Los ladridos de Bam Bam retumbaban en medio del estallido de las bombas lacrimógenas y los disparos que se registraron el pasado 15 de abril de 2018. Ese día se llevó a cabo un procedimiento irregular liderado por efectivos de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (Dgcim) para detener a Alonso Mora, un defensor de los derechos humanos que desde entonces ha sido sometido a un sinfín de torturas.
El hecho tuvo lugar en su vivienda ubicada en Los Teques, estado Miranda. Bam Bam era una de las tres mascotas que ese día acompañaban a Mora y fue la única que no logró huir. El Golden Retriever fue utilizado como método de coacción para lograr la detención del activista: primero cortaron su oreja derecha y posteriormente lo descuartizaron con la única finalidad de advertir que lo mismo podría pasar a la familia si no se entregaba a las autoridades.
El atroz crimen contra el perro es parte de la denuncia que hacen los familiares de Mora desde hace varios meses. Por miedo a represalias, pidieron permanecer en el anonimato antes de acceder a contar su historia para El Diario.
Los hechos
Alonso Mora, de 33 años de edad, fue detenido por supuestamente formar parte de una “célula terrorista” que tenía intenciones de derrocar al régimen de Nicolás Maduro, además de su presunta vinculación con el fallecido ex Cicpc Óscar Pérez. Su aprehensión tuvo lugar durante la “Operación Gedeón II”, en la que más de 10 personas fueron capturadas, entre ellos Vasco Da Costa, Érick Villalba, José Luis Santamaría y Fravier Bello, todos defensores de los derechos humanos.
Aquel 15 de abril el hombre fue llevado a la sede de la Dgcim, en Boleíta. Allí lo confinaron en un lugar clandestino llamado Área 51. De acuerdo con la denuncia de sus allegados, a Mora lo desnudaron y le propinaron descargas eléctricas hasta dejarlo inconsciente, le arrancaron las uñas de las manos, le dislocaron varios miembros del cuerpo y también le habrían mostrado el video de la ejecución de Bam Bam.
Alonso Mora y su mascota. Foto: Cortesía
La familia de Alonso Mora no supo de su paradero hasta que el ministro de Interior, Justicia y Paz, Néstor Reverol, apareció en una rueda de prensa dando detalles de la “Operación Gedeón II”. Sin embargo, no lograron verlo de inmediato; el encuentro se produjo dos semanas después de detención, en la audiencia de presentación ante el Ministerio Público.
Mora fue imputado por instigación a la rebelión, al motín y traición a la patria. Posteriormente fue trasladado a la cárcel de Santa Ana en el estado Táchira, donde habrían continuado los golpes y las torturas. Funcionarios del Ministerio Público constataron su condición de salud y registraron las marcas de las constantes torturas, lo que permitió que meses más tarde la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) emitiera medidas cautelares a su favor y emplazara al Estado venezolano a dar respuestas a su caso.
Sin embargo, como ha sucedido con otros presos políticos, no se ha cumplido el dictamen. La familia de Alonso Mora insiste en que es inocente y descarta cualquier vínculo con el terrorismo. Por el contrario, afirman que el detenido es un ferviente defensor de los derechos humanos, además de locutor y chef.
Alonso Mora. Foto: Cortesía
Actualmente Mora está recluido en la cárcel militar de Ramo Verde. A pesar de los constantes abusos a los que fue sometido, nunca ha recibido atención médica. En su cuerpo se evidencian varios lipomas — que siguen apareciendo constantemente y de los que se desconocen su origen — y no puede afincar los pies, lo que le impide caminar correctamente.
Su caso fue expuesto a la alta comisionada para los derechos humanos de la ONU, Michelle Bachelet, en su visita de tres días a Venezuela en junio pasado. Al igual que las otras cientos de denuncias, la de Mora sigue en un limbo y sin señales de cambio.
Foto: Cortesía
Notablemente afectada, la familia de Mora exige su libertad plena y también la de todos los presos políticos. Desde el momento de su aprehensión han iniciado una lucha para difundir la verdad y dar a conocer el terrible operativo en el que fue capturado.
Por ahora, Alonso Mora ni siquiera tiene fecha para el inicio de un juicio, mientras sus parientes continúan atemorizados por la situación. Los familiares exigen que se deje de ver a los presos como una cifra y se comience a mostrar todos los rostros de los afectados y de sus familiares, quienes viven en primera fila el infierno de los presos políticos venezolanos.