Del nazismo al chavismo: la vergonzosa política internacional argentina
Luego del papelón del embajador chavista-kirchnerista en la OEA, ahora decimos otra cosa ante la ONU
El papelón de la semana pasada fue demasiado. Incluso para Argentina y su triste política internacional, si tiene algo así. El pasado 29 de septiembre, en una reunión de la Organización de los Estados Americanos (OEA), el representante de Alberto Fernández (y su coalición esquizofrénica con Cristina Kirchner) aprovechó la oportunidad para justificar al régimen de Nicolás Maduro. Carlos Raimundi aseguró que existe «una apreciación sesgada de lo que son las violaciones a los Derechos Humanos en determinados países» y que el Gobierno al que representa no tomará «posición ideológica» contra del chavismo. En su bochornoso discurso, el funcionario aseguró que prefiere centrarse en «las personas que sufren», como si no lo hicieran los venezolanos bajo la dictadura.
Los medios nos sorprendimos, ya que a pesar de la ambigüedad usual del actual oficialismo argentino con este tema, la posición prochavista de Raimundi fue explícita. Hasta ese momento el informe Bachelet había sido el punto que Alberto Fernández había elegido para su posición tibia, evitando caer en la justificación más impúdica de la dictadura. Pero con el correr de las horas trascendió que los únicos sorprendidos no fuimos los periodistas. El mismo presidente estaba histérico con las palabras de su representante y, según indican los allegados a la Casa Rosada y la Quinta de Olivos, hasta se empezó a barajar con la solicitud de un pedido de renuncia inmediata. Por estas horas, el Poder Ejecutivo estaría pensando en una salida decorosa, para no dejar tan en evidencia la falta de mando y peso político real del jefe de Estado.
De esta manera, y en un intento desesperado de corregir el rumbo, en la jornada de hoy el Gobierno argentino apoyó ante las Naciones Unidas el trabajo de la expresidente de Chile sobre la situación de los derechos humanos bajo el totalitarismo chavista.
«La Argentina está preocupada por la situación de Derechos Humanos y por la crisis política y humanitaria agravada por las sanciones y la pandemia de Covid 19. Entendemos que los derechos fundamentales de todos los venezolanos deben prevalecer sobre otras consideraciones», señaló el embajador Federico Villegas. Con el voto, el enviado de Fernández buscó borrar con el codo lo que Raimundi dijo ante el mundo la semana pasada.
Más que un rumbo claro, nuevamente las autoridades argentinas no muestran más que improvisación y oportunismo. Pero este patético comportamiento en materia de política internacional no es nuevo y viene desde hace muchos años.
De la afinidad con el Eje a la declaración ridículamente tardía
Durante la Segunda Guerra Mundial, el proceso militar nacionalista del que formaba parte Juan Domingo Perón era abiertamente germanófilo. El mismo fundador del Partido Justicialista se había formado en Italia y tomó las principales ideas de Benito Mussolini para su movimiento. Aunque parezca increíble, la Carta del Lavoro fascista sigue inspirando la legislación laboral atrasada del peronismo.
El titubeo actual respecto a Venezuela, la especulación y la tendencia a estar del lado equivocado de la historia recuerda mucho a la alineación internacional de la Argentina durante la primera mitad del siglo XX. Recién un año antes del final de la guerra, las autoridades locales se animaron a romper relaciones formales con el Eje. El 27 de marzo de 1945, con el conflicto bélico absolutamente definido, Argentina declara finalmente que apoya a los aliados contra de la barbarie nazi.
Esa semana, la Alemania de Hitler tiraba sus últimas bombas sobre Inglaterra, con el territorio europeo absolutamente perdido. Un mes después, el psicópata del Führer se suicidaba en el búnker de Berlín. Aunque Argentina intentó ponerse del lado vencedor, los aliados jamás olvidaron su posición ambigua y filonazi. Esto fue algo que el país pagó muy caro durante muchas décadas. Parece que no aprendimos nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario