servicios de salud y educación; sin embargo, esto no elimina el estatus de indocumentados que ahora poseen y que les impide pisar un aeropuerto internacional. “Mi problema con Andrés es que no puedo salir de Canadá con él, si se nos presenta una emergencia que nos obligue a salir de acá se nos complica”, señala Valentina Mujica.
Ilegales. El aumento de la migración venezolana en los últimos años –algunos especialistas hablan de que 1,5 millones de personas se han ido en los últimos 15 años– por la crisis económica y política que vive el país ha multiplicado estos casos. Cada vez más venezolanos en el extranjero entran en el vacío operativo del Saime, que desde 2003 ha invertido alrededor de 1.400 millones de dólares para automatizar y modernizar el sistema de identidad con apoyo de Cuba, de acuerdo con investigaciones publicadas por El Nacional.
Hace un mes corre por Internet una petición a los consulados para permitir que los niños mayores de 9 años puedan renovar sus pasaportes sin necesidad de sacar la cédula. El abogado venezolano José Antonio Carrero encabeza la iniciativa. Reside en España y desde 2014 ha asumido un papel de defensor de los niños venezolanos indocumentados. Destaca que es una situación que se repite en ciudades de todo el mundo. Hay tres tipos de venezolanos en España, señala: los que tienen doble nacionalidad, los que tienen un permiso de residencia y los que están ilegales.
“Al no tener su pasaporte vigente no pueden hacer ningún trámite de extranjería. Su carencia significa la denegatoria automática de cualquier autorización de residencia. Más temprano que tarde quedan ilegales. Hemos conversado con la cónsul en Canarias y nos prometió un registro de niños venezolanos para ella enviarlo al Saime y que les dieran número de cédula. Se hizo el registro y hubo más de 400 niños solo en Canarias”. De esta gestión aún no tienen respuesta de las autoridades.
Los casos se repiten en Estados Unidos y el resto de Europa, donde se concentra la mayor cantidad de venezolanos, y las trabas en los consulados exponen mucho más a quienes están en situación ilegal. Carrero menciona la situación de una pareja de venezolanos en Alemania: “Están desesperados porque les otorgaron el permiso de residencia hasta la fecha en la que el pasaporte de su hijo se vence y no consiguen la forma de renovárselo por la ausencia de la cédula de identidad”.
Con el documento redactado por Carrero, que puede descargarse en la página web www.carreroabogados.es, se busca presionar a las autoridades consulares para resolver esta situación sin tener que ir a Venezuela. “Es un viaje que no baja de 5.000 euros y en general la comunidad venezolana en España no está formada por gente de dinero, sino por profesionales clase media, por gente trabajadora”, dijo.
Coromoto García ha hecho el viaje de 12 horas y media de Orlando a Nueva Orleans para intentar tramitar la renovación de su hijo, Joseph, con quien emigró en 2012, cuando el niño tenía 8 años de edad y justo cuando Hugo Chávez ordenó cerrar el consulado de Miami. La respuesta ha sido similar a los otros casos: “El consulado de allá es una oficina pequeñita, y de verdad es que la gente no es nada colaboradora. Ahí vi gente que iba con 3 de sus hijos de los cuales 2 no tenían el pasaporte por la falta de cédula. No pude hacer nada. Estoy como presa”, cuenta al teléfono, mientras sirve sandwiches cubanos y arroz con habichuelas en un foodtruck en el que trabaja.
El niño, cuyo pasaporte ya tiene más de un año vencido, solo cuenta con el carnet de la escuela como identificación. Eso le permite moverse por Estados Unidos con su mamá, pero no puede salir del país. Aún no tienen papeles estadounidenses. Están en el limbo.
Salvoconducto. María Eugenia Valecillos es otra venezolana radicada en España. Se fue con sus 2 hijos hace 10 años y desde hace 7 el menor de ellos no tiene pasaporte. “Me parece injusto que mi hijo no tenga derecho de decidir si quiere conservar su nacionalidad de nacimiento por la carencia de cédula. No deseo regresar a Venezuela. Viví en un campo petrolero y fui testigo de todos los abusos del régimen con la gente del petróleo”, dice la mujer por teléfono.
A diferencia de Daniela Mujica y Valentina Mujica, Valecillos corre con la suerte de que su hijo también tiene la nacionalidad española y esto le permite estar legal dentro del país y viajar fuera de España.
No es la primera vez que su familia afronta un problema por un documento de identidad. Cuando su hija mayor cumplió 18 años intentó renovar el pasaporte, con su cédula de identidad y todos los requisitos necesarios, pero tres errores en el sistema, que en sus documentos originales no aparecían, truncaron el trámite. Le cambiaron el género, su estado civil y una letra de su nombre. “Un año después mi hija pudo renovar el pasaporte y conservar la doble nacionalidad, pero soy consciente de que con mi hijo no sucederá esto porque no posee cédula”.
La única vía que ofrecen en los consulados es un salvoconducto de viaje, que les permita usar el pasaporte vencido para volver a Venezuela. Este documento tiene una duración de 30 días, solo se puede solicitar una vez y obliga a los padres a ausentarse de sus trabajos, pues deben viajar con sus hijos menores de edad para tramitar la cédula. Para obtenerlo necesitan una serie de requisitos que dependen de cada consulado, pero en general incluyen original y fotocopia de la partida de nacimiento –que no se puede tramitar en el consulado– original y fotocopia del pasaporte vencido, fotografías recientes e ir acompañado de ambos padres. En caso de que solo pueda ir con uno de los padres deberá tener una autorización del otro representante. Este documento de viaje se entrega en un lapso de cinco días laborales, pero puede atrasarse en función de la cantidad de solicitudes que deba procesar la oficina.
“Se está encerrando a los niños, niñas y adolescentes en un círculo vicioso de constantes negativas a ser identificados, cuando lo cierto es que ya no residen en Venezuela, siendo tratados como si sobre ellos pesase una prohibición de salida del país solamente capaz de levantarse con la concesión de un ‘salvoconducto”, refiere el documento redactado por Carrero para ser entregado en las sedes consulares de todo el mundo.
Meily Barrios se fue a España hace ocho años, dos días después de ser secuestrada. Para ese momento estudiaba cuarto semestre de Psicología, era transcriptora de datos médicos y su hija tenía 3 años de edad. Hoy es ama de casa y artesana. Su hija, al no tener documentos vigentes de Venezuela ni tampoco la nacionalidad española, afrontó limitaciones para poder acceder a los servicios de sanidad pública. “Tuve que pelear mucho para que no me la excluyeran y poder afiliarla a mi tarjeta, ya que aquí las leyes respecto a las personas sin papeles se han puesto más estrictas”.
La niña tiene hoy 11 años de edad y sigue sin documentos venezolanos. “El Consulado de Venezuela en Madrid y la embajada simplemente dicen que no pueden hacer nada porque no es de su competencia. Las únicas alternativas que me dan son un salvoconducto para viajar y me dicen que debí haber pensado antes de traerme a la niña así, sin cédula. ¿Para qué están esas oficinas gubernamentales si no pueden ayudar a los venezolanos?”, expresa Barrios.
Actualización. El abogado internacionalista Adolfo Salgueiro señala que la limitación que pone el Saime de solo tramitar la cédula en territorio nacional se resolvería con una ampliación de las competencias de las sedes diplomáticas venezolanas. “Es lamentable que esto esté pasando. La facultad que los consulados tienen como representantes o delegados del Ministerio de Relaciones Exteriores podría ampliarse. Toda persona tiene derecho a una identidad que se refleja en un documento”.
Con una resolución del Ministerio de Relaciones Exteriores para habilitar la posibilidad de tramitar cédulas en los consulados venezolanos o un decreto del Ejecutivo se podría salvar esa brecha que se ha abierto entre los venezolanos en el extranjero y su identidad.
La Comisión de Política Exterior, Soberanía e Integración de la Asamblea Nacional trabaja para eliminar las trabas que complican la situación de los venezolanos en el exterior desde la recepción de remesas familiares y estudiantiles y el derecho al voto hasta la renovación de los pasaportes de los niños sin cédula: “Esto es una violación de los derechos porque son venezolanos según nuestra Constitución. ¿Qué diferencia hay entre el niño que vive en Upata y otro que reside en Londres? Igual son venezolanos. No podemos diferenciarlos”, señala Ángel Medina, vicepresidente de la comisión.
Aunque la comisión está concentrada en el tema de las divisas, asegura que trabajan en este tema: “No hay ninguna norma que se refiera al trámite de las cédulas en los consulados. También está el tema de los pensionados, el derecho al voto y el acceso a los servicios consulares”.
 Trapani plantea dos tipos de intervención para agilizar y flexibilizar las funciones de los consulados: “Una a nivel normativo, si la ley no tiene ningún tipo de medida para estos trámites, identificar si hay algún vacío y llenarlo; y otra en términos de operación, velar porque haya los materiales necesarios para tramitar los documentos de los niños en el exterior”.
Los especialistas señalan que hay otros asuntos pendientes. El embajador Óscar Hernández Bernalette plantea que se debe desarrollar un proceso de modernización que les facilite a los más de 1 millón de venezolanos que están en el exterior resolver sus necesidades consulares. “Venezuela requiere hoy mejores consulados con personal mejor capacitado y ampliar los servicios consulares para garantizar que los venezolanos sigan siéndolo, tanto los originarios como los que nacieron en el exterior”.
Más allá de todas las propuestas para devolverles la identidad legal a los niños, las trabas evidencian un abandono expreso del gobierno en relación con los venezolanos que están en el exterior y una falta de políticas de integración con los connacionales que están fuera. La especialista en demografía Anitza Freitez, directora del Instituto de Investigaciones Económicas y Sociales de la UCAB, señala que los países que han tenido comportamiento migratorio como el que ahora experimenta Venezuela han establecido mecanismos para mantener contacto con la población que se ha ido. “Colombia nos une’ es el programa con el que el gobierno colombiano está en contacto con sus emigrantes. En Chile, cuya emigración es bastante antigua, su gobierno todavía mantiene acciones orientadas a no perder el contacto con la población que está en el exterior. Nosotros ante esta polarización política hemos perdido sensibilidad y responsabilidad frente a nuestra población que está afuera”.
Cifra de migrantes invertida
A partir de 1989, luego del Caracazo, el flujo migratorio se invirtió en Venezuela. Antes éramos receptores de extranjeros, representaban 7% de la población en las décadas de los años cincuenta y setenta. Hoy el venezolano es emigrante, comenzó a irse. En 2013 el Banco Mundial calculaba que había 655.400 venezolanos en el exterior, pero especialistas como el sociólogo Tomás Páez señalan que la cifra ronda entre 1 millón y 1,6 millones de personas que han salido del país en los últimos 15 años.
El embajador Óscar Hernández Bernalette, autor del libro 10 preguntas que hacerse antes de emigrar, asegura que la inseguridad es la primera razón por la cual el venezolano emigra, a la que se suma la desconfianza jurídica y la búsqueda de oportunidades económicas. “La pérdida de capital humano es mi gran preocupación porque los estudios demuestran que la mayoría son personas profesionales”.
Esto queda claro si se analizan los datos del último censo de Estados Unidos: 44% de los venezolanos residentes en ese país tienen al menos una licenciatura, mientras que 46% del resto de los hispanos no alcanza el bachillerato. La economista Mónica García Pérez, profesora asociada en St. Cloud State University, señaló durante un foro realizado esta semana en el IESA que la presencia de venezolanos se duplicó entre 2000 y 2014, cuando se contabilizaron 240.000, concentrados principalmente en los estados de Florida, Nueva York y Texas. “La tendencia migratoria de venezolanos en Estados Unidos se estancó en 2011, lo que podría sugerir un aumento de inmigrantes ilegales”.
Los datos del censo del país que concentra a la mayoría de los venezolanos indican que 59% está empleado y tienen ocupaciones como gerentes y supervisores, vendedores, contadores y auditores y profesores de básica y secundaria.
En Venezuela no hay datos de cuánta gente se ha ido. En 2004 se aprobó la Ley de Extranjería y Migración, pero hasta la fecha no tiene reglamento. “En el artículo 28 se estableció una comisión nacional de migración que nunca se creó. Se organizaron categorías de migrantes, residentes y transeúntes, pero no se estipuló ningún registro o protección para los venezolanos en el exterior”, asegura la investigadora de la UCAB Anitza Freitez.
El investigador Tomás Páez señala que la falta de políticas para esta población se debe a que el gobierno no reconoce como problema la alta migración de venezolanos, que descapitaliza al país: “El gobierno actual desconoce esta realidad. Lo que hacen es ocultar los datos como los de inflación y cada vez que dan una declaración se enredan más. No pueden tener políticas públicas porque desconocen el hecho. Básicamente ahí se ve el desprecio que el gobierno siente en contra de los ciudadanos”.
Miami, sin consulado y con gestores
Miami, la ciudad con más venezolanos fuera del territorio nacional, no tiene consulado desde 2012 por una decisión del presidente Hugo Chávez. Para realizar trámites deben trasladarse a la oficina más cercana en Nueva Orleans, un trayecto de aproximadamente doce horas y media en carro.
En febrero la Organización de Venezolanos en el Mundo, Venmundo, inició una petición en el portal web change.org para recoger firmas y solicitar la reapertura de la oficina, que atiende a por lo menos 100.000 de los 240.000 venezolanos que residen en Estados Unidos, según datos del censo de ese país. Hasta los momentos han firmado más de 6.700 personas. Las limitaciones para tramitar documentos no solo complican la renovación de los pasaportes de los niños cuando no tienen cédula: “Tampoco se puede solicitar la fe de vida, no se pueden presentar registros de recién nacidos, actas de matrimonio, permisos para exportar a Venezuela, ejercer el derecho al voto, enviar remesas familiares, tramitar mudanzas u otorgar poderes. Se nos han vulnerado todos nuestros derechos. El consulado  está en la obligación de prestarle servicio a uno porque ellos no pueden ser agentes políticos”, declara Yolanda Medina, coordinadora de Venmundo en Miami y antigua periodista de Venezolana de Televisión, quien no recibe su pensión desde hace 8 meses.
“A mi juicio es un entorpecimiento voluntario para que el proceso sea complejo. Cuando el consulado funcionaba, el servicio no era óptimo, pero tampoco era malo, cumplía su objetivo y siempre estaba lleno”, señala Fernando Núñez, comunicador social venezolano residenciado en Miami.
Las trabas –como también ocurre en Venezuela– propician prácticas ilegales fuera del territorio nacional, entre ellas la figura de los gestores, señala Núñez: “Ahora hay gestores que pueden hacer ciertos procedimientos, pero son sumamente costosos. Conozco personas que lo han hecho. Se le dan los datos y recaudos a un contacto y él hace el trabajo. Renovar un pasaporte puede costar 400 dólares”. Y el servicio no se ofrece solo en Miami. En la página web del Consulado de Venezuela en Panamá un aviso advierte sobre la ilegalidad de la gestoría del cupo para tramitar el pasaporte.
Ni divisas ni voto. Además de los trámites, el torniquete del control cambiario, cada vez más apretado, también afecta a los venezolanos que están en el exterior a la espera de remesas estudiantiles y para jubilados. Esta semana estudiantes venezolanos en el exterior protestaron contra los retrasos en la asignación de dólares para el pago de matrículas y manutención.
Carlos Moreno, coordinador de la Organización Estudiantes Venezolanos en el Mundo, asegura que la situación de los jóvenes es delicada. De los 25.000 estudiantes que ha contabilizado la organización, calcula que más de 80% tiene problemas para acceder a divisas. Algunos, afirma, han tenido que irse a refugios para no quedar en situación de indigencia. Además de protestar, enviaron una carta al Alto Comisionado de las Naciones Unidas en la que exponen sus penurias por la falta de la moneda extranjera y proponen un plan temporal de ayuda a las naciones en las que están residenciados.
La Memoria y Cuenta del Ministerio de Economía y Finanzas de 2015 refleja la reducción sostenida de las asignaciones de divisas a estudiantes. El año pasado se aprobaron 103,26 millones de dólares, 71% menos que en 2014.
Este año, cuando podrían realizarse comicios, reaviva otra reiterada denuncia de las organizaciones políticas y de connacionales en el exterior: la necesidad de abrir el registro electoral para inscribir a los que se han ido.
Elizabeth Pérez vive en New Jersey desde 2001, tiene la nacionalidad estadounidense y nunca ha podido votar, porque perdió la cédula y no la puede tramitar allá. “Me quedo siempre con ganas de ir a votar, tengo años intentándolo porque no quiero perder los vínculos con el país”. Sus hijos nacieron en Estados Unidos y cuando intentó sacarles el pasaporte venezolano al que tienen derecho, también se tropezó con la traba de la cédula. “Todos los consulados, hasta los de países más pobres que el nuestro, sacan la cédula y todos los documentos que necesitan sus ciudadanos. Pero los nuestros son un reflejo del país ahora, nunca atienden el teléfono, cierran antes de la hora, es deprimente”. Pérez vive de dar clases de zumba y cuenta que durante un tiempo usaba un espacio en una iglesia en la zona donde vive para darlas, en el que los fines de semana se instalaban consulados móviles de países como Guatemala, El Salvador, Ecuador para ofrecer servicios a esos inmigrantes.
El mes pasado Manuel Avendaño, coordinador del Movimiento Internacional de Voluntad Popular, solicitó ante el Consejo Nacional Electoral la reapertura del RE en el exterior para que se inscriban los nuevos electores o para que cambien de centro de votación de acuerdo con el lugar en el que residen actualmente. De cada diez venezolanos en el exterior solo uno está inscrito para votar y los consulados mantienen cerrado este proceso aunque es permanente. El voto en el exterior es mayoritariamente opositor. En las presidenciales de 2013, Henrique Capriles ganó con 93% de los votos.

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