En Beauraing, la Virgen María dijo: "recen, recen mucho, recen siempre". No dijo solo una vez "recen", sino que lo repitió dos veces: "recen mucho, recen siempre". Y, por lo tanto, también recen en tiempos difíciles, en la travesía del desierto. En Beauraing también dijo: "Convertiré a los pecadores". En otras palabras, los pondré de nuevo en camino, en un camino de esperanza, un camino de luz si están en la oscuridad, en medio de pruebas o en pecado.
El período que estamos atravesando es quizás una oportunidad para devolver algo de luz a nuestras vidas y María puede guiarnos. También se presentó en Beauraing como la Virgen Inmaculada, la Madre de Dios y la Reina del Cielo. Quizás con estos títulos nos invita a redescubrir una dimensión algo oculta de nuestras vidas...
Somos de la Tierra, por supuesto, y consideramos toda nuestra fragilidad, toda nuestra debilidad, pero también somos del Cielo. Y, sobre todo, el mensaje de Beauraing termina el último día de las apariciones, el 3 de enero de 1933, con un diálogo muy bello entre los niños y la Virgen: "¿Aman a mi Hijo? ¿Me aman? Entonces, sacrifíquense”. Es un mensaje sobre el amor, el amor que se hace más profundo, el amor a Cristo y a la Virgen María, un amor que resulta del sacrificio.
Es una palabra un poco difícil, pero cuando dijo "sacrifíquense", seguramente se refería a donarse, a dar la vida. Quizás en este momento tan difícil que estamos viviendo, tenemos que pensar en cómo darnos a los demás. Muchos se dan a sí mismos, se dedican a los demás. Hay cosas admirables en los servicios que nos prestamos entre nosotros; pero también podemos entregarnos en tiempos difíciles; ofrecer, ofrecer nuestra vida y nuestros sufrimientos; ofrecer nuestro dolor por amor.
María en Beauraing mostró un corazón de oro: se apareció en un jardín escolar, el Instituto de Nuestra Señora del Sagrado Corazón, por tanto, una escuela dedicada al Corazón de Jesús, y allí también nos muestra su Corazón. Finalmente, el Corazón de Jesús y el Corazón de María son el Corazón de amor del Padre y quizás en estos tiempos difíciles se nos invita a volver a lo esencial, al corazón de nuestra fe y al corazón de Dios.
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