«Hasta el día que tomé la foto no había visto la mancha de sangre en la pared»
La investigación hecha por Monitor de Víctimas y la organización Mi Convive es un trabajo audiovisual llamado «Diez que son miles», una experiencia que documenta y tiene como fin ser la voz de los que no son escuchados, a través de diez testimonios que reflejan el abuso de poder policial dentro de las zonas populares de Caracas
A raíz de la creación de las Operación de Liberación del Pueblo (OLP) en el año 2015 y las incursiones de las Fuerzas de Acciones Especiales (FAES) en el 2017, la relación de los cuerpos policiales y las comunidades populares está marcada por el terror. Más que sentir seguridad, las personas lo que sienten es temor ante la presencia de los funcionarios. Este miedo llegó a la casa de Claudia, Laura, Rafaela, Antonia, Marta y otras cinco mujeres que se atrevieron a contar su historia a través de una fotografía hecha por ellas mismas.
Con una cámara desechable, estas mujeres fotografiaron el aspecto que más querían resaltar de su vivencia, marcada por el dolor y la pérdida irreparable. Historias como la de Antonia, quien a través de la fotografía fue narrando el momento en el que la policía irrumpió en su hogar y la enfrentó a vivir lo que sería su experiencia más traumática.
Me impactó. Hasta el día que tomé la foto no había visto la mancha de sangre en la pared. Sentí un bajón en mi cuerpo porque no me lo esperaba», narró Antonia.
La voz de lo que viene después, el dolor y la ausencia de lo que sufren las víctimas secundarias fue parte del trabajo recopilado en una investigación que se realizó durante un año y medio por parte del equipo de Monitor de Víctimas y la organización Mi Convive y que presentaron en un trabajo audiovisual llamado Diez que son miles, una experiencia que documenta y tiene como fin ser la voz de los que no son escuchados, a través de diez testimonios que reflejan el abuso de poder policial dentro de las zonas populares de Caracas.
*Lea también: 43 presuntas ejecuciones extrajudiciales se registraron en Bolívar en solo ocho meses
Las entrevistas en profundidad estuvieron a cargo de Isabel Salaverría, parte del equipo de Mi Convive. Ella también se encargó de hacer un análisis previo sobre el impacto psicosocial que tenía esta vivencia en las víctimas, a quienes para este trabajo se le garantizó el anonimato y la confidencialidad de su testimonio para no someterlas a ninguna situación de peligro.
«Es una contribución pequeña y a la vez es verte muy de frente con la impotencia de poder trabajar, pero no poder solucionar esa injusticia, porque son problemas tan grandes, por ejemplo la letalidad es tan grande que necesita un cambio directamente desde el Estado, desde el gobierno, las organizaciones no gubernamentales que trabajamos en el área podemos hacer cosas, pero no podemos cambiarlo del todo», indicó Salaverría.
En la investigación también se estudió el estatus socioeconómico y las edades de las víctimas de ejecuciones extrajudiciales, en las cuales la mayoría de los asesinados tienen edades comprendidas entre los 15 y 29 años, quienes además en su mayoría suelen ser los sustentos económicos de la casa y son padres de familia.
«Mi hijo llegó a la casa y me pidió hacerle una arepa porque tenía hambre. Quedó con hambre y me pidió que le hiciera otra, esa arepa se quedó en el budare, no le dio tiempo a comerla, ya estaba muerto. Eso fue en cuestión de segundos. Yo escuché la puerta, un disparo y un grito», cuenta Rafaela sobre el día en el que un grupo de funcionarios policiales irrumpió en su casa y asesinó a su hijo.
Uno de los impactos de bala quedó incrustado en un jarrón en su casa. «Cada vez que yo estoy lavando y veo eso —el jarrón con el impacto de bala— recuerdo ese momento. Es un recordatorio constante de lo que pasó ese día. No hay un domingo que yo no piense que un domingo 6 de agosto lo mataron a él», dijo Rafaela.
Según datos de Monitor de Víctimas durante los últimos cinco años se han contabilizado más de 1.250 menores de edad que han quedado huérfanos debido a una ejecución policial «esto quiere decir que por cada 10 homicidios, están quedando siete menores huérfanos en Caracas», indicó Cesar Salgado, encargado de Monitor de víctimas.
La difusión de este material audiovisual será uno de los puntos focales para potenciar el impacto de estas acciones dentro de la sociedad y crearon la página web diezquesonmiles.com en el que se narran estos relatos y un cortometraje que cuenta con la participación de la actriz Elba Escobar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario