¿Qué tendrá el chavismo en el cerebro?
Tratar de encontrar respuestas adecuadas en las pasmosas fauces del monstruo debe ser apasionante. Es un viaje trepidante por las profundidades de los infortunios, que se multiplican como la hierba silvestre en tiempos de lluvia. El cerebro humano carcomido por las caliginosas ficciones de un régimen autoritario. Es increíble que millones de personas defiendan con ardor este experimento de gobierno. Son esos incautos los que acompañan el saqueo brutal de nuestras arcas, a pesar de ser precisamente su gobierno revolucionario el culpable de servirles hambre todos los días en sus estómagos vacíos. Sus carencias multiplicadas tienen la compañía de una fidelidad monástica al proyecto de Hugo Chávez. Una atroz manipulación propagandística nos arrastró hasta estos humedales convertidos en estiércol político. Buscaron destruir a la democracia para, sobre el cadáver humeante de ella, vender su doctrina de revanchismo, hasta hacernos la patética realidad de una condición que no le deseamos ni al peor enemigo.
Venezuela es hoy en día una nación colapsada en lo profundo. En nuestro suelo solo prospera lo corrompido. Nos hemos convertido en un pésimo ejemplo para otras naciones que otrora se miraban en nuestro espejo. Es tan grave la situación que vivimos que hasta los amigos del régimen se le han alejado. Nadie defiende este proceso irracional que conduce hasta el abismo. Por supuesto que siempre existen las excepciones que confirman la regla. Aquellos que se han convertido en grandes potentados, hasta llevar como rótulo el título de boliburgueses, seguramente no expresarán ninguna queja. Los románticos izquierdistas del paraninfo de las memorias de fuego seguramente mantendrán su adhesión al proceso chavista. Con los años resguardando sus dolores del espinazo, siguen creyendo que destrozaran el corazón del imperio hasta hacerlo añicos. Seguramente la llegada de Barack Obama a Cuba debe tenerlos en cuarentena. Lo triste es que una significativa minoría siga creyéndoles después de todo. Es con respecto a ellos que hilvanamos estas ideas.
Los procesos revolucionarios ejercen gran fascinación en las mentes huérfanas de formación. Con la ignorancia se llega hasta el embarcadero de los mitos. Somos un continente que siempre creyó en historias fantásticas de héroes que lograron conquistar grandes territorios para llenarnos de felicidad. De lo erróneo aprendimos a culpar a otros de nuestros propios yerros. Nos quitábamos responsabilidad endosándole al vecino las miserias de casa. Nos llenamos de fetiches esculpidos en cada corazón, que viajó desde la cordillera persiguiendo hasta la última frontera. Nuestros pueblos que idealizaron a hombres despiadados siguen alumbrándose con la falsa luz de los embusteros.
Penetrar la mente de los fanáticos del chavismo debe ser un trayecto emocionante para tratar de entender lo incomprensible. Llegar hasta lo inimaginable para buscar respuesta hasta tanta lealtad para con un proceso carcomido. ¿Será que a los humanos nos gusta acariciar el cuchillo que nos rebana la garganta? Cerebros adormecidos por carecer de la capacidad de razonar en medio de la debacle. Su régimen nos ha metido en las profundidades y ellos creyéndoles todas sus mentiras.
Es simplemente incomprensible que una minoría importante siga como una manada alocada que se pierde en sus propias confusiones; escucharlos es sentir cómo el delirio convierte a muchos seres humanos en imbéciles…
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