Víctor Millán, cocinero y chocolatero, decidió, como muchos otros venezolanos, dejar Venezuela, preocupado por la crisis y la escasez que golpeaba al país en el año 2016. Atrás dejaba una carrera profesional en cocina, la cual había desarrollado por seis años, y abandonaba – momentáneamente- el sueño de tener su propia marca de chocolates elaborados con cacao venezolano, negocio con el que para ese entonces ya comenzaba a dar sus primeros pasos.

Separado geográficamente de su natal Venezuela, pero con un arraigo en su herencia de familia cacaotera, el chocolatero, nacido en el estado Bolívar, vio en la pandemia el momento perfecto para lanzarse a la aventura de abrir una chocolatería en Estados Unidos. En tiempos donde los restaurantes de mantel se encontraban cerrados por cuarentena, Víctor Millán tuvo una idea que aún él mismo considera alocada: abrir una chocolatería en Washington. Su marca la bautizó como Insane chocolate, lo que se traduce como “chocolates de locura” en español. 

El sueño de trabajar con cacao 

Millán cuenta que durante años la idea de hacer chocolates le revoloteaba constantemente en su mente. El oficio le era cercano desde siempre, pues provenía de un país cacaotero y su familia materna cultivaba granos de cacao en el estado Sucre, al oriente de Venezuela, en una zona conocida como Pui Pui. Fue justamente en esas tierras donde en 2011 se apasionó por la chocolatería, bajo la tendencia del bean to bar, que consiste en la realización de tabletas de chocolate, trabajando desde el grano de cacao como materia prima. 

Durante los primeros años en el exilio, Millán, como otros tantos emigrantes venezolanos, tuvo que pausar sus anhelos, aunque recalca que contó con la dicha de siempre trabajar en los fogones, lo que también admite que le apasiona. Comenzó cocinando en República Dominicana durante 2016 y luego obtuvo una propuesta de pasantías en la ciudad de Baltimore, lo que lo llevó finalmente en 2017 a Estados Unidos, donde trabajó en varios restaurantes de renombre hasta llegar como pastelero de Bonjour Bakery, una pastelería francesa con una trayectoria de más de dos décadas en el estado de Maryland. 

La visa de talento es una posibilidad para los chocolateros

Uno de los primeros pasos para tener una chocolatería en Estados Unidos es contar con un estatus legal. Víctor Millán lo logró a través de sus dones para la chocolatería, aplicando para una visa de talento. “Mi jefe en Bonjour Bakery fue quien me ayudó a comenzar con los trámites para optar por esa visa. Luego me certifiqué con una academia de gastronomía aquí en Estados Unidos, y me acreditaron una visa tipo O-1, considerando un talento extraordinario en la chocolatería”, resalta el joven chocolatero en entrevista para El Diario

Con visa en mano, el paso siguiente para echar a andar una chocolatería era el capital y el equipo de trabajo. “Yo estaba buscando a alguien para desarrollar una marca de chocolates, y ahí conocí a Javier Zerpa, un ingeniero, también venezolano, que proviene de una familia de productores de café en Venezuela. Esa conexión con el negocio del café, que se parece un poco al del cacao, me dio buena señal para presentarle mi plan con el chocolate. Javier tiene un negocio de catering acá (Washington D.C.) y con la pandemia tenía menos trabajo y contaba con espacios que no estaba utilizando, así que los aprovechamos para el laboratorio de chocolatería “, señala Millán al ser consultado sobre los inicios de su negocio. 

Chocolates hechos por inmigrantes para inmigrantes 

El concepto de Insane Chocolate se enfoca en sabores que buscan cautivar el paladar de los inmigrantes en Estados Unidos. Para la base se utiliza una mezcla de chocolate comercial y bean to bar que elaboran en sus talleres. Los sabores se pasean por chiles mexicanos, rememorando la memoria gustativa de México y Centroamérica. Inspirados en Asía, ofrecen una tableta con infusión de hebras de té, lichi, y flores de jazmín. Mientras que para el paladar europeo tienen un chocolate con piel de naranja francesa. Los sabores venezolanos destacan en protagonismo en esta chocolatería, con barras que incluyen granos de café criollos y una tableta que recuerda las sensaciones del clásico Miramar. 

Víctor Millán recalca que para montar una chocolatería en Estados Unidos hay que llenarse de paciencia y tener mucha pasión, porque a su juicio no es un negocio rentable desde sus inicios. El joven venezolano recuerda que está en la tierra del chocolate industrial, el cual él cataloga como golosina, por lo que en principio su producto se centra en aquellos que saben distinguir la diferencia de un chocolate gourmet de las golosinas clásicas que abundan abajo precio en los supermercados. 

Estos chocolateros muestran su catálogo de creaciones a través de la cuenta de Instagram @InsanechocolateDC. Actualmente, el sueño de chocolatería que nació en Puerto Ordaz se vende en la ciudad de Washington y ofrece enviar sus productos a los estados de Maryland y Virginia. El portafolio de estos venezolanos en Estados Unidos incluye chocolates en tabletas, bombonería y trufas. Ahora el sueño de Millán y Zerpa es que sus barras puedan llegar en algún momento a su natal Venezuela.