Navidad con “deprechera”
La crisis ha favorecido la exaltación de sentimientos negativos aunque apelamos a la crítica y la combatividad para que todo cambie en 2017
Llevo toda una semana “encuestando” a la mayoría de las personas con las que he tenido contacto con la pregunta sencilla, casi un saludo convencional, del “cómo estás” o “cómo te sientes”. Las respuestas al escudriñar debajo de formalismos han sido duras, una síntesis de tristeza y rabia que decidí llamar “deprechera” y que quizás defina un sentimiento mayoritario en la víspera de esta navidad.
Obviamente si usted vive en Ciudad Bolívar o alguna de las ciudades donde se desbordaron la violencia, los saqueos, la anarquía y el caos de los últimos días el nivel de angustia deberá cambiar las definiciones, a pesar de que nada ha movilizado protestas que le indiquen al gobierno que la gente no se va a calar más este viacrucis instalado por la V República.
Si de bancos y falta de billetes se trata, allí sí que imperan la desesperación y las arrecheras en grado superlativo a nivel nacional: desde los jubilados que siguen cobrando pensiones fraccionadas en varias visitas al banco, hasta cualquier usuario preso del corralito que establece montos máximos para los retiros pagados “a punta de ñere ñere”, con billetes de baja denominación.
La resurrección del “fuerte de a 100” sólo alcanza para nutrir cajeros electrónicos y la desconfianza del público hace que la gente busque permutas rápidas para quitarse de encima esa fuente de incertidumbre. Se trata de un artículo con fecha de vencimiento, un billete en tiempo de prórroga que debe usarse lo antes posible antes de incurrir en pérdidas o en nuevas incomodidades el año entrante.
No me explico la pasividad reinante en nuestra sociedad luego de todos los tumbos que han dado el gobierno y la economía en los últimos meses y es alarmante que el ejecutivo siga metiendo la pata en vez de enderezar los entuertos. El papel moneda de 500 debe seguir en algún trineo extraviado de San Nicolás, rumores de aviones llenos de billetes, quizás incluso en las bóvedas del BCV, pero aún no en la calle o al alcance de los usuarios de la banca.
Otras perlas populistas de reciente aplicación por parte del gobierno fueron las intervenciones de EPK y distribuidora Kreisel, quizás unos “Dakazos en pequeña escala” para jugar al Robin Hood de los descuentos en ropa infantil o para proveer de juguetes a los CLAPS en las maneras ya tradicionales del autoritarismo oficial. La rapiña se desata. Los buitres no reparan en escrúpulos mientras se reparten el botín. El hambre no se resuelve pero un espejismo de falsa esperanza lo distrae momentáneamente con otros artículos menos importantes que la comida.
En mi banda sonora de hoy no hay gaitas o aguinaldos. No hay ambiente de navidad. Escucho la voz sórdida de Ceratti recordando que caminamos al borde de la cornisa casi a punto de caer. La visión del vacío es cada vez más cercana cuando se reflexiona que la rabia colectiva puede tornarse en furia y en violencia, un escenario que quizás desee y hasta promueva veladamente el régimen con quién sabe qué agenda(s) oculta(s). En los juegos de buenos y malos casi siempre los villanos son los más creativos en giros retorcidos. Me aterra tratar de anticipar las estrategias que puedan estar maquinando las mentes perversas de Maduro y su combo.
Navidad. Triste navidad. Con rabia. Con arrechera. En silencio. Muchos medios de comunicación parecen ausentes. Vacaciones colectivas. Gran parte de las voces más afamadas que alimentan la opinión pública tienen el micrófono apagado por el asueto decembrino. Por ingenuo que parezca pensaré en un regalo complejo para mañana, el regreso del espíritu crítico, de la combatividad mediática y algo de esperanza para 2017. “Feliz” navidad.
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