Entre remiendos y trueques la crisis económica también llegó al clóset de los venezolanos
Costureras y zapateros se han convertido en la opción del venezolano para renovar prendas y calzados. Los bajos salarios dificultan la posibilidad de costear ropa o zapatos nuevos. Las modalidades de pago van desde dólares hasta productos de primera necesidad. De acuerdo con las personas entrevistadas para este trabajo, la clientela ha aumentado en 40 % entre 2020 y lo que ha transcurrido de 2021.
Maturín. El poco poder adquisitivo de las familias venezolanas ha reducido las oportunidades de adquirir prendas de vestir nuevas, y aunque las tiendas se esfuerzan por hacer ofertas asequibles al bolsillo, los bajos salarios no permiten que el ciudadano común pueda comprarlas. Por eso buscan opciones como mandar a remendar, reformar o reparar la ropa y calzados que ya tenían en sus armarios.
Las costureras y zapateros representan una nueva posibilidad para vestir. En Monagas, la gente recurre cada vez con más frecuencia a ellos para renovar prendas que incluso habían dejado de usar. Los precios varían de acuerdo con el trabajo que se le deba realizar a la ropa o al zapato.
“Tenía varios pantalones guardados que he decidido mandar a arreglar porque algunos tienen la bota ancha. Eso era antes que uno regalaba o botaba la ropa. Ahorita lo que queda es mandarla a arreglar para volver a usarla”, comenta Gleimar Rojas.
En el caso de las costureras los precios van desde 1 millón de bolívares por coser un cierre hasta 2 millones por poner parches. Aquellas prendas que requieran más trabajo aumentan el precio.
“Hay prendas que hay que descoserlas para acomodarlas. Hay quienes vienen para que les reforme un vestido, que le quite los tirantes, que se los ponga, etcétera. Esos trabajos son más caros porque ameritan más tiempo. Por reformar un vestido yo cobro entre 2 millones y 3 millones de bolívares. Todo depende de si el vestido es largo o corto, eso influye”, explica Diannora Pereira, costurera.
Agarrarle ruedo a los pantalones suele ser lo más económico y lo más demandando por los clientes. El precio va desde 1 millón a 1,5 millones de bolívares, dependiendo de si hay que cortar el pantalón.
“La gente siempre viene por ruedos o por ajustes para un pantalón que les queda ancho, eso es trabajo fijo. A veces traen hasta cinco pantalones y me cuentan que tenían mucho tiempo sin usarlos. Últimamente la gente no compra pantalones por lo costoso y vienen a nosotras para arreglar los que ya tienen”, detalla Pereira.
En cuanto al precio de las telas, el aumento ha sido considerable. Telas que en diciembre tenían un costo de 3,5 millones de bolívares hoy cuestan el doble. El metro de tela jersey de algodón tiene un valor de 2 millones de bolívares.
Zapateros cobran en dólares
Remendar calzado también se ha convertido en una opción para quienes no alcanzan a comprar unos nuevos por el bajo salario o porque destinan el dinero para comida u otras necesidades.
En Monagas hay zapateros que tienen como dinámica el popular trueque, se repara un zapato a cambio de productos de la canasta alimenticia, mientras que otros ya han adaptado sus tarifas a moneda internacional.
Quienes cambian sus servicios por comida, explican que suelen aplicarlo con clientes fijos. Les piden que les den en productos de la cesta básica el monto total de su trabajo.
Yo lo hago más que todo con mis clientes fieles, personas que siempre mandan a hacer trabajos conmigo. Me pagan con dos harinas y una mortadela, ellos ven ahí como me pueden pagar el trabajito”, dice Wilfredo Muñoz, zapatero.
En el centro de Maturín coser la suela de un zapato deportivo tiene un costo de 4 dólares, al cambio en bolívares para la fecha de publicación de esta nota serían Bs 7.583.612, aproximadamente. Cuando se trata de zapatos de vestir o de cuero, el precio aumenta a 6 dólares.
“Para que un zapato quede bueno se necesita trabajar con buenos materiales, una buena pega, un buen hilo, por eso cobramos en dólares para poder comprar nuestros materiales, porque si tuviéramos precios en bolívares ahí sí tendríamos que cambiar el cartel todos los días. El precio no es el mismo para todo, hay que ver cómo está el zapato”, destaca.
Muñoz precisa que la forma de pago es a gusto del cliente, pero por lo general reciben bolívares por pago móvil a la tasa de cotización del dólar del día. También reciben billetes, pero “el vuelto siempre nos echa la partida para atrás”, agrega.
De acuerdo con las personas entrevistadas para este trabajo, tanto el trabajo de costureras y zapateros en Monagas ha aumentado en 40 %. Aseguran que son cada día más las personas que acuden a ellos para hacer remiendos a ropa y zapatos.
Antes nosotros teníamos trabajo, porque siempre hay gente que manda acomodar una que otra cosa. Pero ahora, por lo menos para mí, la clientela ha aumentado mucho. Yo podría decir que por día recibo alrededor de seis o siete personas. Tengo que tener la máquina en buen estado para rendir en el trabajo que llega”, puntualiza Pereira.
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