Transición… ¿como sea?
A este gobierno le aterra hablar de transición, pero hay que abordar el tema… ¡como sea! La esencia del régimen democrático es entender la imperiosa necesidad de alternar en el ejercicio del poder político. Eso lo entendieron hasta los franquistas herederos de la más larga dictadura del siglo XX y los chilenos que soportaron, durante 17 largos años, la cruel dictadura del sátrapa Pinochet.
En España, a la muerte del dictador, hubo tratativas de impedir la transición incluyendo al presidente del gobierno, Carlos Arias Navarro, quien, aun siendo ratificado por el rey Juan Carlos, se empeñaba en no darse cuenta de la necesidad de dar paso al cambio democrático. Así fue como el rey se vio impelido a exigirle la renuncia y sustituirlo por Adolfo Suárez, quien sí entendió por dónde iban los tiros y puso manos a la obra.
Aunque, qué duda cabe, hubo provocaciones de los extremistas para abordar el cambio en paz. Nadie olvida los asesinatos de los abogados laboralistas, de la calle Atocha, militantes del Partido Comunista y cómo este partido organizó unos funerales, en silencio absoluto, para demostrar la voluntad transicional de quienes fueron los principales antagonistas de Franco, en la guerra civil, que dejó la espeluznante cifra de 1 millón de muertos. Luego vino la ridícula intentona de golpe de Estado del teniente coronel Antonio Tejero, quien lejos de ser indultado tuvo que pagar 15 largos años de cárcel por su felonía.
La transición chilena también vale recordarla, porque a pesar de que el CNE de allá era el mismísimo Ministerio del Interior del régimen, ante la avalancha del voto plebiscitario no les quedó otra salida que reconocer el triunfo del voto opositor y convocar elecciones libres. Esas elecciones constituyeron otro ejemplo a imitar, sobre todo, por la actitud consciente y de un alto grado de patriotismo de los partidos políticos y sus principales líderes. En efecto, la actitud del Partido Socialista, el que cuando Allende actuó irresponsablemente, en cambio ahora habiendo aprendido la lección, a pesar de ser el principal partido de la oposición y su líder Ricardo Lagos puntear todas la encuestas, comprendieron que si ellos encabezaban el nuevo gobierno, el sector pinochetista del ejército impediría el proceso transicional.
Entonces, fue así como prefirieron dar un paso lateral y permitir que el candidato de la unidad fuese el más permisible y digerible, por el estamento militar, Patricio Aylwin del Partido Democratacristiano. Así mismo, tuvieron que tragarse la rueda de carreta que significó permitirle a Pinochet ser senador vitalicio y jefe, ídem, de las Fuerzas Armadas chilenas.
Aquí le corresponde a la alternativa democrática, una vez ganadas las elecciones parlamentarias, dar muestras de que ninguna transición es “como sea”, que no debemos imitar esas poses radicales de Maduro, quien asume esa actitud para insuflarle ánimo a su alicaído respaldo, y que es a nosotros a quienes nos sale hacer pedagogía política. Si después de las parlamentarias Maduro sigue sin entender, pues ya habrá algún líder transicional, de ese lado, que lo comprenda. También puede ocurrir que sean los cubanos quienes lo ayuden a comprender o busquen el sustituto.
Debemos, entonces, empinarnos por encima de sectarismos y radicalismos absurdos y tender los puentes para una transición en paz y libertad como nos lo merecemos todos por estos pagos. Nuestros hermanos de España y Chile, de todas las tendencias políticas, aprendieron después de confrontaciones y muertes inútiles, aprendamos aquí de experiencias ajenas para no tener que llorar las propias.
@EcarriB
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