Dedico el presente artículo en nombre de la familia venezolana y la de Raúl Isaías Baduel que exige justicia, y gracias a El Nacional, a Tarek William Saab «fiscal general de la República Bolivariana de Venezuela», quien, bajo la supuesta revolución bolivariana actual, fue el anunciante de la muerte del «general en jefe», atribuyéndola “a complicaciones del covid-19”.

¿Cuál de tantos daños que han infligido a la familia venezolana ha sido el más profundo? ¿Cuándo comenzó a desarrollarse todo este tumor devenido en metástasis destructiva del más elemental sentido de humanidad y de decoro?¿Cuándo se perdió totalmente el respeto por la familia del otro? Aun desde la posición del adversario, hasta del enemigo, Venezuela mantuvo antes formas desde las cuales los hombres venidos del mundo de las armas, o los de la política, que disputaron alguna vez el poder, respetaron un elemental decoro y consideración hacia la familia de quien fuera su contrincante. Venezuela, dentro de sus mejores logros, se convirtió desde los años treinta del siglo pasado hasta hace poco del advenimiento de este odio enfermizo comunistoide actual, en un lugar para rehacer la paz. Pueblos golpeados por las guerras convergieron desde Europa, por ejemplo por la guerra civil española. O del Medio Oriente de árabes y judíos; o desde  nuestra amada Colombia, que una y otra vez intentó superar el adoctrinamiento hacia sus bases populares con el castro comunismo, castigadas más bien por el hambre y el subdesarrollo.

A Chávez Frías y a sus compañeros del alzamiento militar de febrero de 1992, según fue considerado lo adecuado por la opinión mayoritaria de entonces, se le dio un trato con base en leyes. Trato débil opinado por otros, sobre todo por los oficiales de aquellas fuerzas armadas que lo derrotaron militarmente. Pero todos coincidían en el respeto a la familia. Probablemente porque se subestimó el peligro que representaba, y no se logró entender entonces que marcaría los inicios de la postrimería de la democracia, se le dejó libre. Aún como oficial subalterno con grado de teniente coronel, su encarcelamiento y custodia dentro del sistema le garantizó sus derechos humanos. Ante su inverosímil llegada al poder, gracias a una clase política ya corrompida que se suicidó al privilegiar sus luchas de intereses económicos y de negociados internos, antes que garantizar el desarrollo de la democracia. En lo que pudo haber sido la primavera de la democracia, vía profundización de la reforma del Estado con un exgobernador y candidato presidencial como Henrique Salas Romer,  a Chávez Frías se le permitió llegar al poder. luego se le dejó a sus anchas ir desmantelando la fuerza armada institucional desde el mismísimo inicio de su Asamblea Nacional Constituyente. En la nueva constitución se reservó con el artículo 236, ordinal 6, la absoluta autoridad de determinación de los ascensos a partir de los grados de coronel o capitán de navío. Ningún control, ni de calidad ni cantidad de oficiales superiores podrían ponérsele límites al poder del presidente, por parte de ninguna Comisión del Parlamento Nacional.

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Baduel, desde las filas militares, también formó parte de esa Venezuela decadente que desde finales de los noventa se sumó a la corriente que le fue permitiendo al “traidor siempre leal nunca” le vendiera su alma nacional a los castristas cubanos. Hicieron de nuestra patria venezolana la fácil y siempre apetecida presa de Fidel Castro, para que con su mafia comunista cubana se enclavara  en el propio centro del control de mando de nuestros ejércitos. Desde entonces han mancillado nuestros símbolos patrios; han profanado los restos mortales del Libertador Bolívar. Al cambiar su fisonomía cambiaron la nuestra, hasta convertirnos en una nación con una fuerza armada doblegada que no es, por supuesto, legítimamente bolivariana. Es hoy solo un conjunto de grupos de interés crematístico y amorfo. Contingentes sin moral republicana, ni honor militar. Solo una excesiva cantidad de generales: de brigada, muchos sin brigada; de división, la mayoría sin división que mandar. De  Mayor General, que a lo más que llegan realmente es a hacer  también de twitteros como William Saab; y que seguramente lo hacen desde un miedo mayor. Sólo balbucean o escriben frases sin tomar las acciones  que les corresponden para exigir respeto a los restos mortales de un «General en Jefe». Tampoco acompañan con coraje el dolor de su familia. Generales en Jefe, cuyo rango no les vale de nada a la hora que les alce la voz la mafia terrorista castrista . Así no le valió de nada al General en Jefe Raúl Isaías Baduel” después que lo señalara el sátrapa Fidel Castro.

Para esos generales ¿cuál Fuerza Armada Nacional existe? Lo único y lo cínico que al parecer les vale es el billete, que no es el bolívar sino el dólar americano del imperio. Les vale formar parte de la camarilla narcocriminal. No les vale para nada la defensa de nuestro territorio, que ni controlan ni evitan su destrucción u ocupación por la narcoguerrilla. Le vale si “negociar o  traficar con rango”. Les vale si entrar en los negocios para contrabandear coltán, gasolina u oro. Para delinquir bajo el poder de la tutela rusa, y ante  la atónita mirada norteamericana. General en Jefe de qué, de nada que no sea sino reprimir a una nación que huye de su país por miles con sus niños en brazos. O la que impotente permanece y se mantiene subyugada a los planes políticos de los delincuentes de cualquier bando. Generales o almirantes en jefe cuya orientación estratégica la permiten a un centro de poder extranjero, con el más alto grado de traición a la patria que es la traición a la familia venezolana. Así, regresando desde la cenizas de una ya no comunista ex Unión Soviética sino de una Rusia convertida en mafias, ahora ésta viene a disputarle al parecer también a unos Estados Unidos de una América claudicante y decadente frente a esta innegable toma de nuestro continente por fuerzas del atraso narcoterrorista. En esto han dejado convertir a lo que una vez fue la más gloriosa fuerza militar de un Ejército de Libertadores. Ahora nuestra Fuerza Armada es de “generales en jefe o almirantes bolivarianos” que con sus socios de las FARC y ELN siguen inundando de cocaína para consumo de la nomenclatura de gerencia media y alta del status quo, sea de Hollywood o de las politiquerías de grupos de Lobbies en Washington, que van debilitándonos hacia una sociedad más enferma y distante de la salud mental y emocional, de la salud familiar y económica, de salud democrática e institucional de otros tiempos, todo por la vía de los grandes intereses de negociados del narcolavado y del narcotráfico y otras aparentes menudencias.

@gonzalezdelcas/ catedrainternacionallibertad@gmail.com