Odio, porno y censura
Cualquier excusa le resulta buena al oficialismo para seguir restringiendo la libertad de expresión en el país
La aprobación de la Ley contra el odio y la tolerancia por parte de la Constituyente materializó otra de las aspiraciones totalitarias del gobierno, aferrarse a alguna herramienta “jurídica” que le permita presionar y perseguir a sus oponentes bajo criterios tan subjetivos como los esbozados en esa ley.
Viniendo de la ANC, “el bebé” nacido este miércoles debería ser cadáver puesto que la Constituyente, siendo fieles a la separación de poderes en Venezuela, es un parlamento fantasma: existe, ejerce y fastidia a la Asamblea Nacional, la institución legítima a la que pretende sustituir pero usurpa sus funciones con la anuencia del resto de poderes, ejecutivo, ciudadano y judicial.
Hablando del Poder Judicial, llamó poderosamente la atención este martes que la Sala Constitucional del TSJ ordenara el cierre del semanario deportivo El Heraldo luego de dictaminar “que sus publicaciones pornográficas no deben estar al alcance de niños, niñas y adolescentes.” Además, los magistrados prohibieron la divulgación de toda imagen de contenido sexual implícito o explícito en anuncios publicitarios para medios impresos que sean exhibidos públicamente ante menores de edad.
Pacatería aparte, la sentencia redactada por Carmen Zuleta de Merchán establece un precedente jurídico muy peligroso a la hora de obsequiarle unas tijeras de oro a ese gran hermano de la censura representado por el Estado, siempre en busca de cualquier “desliz” de sus adversarios políticos para intentar borrarlos del mapa.
Delcy Rodríguez (ANC) o Carmen Zuleta (TSJ) son cada vez más peligrosas a medida que se sigan promulgando “Leyes del Odio” o sentencias que atenten contra la libertad de expresión, terrenos fértiles para mantener la confrontación tan anhelada por el gobierno.
El doble discurso es demasiado evidente: el oficialismo jura estar estimulando la paz, la concordia y el recato público, pero en sus actos concretos sólo busca la confrontación y la aniquilación de cualquier tipo de voz disidente a su modelo socialista del siglo XXI.
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