Maduro: la mala hora
Mientras más acelera la dictadura su ofensiva represiva, a la misma velocidad se desmorona su estrategia para mantenerse en el poder mediante inventos chuecos y triquiñuelas que no convencen a nadie medianamente informado. Son tan burdos los argumentos que ni siquiera perturban el sueño de esa caverna de caimanes dormidos que integran el comando ideológico y político de la supuesta revolución, hoy devenida en la más grande estafa política de los últimos tiempos en este continente.
No sólo han tirado a la basura los escasos argumentos socialistas que arrastraban penosamente en medio del gran lago de ignorancia en que navega Maduro y su camarilla, sino que han terminado por llevarse en su caída lo único que los sostenía a duras penas: el cadáver de Chávez, convertido en bisutería para regalar en las fechas patrias, en placebo para los males de la economía, en anzuelo para pescar a los izquierdistas roñosos y a los oficiales que habiendo tropezado en sus estudios militares no pudieron brillar en los primeros lugares de sus promociones.
Ahí está el origen de tanta mediocridad, de tanta rapacería y afán de escalar socialmente y de acumular dinero por vías de la corrupción y el narcotráfico, como bien lo delatan las investigaciones adelantadas a escala internacional por diferentes cuerpos de seguridad e institutos de investigación sobre el crimen organizado y su transnacionalización en nuestro país.
No queda duda alguna de que hoy ya no se discute sobre el derrumbe de la aventura militar bolivariana y el futuro de sus moribundas extensiones en otros países, sino cómo fue posible que un país relativamente sano y con inmensos recursos pudo caer en manos de unos improvisados pillos, aventureros sin valor ni vergüenza, escasos de principios, soldados sin victorias conocidas y más bien con exceso de derrotas. ¿Dónde está la inteligencia y la formación profesional de estos próceres? ¿Tuvieron alguna vez la capacidad de transformar el país, de cambiarlo para bien, de encausarlo hacia los retos del siglo XXI?
En manos de estos señores (la palabra les queda grande) el país ha fracasado moral y económicamente, se aumentó la producción de hampones y criminales, de asesinatos y asaltos a mano armada, de lavado de dinero y de uso indebido de los bienes públicos. El dinero cambia de mano pero sólo en la cúpula, al resto del país, a empleados y obreros se les dan las sobras en forma de bonos y aumentos ficticios porque nada aumentan como no sea la pobreza y el hambre.
Ayer esta camarilla que nos gobierna volvió a morder el polvo cuando con la prepotencia de siempre les quiso imponer a la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños una declaración de apoyo a la última locura de Maduro: la “reconstituyente”, una suerte de pócima para revivir un cadáver que se niega a reposar en su tumba. Pero nadie le compró la idea a Delcy la fea y salieron con las tablas en la cabeza.
Como bien dijo a la agencia AFP el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, convocar a una Asamblea Constituyente es “fraudulento” porque “es el pueblo exclusivamente el único que cuenta con poder constituyente”. ¡Ay Nicolás, que mal te veo!
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