“Patria o Muerte se acabó, ahora es Patria y Vida”: cubanos opinan
“Patria y Vida” resume lo que no han tenido los cubanos desde 1959. Con un lenguaje sin estridencias exige para el pueblo y su diáspora el fin de la dictadura
LA HABANA, Cuba.- Como un baldazo de agua helada le ha caído al régimen el tema musical “Patria y Vida”, una producción en la que participan los populares artistas de Gente de Zona, Descemer Bueno y Yotuel Romero, junto a los raperos Maikel Osorbo y El Funky, bien conocidos en el ámbito underground cubano. El videoclip, dirigido por el realizador cubano Asiel Babastro, alcanzó el medio millón de vistas en YouTube durante las primeras 24 horas, generando un estado de opinión en las redes sociales que la jauría oficialista, con todo su poder mediático, no ha logrado contener.
Solo en la jornada de este jueves el diario Granma dedicó cuatro textos a intentar desacreditar lo mismo la canción que a sus intérpretes. El mandatario Miguel Díaz-Canel le salió al paso en Twitter con una estrofa de la “Pequeña serenata diurna”, de Silvio Rodríguez, dejando claro que el nuevo tema está tan pegao que hay que responderle con lo mejor de la cancionística revolucionaria.
Mientras los cibernautas esperan una posible réplica firmada por algún pseudopoeta del castrismo —Raúl Torres, Israel Rojas, Arnaldo Rodríguez, Ray Fernández o Virulo—, y los odiadores procuran desesperadamente imponer la oscura consigna de “Patria o Muerte” sobre el promisorio mensaje de “Patria y Vida”, CubaNet salió en busca de opiniones; pues ya el videoclip ha sido visto y compartido por muchos habaneros que se sienten identificados con el sentimiento que emana de la canción.
En las calles semidesiertas del municipio Centro Habana, el más complicado por la pandemia, los jóvenes admiten que “Patria o Muerte” es una premisa envejecida, contraria a los tiempos que corren. La crisis que por más de sesenta años ha pesado sobre tantas generaciones de cubanos, ha ido derribando cada uno de los mitos de la Revolución como faro de la igualdad social en el continente latinoamericano. El aumento de la pobreza y el desamparo, la ausencia de oportunidades para las nuevas generaciones y el freno constante a las libertades individuales han hecho perentorio un discurso de oposición articulado también desde el arte; sin entelequias ni fabulaciones sobre el porvenir.
“Patria y Vida” resume lo que no han tenido los cubanos desde 1959. Con un lenguaje sin estridencias exige para el pueblo y su diáspora el fin de una dictadura que lleva demasiado tiempo cebándose con la muerte de sus ciudadanos. La insistencia en la consigna fidelista no ha sido tanto para los capataces del Partido Comunista como para el cubano raso; el que le pone el pecho a las crisis, el que cruza en balsas endebles el estrecho de la Florida, o se arriesga a cruzar la selva del Darién. El que a fuerza de apologías ha sufrido la muerte moral que conduce inevitablemente a la deshumanización; el que habiendo renunciado a todo en pos de un espejismo se olvidó de vivir, y hoy se duele ante el fracaso colosal de la utopía que devoró sus mejores años.
“Patria y Vida” le ha dolido al castrismo por su letra y por la actitud rebelde de negros cubanos que, según la lógica racista de la casta verde olivo, debían estarle eternamente a agradecidos a la Revolución por haberlos hecho personas. Negros de allá y de acá unidos en la misma certeza que algunos abrazaron antes que otros, con un costo individual diferente, aunque nada de eso importe ya. Lo que cuenta es el gesto cimarrón de decir “Basta”, el mensaje transmitido a las nuevas generaciones que nada quieren saber de militancias, ni del sacrificio como norma y recompensa; mucho menos de la muerte.
Patria, vida, libertad y prosperidad constituyen el acicate de miles de jóvenes que le han dado la espalda al proceso estéril del socialismo; jóvenes en los que no hacen mella las difamaciones del noticiero ni los versos soporíferos de Raúl Torres o cualquier otro cantautor subvencionado. El castrismo bajo presión lanza consignas, repudios y manotazos. La oposición, sea del color que sea, aun defendiendo intereses diversos, atrae más adeptos a sus filas para reconstruir el país de todos.
La Revolución Cubana perdió su belleza casi al nacer, y con los años no ha hecho sino deformarse hasta lo grotesco. Gracias a la explotación sistemática de la mayoría por un hato de criminales, a estas alturas nadie cree que valga la pena morir por ella.
El viento del cambio sopla con fuerza desde todos lados para alentar a un pueblo que todavía siente miedo, pero se muestra cada vez menos indiferente a las sacudidas. Los cubanos saben que se acabó, que el juego se trancó hace mucho tiempo y el régimen está tan desmoralizado que riposta solo por vicio. “Patria y Vida”, más allá de las consideraciones estéticas, es parte de la banda sonora de la libertad, una espuela clavada en los ijares de la dictadura.
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