Estrategia
No es tiempo de bilis, sino de estrategias que produzcan nuevas consecuencias
Tras el anuncio de una fraudulenta Constituyente, el movimiento de indignación en la calle debe continuar respondiendo estratégicamente al autoritarismo. La realización de protestas mayoritariamente pacíficas, como fue reconocido por la Fiscal, evidenció dos importantes mensajes: Que la violencia tiene como origen el Estado y, dos, que el rechazo a la gestión de gobierno es mayoritario e incluye a todos los sectores de la población.
Los aciertos comunicacionales deben continuar. Cuando se estructura un mensaje, que incluye imágenes, se desea construir un significado y con ello generar una reacción prevista de antemano. Si bien hay que mantener un discurso destinado a la gente que ya se encuentra movilizada, una narrativa estratégica debe emitir también señales para quien, por las razones que sea, no se ha unido a las multitudes en movimiento.
Si entendemos que el chavismo como identidad política no va a desaparecer y que un sector -llámelo democrático, crítico o como guste- deberá incorporarse al proyecto de país futuro que está creciendo en este mismo momento, coincidiremos en que deben tenderse puentes para ganarlos a una transición. Y los primeros vínculos son discursivos. Lo táctico, en esta dirección, puede ir en dos niveles: Una retórica para inhibir y otra para sumar. La primera para aquellos destinatarios refractarios a establecer cualquier alianza con factores que no sean como ellos, pero que podrían dejar de apoyar públicamente a la dictadura, lo que es de por sí una ganancia. El segundo para quienes puedan sumarse al rechazo abierto, activo y explícito a la dictadura, aunque esto no implique incorporarse a la Mesa de la Unidad Democrática.
No estamos hablando sobre demagogia, ni de afirmar cosas en las que no se cree. El mejor ejemplo está en la defensa de la Constitución de 1999, como viene haciendo un amplio sector de la indignación. Enfatizar este aspecto y machacar que, como lo dice la propia Carta Magna, una Constituyente tiene como objetivo abolir la que existe y redactar un nuevo texto constitucional, tiene la virtud de agrandar la brecha entre quienes son fieles a Hugo Chávez y entre quienes son defensores de Nicolás Maduro. Usar a nuestro favor toda la campaña publicitaria, efectiva además, que el zurdo de Sabaneta realizó durante su primer mandato para mercadearla como la “mejor del mundo”. Y esto lo recuerda bien la gente que no le cree a ninguno de los columnistas de TalCual, por lo que es un “activo” semántico que está jugando contra el madurismo en los actuales minutos. Quedará en nosotros llevarlo hasta el máximo de sus posibilidades para abrir el camino para el retorno de la democracia. No es tiempo de bilis, sino de estrategias que produzcan nuevas consecuencias. @fanzinero
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