“Por la parada”. Carta a Maduro
La periodista venezolana Mireya Tabuas, residenciada en Chile, le escribe al presidente Nicolás Maduro, ese que alguna vez fue chofer de Metrobús
Esta carta no es para el Usted de ahorita. Está dirigida al chofer de Metrobús que alguna vez fue, en este pasado remoto (cuando era flaco) del que quizás no se acuerda. No es mi intención menospreciar su pasado laboral. Todo lo contrario. Creo –mi mamá y mi papá me lo enseñaron así- en el valor del trabajo. ¡Y vaya responsabilidad la de quien maneja un bus y tiene bajo su protección vidas humanas! Siento que hay que quitarse el sombrero ante los buenos conductores, que respetan las normas de tránsito, que moderan la velocidad, que manejan sobrios, que tienen sus manos siempre al volante y la cabeza en la vía, que mantienen su vehículo en buen estado, que dan los buenos días a sus pasajeros, que respetan el pasaje gratuito de los mayores. Un chofer tiene actos de heroicidad diarios.
Le escribo al señor transportista que Ud. fue porque he pensado partir este texto con la idea de que saber conducir un bus podría ser un buen currículo para ser presidente de la República. Mejor que militar mil veces: los militares están entrenados para la guerra, los choferes para la pacífica labor de trasladar diariamente a miles de personas. Un chofer es, de algún modo, un guía, un padre que se responsabiliza de llevar sanos y salvos a sus pasajeros, quienes, en el trayecto se convierten en una suerte de hijos temporales, absolutamente vulnerables a su buen o mal desempeño en la vía.
Reitero que creo que haber sido chofer podría ser como una pasantía para un aspirante a jefe de Estado. Veamos por qué: un chofer conduce, un presidente también (pero su vehículo es más grande); un chofer tiene a sus espaldas cientos de vidas de desconocidos, un presidente también es responsable de las vidas y destinos, en su caso de millones de personas; un chofer, además, lleva a sus pasajeros hacia un rumbo, un presidente también.
¿Me va siguiendo? ¿Se da cuenta de que, en teoría, su experiencia podría ser muy valiosa? Su historial como chofer nos debería tener a todos seguros y confiados.
Sin embargo, no es así.
Volvamos a remontarnos a su época de conductor de Metrobús. De verdad le pregunto, sinceramente: ¿Qué hacía Ud. en los noventa cuando uno o varios pasajeros del bus le gritaban: “¡Por la parada!”? Usted se detenía, ¿o no? Esas personas le estaban diciendo que se parara en el sitio designado para ello. Supongo que Ud. les hacía caso, porque eso decía la normativa de tránsito. Y si varios le reclamaban que iba a exceso de velocidad… ¿la disminuía o, por el contrario, aceleraba más? O si le alertaban que había un pasajero con un ataque al corazón o una pasajera en trabajo de parto, ¿Usted seguía manejando como si nada o llamaba a la central y pedía asistencia? Y si le avisaban que el bus está oliendo a quemado, ¿Usted seguía manejando de lo más normal? o ¿se reía con sorna de esas alertas? Y si sus pasajeros protestaban porque cambió de ruta, ¿Ud. volvía al camino correcto o insistía en llevarlos a un trayecto que no fue para el cuál se montaron en el bus?
Reviso lo que ha pasado en Venezuela desde abril de este año y ¿sabe qué imagen me viene a la mente?: Lo veo a usted manejando desenfrenadamente sobre una calle llena de cadáveres y, si hay personas vivas en su camino, lo veo atropellarlos sin piedad, tan ávido de seguir al mando del bus y tan avaricioso de llevarlo por las rutas que a Ud. le da la gana. Veo que el vehículo no tiene ya ventanas sino rejas, ha convertido en presos a sus pasajeros. Ud. no solo se sale de la ruta, comiéndose los semáforos, sino que ahora, además, decidió cambiar el nombre de las esquinas, de las calles, de las avenidas, de las autopistas, de la ciudad, del país, solo por aferrarse con morbo al asientico del chofer. ¿Sabe a quién se me parece en estos momentos? , a Pierre Nodoyuna (con la risita de Patán), el de la comiquita Los Autos Locos, tratando de llegar a la meta con trampas.
Leí en alguna parte que Ud. no fue buen chofer porque se dedicó al sindicalismo. El problema que tiene ahora es que no se puede ser, al mismo tiempo, patrón y dirigente del sindicato. Y, sin dudas, a Ud. parece que lo de ser patrón le encanta.
Como chofer, no es buen presidente. Como presidente, tampoco es un buen chofer. No ha logrado conducir hacia ningún destino. El bus da vueltas, mientras los cauchos se gastan y se consume la gasolina. Está destrozado por tantos choques, destartalado por la falta de mantenimiento. Sus pasajeros le exigen detenerse. Y no uno. Muchos. Todos. El domingo 16 de julio le demostramos rotundamente que no queremos que Ud. cambie el camino, porque así como Ud. no era el dueño del Metrobús de 50 pasajeros que manejó en los noventa, tampoco es dueño de ese gigantesco autobús de más de 30 millones de ciudadanos que es Venezuela. Ud. no es más que un trabajador al servicio de quienes transporta.
Señor conductor de Metrobús, señor Presidente, un país entero le está gritando: “Por la parada”. El bus va hacia un desfiladero.
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