Oración a María
Dios te salve, María. Llena eres de gracia. El Señor es contigo Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
La hermana Cecile responde a la pregunta, ¿cómo ves la muerte?
"Veo la muerte como un nacimiento. Después de nuestra muerte, yo creo que hay una Madre esperándonos, la Virgen María, y un Padre que nos va a tomar en sus brazos, nuestro Padre del cielo. Estarán todos los santos y todos los ángeles, como los niños de una familia que se inclinan sobre la cuna y se maravillan después de un nacimiento. El nacimiento de un niño pequeño, ¡trae mucha alegría a una familia! Así, un alma que llega al cielo, aunque no podemos estar seguros, debe producir la misma alegría, pero multiplicada por mil. Además, Jesús dice: "Habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por noventa y nueve justos que no tengan necesidad de conversión" (Lc 15,7).
La muerte es difícil, es un paso estrecho como la puerta estrecha del Evangelio, pero después, por otro lado, será una vida de felicidad perfecta. Todo nacimiento es también un paso difícil de superar para poder gustar la felicidad de la vida. Como decía la pequeña Teresa: "Yo no muero, ¡entro a la vida!".
Para profundizar:
En el momento de la muerte, en un sentido metafísico, el alma se separa del cuerpo. El alma inmortal es juzgada y recibe inmediatamente su recompensa, ya sea a través de una purificación, entrando inmediatamente en la alegría del cielo o condenándose por siempre. El criterio de este juicio es el amor.
Meditación
Meditemos hoy en algunas palabras dichas por santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897):
"Pero sé que la tierra es el lugar de nuestro exilio, somos viajeros en camino hacia la patria. Qué importa si el camino que seguimos no es el mismo, ya que el destino último es el cielo. Allá nos reuniremos para nunca más separarnos, ahí gustaremos por siempre las alegrías de la familia" (Carta 148).
Cuando se acercaba su muerte, dijo: "Yo no muero, ¡entro a la vida!".
"Me propongo firmemente no estar inactiva en el cielo. Mi deseo es el de seguir trabajando por la Iglesia y las almas. Es lo que le pido a Dios y estoy segura de que me lo concederá. ¿Acaso los ángeles no se ocupan continuamente de nosotros sin dejar jamás de ver la faz divina, sin perderse en el océano sin orillas del amor? ¿Por qué Jesús no me permitiría imitarlos? (Carta 254).
Oración
Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre. Venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación y líbranos del mal. Amén.
Oración a Nuestra Señora de Montligeon por los difuntos
Nuestra Señora Liberadora,
ten piedad de todos nuestros hermanos difuntos,
especialmente de aquellos que tienen más necesidad
de la misericordia del Señor.
Intercede por todos aquellos que nos han dejado,
para que se complete en ellos
la obra del amor que purifica.
Que nuestra oración, unida a la de toda la Iglesia,
les alcance la alegría que supera todo deseo
y trae aquí en la tierra paz y consuelo
a nuestros hermanos en dificultades y desamparados.
Madre de la Iglesia, ayúdanos a nosotros, peregrinos en la tierra,
a vivir mejor cada día
nuestro camino hacia la resurrección.
Cúranos de toda herida del corazón y del alma.
Haznos testigos del Invisible,
ya atentos a los bienes que el ojo no puede ver,
apóstoles de la esperanza,
semejantes a los centinelas del amanecer.
Refugio de los pecadores y Reina de todos los santos,
haz que nos reunamos un día,
para la Pascua eterna,
en la comunión del Padre, con Jesús el Hijo,
en el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.
Amén.
Nuestra Señora de Montligeon, ruega por las almas del purgatorio.
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