Un microscópico cangrejo
Para AV
El nuevo Pico della Mirandola oculto bajo el seudónimo de Google nos hace saber que la ladilla (Pthirus pubis) es un insecto anopluro ectoparásito conocido también como “piojo del pubis”. Afirma que tiene seis patas y la forma de un cangrejo microscópico y gusta sobremanera de caminar y aventurarse por la selva del vello púbico y saltar de nuestro oscuro objeto del deseo a la deleitosa oscuridad del otro componente de la pareja durante el contacto sexual. Su tenacidad y ansia de vida provoca irritación; de allí que por extensión se considera “ladilla” al que nos irrita y molesta con su intemperancia y su falta de continencia. El genocida bolivariano puede ser considerado de profesión ladilla. También, alguna esposa tiránica; el moscardón que aturde con sus reiteradas recriminaciones; el mal escritor que abruma con su prosa pesada y sin color; el amigo que nos protege con sus buenas intenciones o nos acosa con propósitos perversos. Todos ellos pueden ser llamados anopluros ectoparásitos o cangrejos de seis patas. No son exclusivos del desastre bolivariano porque han dejado la marca de sus irritantes presencias desde el momento en que el Almirante alucinado, al saber que no había llegado a Catay ni a la India, empezó a obsesionarse con el oro. Siempre han cundido estos bichos en nuestra vida histórica, política y cultural. ¿Qué otra cosa fueron en vida los conquistadores y colonizadores españoles? ¿Nuestros próceres? ¿Los caudillos y montoneras que asolaron y empobrecieron al país durante el siglo XIX? ¿Los versificadores que descargaron sin piedad sus ripios y retóricas exhortaciones? Julien Barnes, en su libro El loro de Flaubert enumera los animales que obsesionaban al autor de Madame Bovary y menciona las ladillas que pescó mientras recorría la húmeda floresta de alguna odalisca durante su largo viaje por el oriente del mundo.
Lo asombroso es que un aparato de televisor, encendido únicamente en el canal muerto de CNN continúe vivo convertido en un anopluro ectoparásito. Es lo que mantiene en vilo a un médico acupunturista de mi vecindad que, sin lograr explicarse el fenómeno de que siga vivo lo que se ha declarado oficialmente muerto, sostenga que estaba viendo CNN en español justo en el instante en que Conatel, una de las patas de la Ladilla Mayor, rascándose la selva irritada, sacaba del aire a la emisora. Misteriosamente, todos los canales se apagaron para siempre, menos el canal de CNN, que siguió trasmitiendo imperturbable. ¿Es un milagro?
Mientras persista la piquiña o escozor en el pubis del país bolivariano, un acupunturista y su familia no podrán apagar el televisor si en verdad quieren enterarse de lo que pasa con ellos; es decir, de lo que nos acontece. Si lo hacen se desvanecerá fatalmente CNN para no volver. Se han visto obligados a comprar otro televisor para seguir viendo sus programas favoritos sin dejar de echar un ojo a CNN las veces que inopinadamente se refiere a Venezuela.
Un televisor, encendido día y noche únicamente en el canal de CNN, se ha convertido en una ladilla acupunturista, en un Pthirus pubis televisivo.
Igual o peor le va a un amigo venezolano que en Chile sufre el exilio junto a 23.000 compatriotas y mantiene encendido el televisor para enterarse de lo que sobre Venezuela puede asomar, de pronto, el canal de CNN chileno, pero tiene que soportar las banalidades y los detalles nimios y cotidianos que emanan del Palacio de la Moneda: las aventuras y desventuras de la señora Bachelet, la defenestración de una mujer en Concepción; el accidente en la carretera a Valdivia, la malograda cosecha en algún viñedo o las veces que Bolivia exige acceso al mar. ¡Pero qué puede hacer! Se trata del país, largo y afilado como un cuchillo que se clava en el corazón cada vez que un sismo agobia a sus habitantes. Juan Sánchez Peláez, enamorado del país que vio nacer a Vicente Huidobro y condolido ante la catástrofe de Valdivia en 1960: (9,5 en la escala de Mercalli), considerado como el sismo más potente en la historia de la humanidad, exclamó: “¿Por qué no le regalamos a Chile el estado Cojedes?”.
Es el anopluro que heredamos de “amor de patria”: su legado bolivariano; el microscópico cangrejo que ha desarrollado más tormentos de los que activa originalmente: la rasquiña militar, la picazón de la intolerancia, el ardor de la corrupción y del narcotráfico, la irritante tenacidad del despropósito y la presencia del propio anopluro ectoparásito cuando viste el castrense uniforme de gala.
No hay comentarios:
Publicar un comentario