Carta abierta a Zapatero
Sea por la razón que sea, frente al personaje que has decidido representar solo se me ocurre reiterarte mi respeto (ya no mi admiración) y pedirte que te dediques a otra cosa, el teatro no es lo tuyo. Zapatero a su zapato
Yo fui uno de los que salió a celebrar la victoria en aquel glorioso marzo de 2004. Te convertiste en presidente al derrotar al peligroso Aznar. Y eso ocurrió poco después del cobarde ataque terrorista en la estación de Atocha. Eran días movidos. Fechas en que la dignidad y la indignación caminaban o corrían por las calles de toda España.
Un año antes, en el desfile de las Fuerzas Armadas (que irónica e insensiblemente se lleva a cabo cada 12 de octubre en el reino del que vienes) no te pusiste de pie cuando la bandera de los Estados Unidos, en plena guerra de Irak, pasó por las tribunas. En ese entonces eras nada más y nada menos que José Luis Rodríguez Zapatero, un sujeto cercano a la honestidad política.
¿Qué pasó? ¿Los años te cambiaron? ¿Cómo es que ahora eres un buen amigo del único dictador de Suramérica? Tú sabes lo que está ocurriendo en Venezuela y conoces perfectamente toda la farsa que montó el tirano de turno con el famoso “diálogo” entre el gobierno y la oposición. Sin embargo hoy pides más diálogo, con un cinismo muy similar al del desfile militar español de cada 12 de octubre, (por cierto, ¿qué se supone que celebran ese día?).
Si fuesen tus hijos los que estuvieran estudiando en esas universidades venezolanas donde el aparato represor de la dictadura arrasa con todo lo que se mueve, ¿seguirías apoyando la pantomima del diálogo? Si tú o alguien querido por ti necesitaran algunas de esas medicinas que se consiguen sin ningún problema en cualquier otro país de Suramérica, ¿insistirías en el diálogo de excrementos? Si fueses uno de los diputados de la Asamblea Nacional, ahorcado y maniatado para ejercer el papel por el que todo un pueblo te eligió en las urnas, ¿seguirías cantando en el coro junto a Martín Torrijos y Leonel Fernández? Cantando estrofas como esta (que extraigo de El Nacional): “Reiteramos nuestro más firme compromiso con la tarea de fomentar el diálogo, la confianza y el reconocimiento recíproco entre el gobierno nacional y la oposición de Venezuela”. ¡Pardiez! ¿La frase se te ocurrió a ti? ¿Te inspiraste mientras comías en la elegantísima mesa de Miraflores, junto al innombrable autócrata? O ¿tal vez la creaste en uno de los lujosísimos vuelos que suelen traerte por estas tierras cuando vienes a hacerles venias a los señores de la muerte?
Te confieso que me duele verte en ese papel, ¡después de todo eres Zapatero! Me cuesta creer lo que veo y oigo cuando apareces en el escenario del mediocre teatro bolivariano. Me niego a creer que lo hagas por dinero o por los negocios que te ofrecen los criollitos corruptos multimillonarios del socialismo de este siglo. Tampoco me creo que tú les creas. Tú no vienes de las filas sádicas de Diosdado, ni del club de la ignorancia del bigotudo opresor. Tú eres abogado y fuiste el diputado más joven de la cámara en tus tiempos mozos. Así que no. Imposible que te comas el cuento de estos señores.
Sea por la razón que sea, frente al personaje que has decidido representar solo se me ocurre reiterarte mi respeto (ya no mi admiración) y pedirte que te dediques a otra cosa, el teatro no es lo tuyo. Zapatero a su zapato.
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