Los gais dan el ejemplo a los machazos en Cuba
La Comunidad LGBTI+ dio una admirable muestra de civismo en Cuba, y su corajudo desafío al gobierno recuerda al ejemplo dado cada semana por las Damas de Blanco
Miércoles, mayo 15, 2019 | René Gómez Manzano
LA HABANA, Cuba.- El pasado sábado 11 de mayo tuvo lugar, en el centro histórico de La Habana, una Marcha del Orgullo Gay de carácter independiente. Desafiando el imponente despliegue represivo, centenares de activistas LGBTI+, acompañados de numerosos simpatizantes, desfilaron valientemente por el Paseo del Prado, desde el Parque Central hasta el Malecón. Al llegar a esta última avenida, la policía puso fin al evento. ¿Teme el régimen un nuevo “Maleconazo”?
Se trató de la primera manifestación independiente realizada en la capital cubana desde la que semanas atrás escenificaron los adversarios del maltrato animal. Por esta única vez, la marcha sabatina no fue organizada por la doctora Mariela Castro Espín y sus paniaguados del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
Las razones esgrimidas por la Sexóloga en Jefa para no escenificar este año su habitual conga provocan sorpresa. Las dificultades económicas, el entorno político internacional y la actitud hostil de Washington parecen más bien pretextos. Al parecer, se decidió no convocar el desfile para evitar cualquier expresión “políticamente incorrecta” que, en medio del masivo descontento popular con el actual incremento de las carencias de todo tipo, pudieran hacer personas nada ortodoxas que, por definición, no suelen actuar como otros esperan de ellas.
Por consiguiente, lo que en las marchas convocadas por el CENESEX era acatamiento del poder y conformismo político se transformó por esta vez en desafío a las mismas autoridades que, como nos enseña la Historia, si por algo se han caracterizado ha sido por su rechazo y su represión a cualquier expresión de homosexualismo.
Ahí están, para recordárnoslo, los bochornosos campos de concentración de las llamadas “Unidades Militares de Ayuda a la Producción” (las tristemente célebres UMAP) y los encendidos discursos del “Máximo Líder”. En estos —muy difundidos por cadenas de radio y televisión, y reproducidos después en los periódicos nacionales— se vio el espectáculo lamentable de un jefe de estado que arremetía, con expresiones peyorativas de todo tipo, contra una categoría de conciudadanos, por el solo hecho de tener una orientación sexual diferente.
La conversión de la conga obediente, organizada por la hija predilecta de su papá, en un desafío cívico, representa un buen ejemplo de la forma en que las cosas, respondiendo a sus propias realidades y esencias, se transforman de manera dialéctica (como dirían Hegel y también —¿por qué no mencionarlo?— Marx).
La marcha contestataria explica asimismo la mucha razón que tuvo en su momento el otrora Represor en Jefe, comandante Ramiro Valdés Menéndez, al hablar del “potro salvaje del internet”. Fue a través de las redes sociales que se arribó al necesario consenso para realizar la marcha, a pesar de las reticencias de Doña Mariela y los burócratas que la rodean.
La reacción de la aludida señora ante lo ocurrido no deja de resultar sorprendente. Según el diario El Nuevo Herald, ella manifestó que se trató simplemente de “un show organizado desde Miami y Matanzas”. A esto sólo cabría comentar: ¿Y qué? ¿Acaso los cubanos de esas dos ciudades no son compatriotas nuestros!
El corajudo desafío planteado al gobierno castrista por la comunidad LGBTI+ y sus amigos recuerda al ejemplo dado cada semana, durante años, por las dignas Damas de Blanco. Al menos hasta que alguien tuvo la ocurrencia de enarbolar el lema “Todos Marchamos”, con lo cual se desvirtuó el carácter puramente femenino de esa ejemplar protesta.
Las representantes del “sexo débil”, con sus actos, les demostraban a los “machazos”, domingo tras domingo, que ellos estaban sometidos a los abusos del régimen y soportaban como carneros todos los atropellos de éste. De manera análoga, ahora también las “locas”, “chernas”, “patos”, “gansos”, “maricas” (o cualquier otra expresión despectiva que quiera dárseles), con su valiente actitud, han hecho ese mismo llamado cívico a esos “hombres varones y masculinos”.
Razón tiene Diario de Cuba cuando, en su más reciente editorial, califica la marcha del pasado sábado como “un hito en la lucha por los derechos humanos en Cuba”.
Se trató de la primera manifestación independiente realizada en la capital cubana desde la que semanas atrás escenificaron los adversarios del maltrato animal. Por esta única vez, la marcha sabatina no fue organizada por la doctora Mariela Castro Espín y sus paniaguados del gubernamental Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX).
Las razones esgrimidas por la Sexóloga en Jefa para no escenificar este año su habitual conga provocan sorpresa. Las dificultades económicas, el entorno político internacional y la actitud hostil de Washington parecen más bien pretextos. Al parecer, se decidió no convocar el desfile para evitar cualquier expresión “políticamente incorrecta” que, en medio del masivo descontento popular con el actual incremento de las carencias de todo tipo, pudieran hacer personas nada ortodoxas que, por definición, no suelen actuar como otros esperan de ellas.
Por consiguiente, lo que en las marchas convocadas por el CENESEX era acatamiento del poder y conformismo político se transformó por esta vez en desafío a las mismas autoridades que, como nos enseña la Historia, si por algo se han caracterizado ha sido por su rechazo y su represión a cualquier expresión de homosexualismo.
Ahí están, para recordárnoslo, los bochornosos campos de concentración de las llamadas “Unidades Militares de Ayuda a la Producción” (las tristemente célebres UMAP) y los encendidos discursos del “Máximo Líder”. En estos —muy difundidos por cadenas de radio y televisión, y reproducidos después en los periódicos nacionales— se vio el espectáculo lamentable de un jefe de estado que arremetía, con expresiones peyorativas de todo tipo, contra una categoría de conciudadanos, por el solo hecho de tener una orientación sexual diferente.
La conversión de la conga obediente, organizada por la hija predilecta de su papá, en un desafío cívico, representa un buen ejemplo de la forma en que las cosas, respondiendo a sus propias realidades y esencias, se transforman de manera dialéctica (como dirían Hegel y también —¿por qué no mencionarlo?— Marx).
La marcha contestataria explica asimismo la mucha razón que tuvo en su momento el otrora Represor en Jefe, comandante Ramiro Valdés Menéndez, al hablar del “potro salvaje del internet”. Fue a través de las redes sociales que se arribó al necesario consenso para realizar la marcha, a pesar de las reticencias de Doña Mariela y los burócratas que la rodean.
La reacción de la aludida señora ante lo ocurrido no deja de resultar sorprendente. Según el diario El Nuevo Herald, ella manifestó que se trató simplemente de “un show organizado desde Miami y Matanzas”. A esto sólo cabría comentar: ¿Y qué? ¿Acaso los cubanos de esas dos ciudades no son compatriotas nuestros!
El corajudo desafío planteado al gobierno castrista por la comunidad LGBTI+ y sus amigos recuerda al ejemplo dado cada semana, durante años, por las dignas Damas de Blanco. Al menos hasta que alguien tuvo la ocurrencia de enarbolar el lema “Todos Marchamos”, con lo cual se desvirtuó el carácter puramente femenino de esa ejemplar protesta.
Las representantes del “sexo débil”, con sus actos, les demostraban a los “machazos”, domingo tras domingo, que ellos estaban sometidos a los abusos del régimen y soportaban como carneros todos los atropellos de éste. De manera análoga, ahora también las “locas”, “chernas”, “patos”, “gansos”, “maricas” (o cualquier otra expresión despectiva que quiera dárseles), con su valiente actitud, han hecho ese mismo llamado cívico a esos “hombres varones y masculinos”.
Razón tiene Diario de Cuba cuando, en su más reciente editorial, califica la marcha del pasado sábado como “un hito en la lucha por los derechos humanos en Cuba”.
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