Sobre las exigencias
Gloria Cuenca
Los demócratas vivimos angustiados por la pérdida de los
espacios en la nación, la ciudad, la comunidad y la familia. Como
una enfermedad contagiosa, el autoritarismo, el personalismo y
hasta el totalitarismo, se expande en Venezuela. Demócratas,
tolerantes y hasta aceptantes, se transformaron en trogloditas:
actúan como el peor de los adversarios contra opositores. Ha
aparecido en el alma de muchos de nuestros compatriotas, ese
espíritu del caudillo, del mandamás, de quien se cree con el poder
absoluto para dirigir la vida de los otros.
Existe, paralelamente, democratización, por la vía de las redes.
Además, cierta anarquía: cada quien quiere hacer, en efecto lo
hace, lo que le parece. Los info-ciudadanos, asumen que tienen
autoridad y derecho para hacer toda clase de exigencias. Algunas
con razón: las protestas por los salarios de hambre; mientras
sectores del gobierno comen, viven y disfrutan como burgueses, a
pesar de su anacrónica ideología: el comunismo. Sectores de salud,
desesperados en situación espantosa, con la pandemia, sin los
insumos, y con agresiones- en lugar de agradecimiento- por parte
de sus directivos. ¿Cómo no apoyarlos y acompañarlos?
Una nueva acción, malvada, se produce por quienes odian la
Iglesia: agresiones contra los católicos. Ocurre en África, Asia y por
supuesto en América Latina.
En Nicaragua, el Dictador neo comunista y fascista (¡¿) Daniel
Ortega, arremete contra la Iglesia Católica, sus obispos, sus
prédicas y manifestaciones. Cierra emisoras de radio, persigue a los
encargados de la Misión. Expulsa a una prestigiosa organización de
monjas. Se ríe en la cara de los creyentes y proclama, “un país sin
Dios”. ¡Pobre ser! ¡Produce lástima que alguien así sea el dirigente
máximo de un país! No obstante, el pueblo creyente y sabio no lo
sigue. Observa, horrorizado, las persecuciones, que se producen a
diario y ora, ayuda en lo que puede a los sacerdotes.
Gente de opinión, aquí en Venezuela, se dedican a denostar del
Papa Francisco. Exigen y reclaman que se pronuncie en contra del
dictador, lo acusan de ser comunista, en toda oportunidad que
tienen. Tienen el ego grande, pretenden influir en el Papa, sin
conocer que hay por detrás. Las peticiones y la actitud de algunas
personas, me sorprenden. Aprovecho, cuento mi experiencia.
En 1958, llegué a Roma a estudiar Derecho. Creía en Dios y en la
Iglesia. (Un año después ocurrió el desastroso cambio, sobre lo que
escribí y pedí perdón.) Días después de mi llegada a la Ciudad
Eterna, el Papa Pio XII, muy enfermo, agravó y se murió. Mi familia
entera quiso participar de la Procesión del entierro del Papa. La
sorpresa fue mayúscula, no hubo manifestación. Pocas personas.
Preguntamos impresionados: “¿Por qué no hay tanta gente?”. La
respuesta unánime fue: “No queremos a Pio XII, no ayudó a los
judíos” Según opinaban el Papa Pio XII, parecía cercano a los
fascistas y a los nazis. Estábamos muy sorprendidos. Luego vino la
elección de Juan XXIII, el Papa Bueno, que logró el cambio de la
Iglesia con el Concilio Vaticano II. Asistí a una audiencia colectiva en
CastelGandolfo, (Residencia de verano de los Papas) y escuché sus
palabras maravillosas.
Ahora escucho: el Papa Pio XII, ha sido revindicado, por cuanto
logró salvar la vida de miles de niños judíos, para lo que tuvo
guardar silencio y no condenar al nazismo. Tampoco se podía decir
que los había liberado. Cualquier indiscreción ponía en peligro la
operación de rescate. No puedo de dejar de pensar en esto. Leo,
que alguien dice: “silencio público, no significa inacción” En el
twitter aparece una expresión donde el Papa Francisco dice,
palabras más, palabras menos: “Confío en que a través del diálogo
se pueda llegar a un acuerdo.” ¿Es prepotencia del humano exigir
que se le diga todo?”. ¿Falta de Fe, de crecimiento, soberbia,
autoritarismo y/o personalismo?
Al ser electo el Papa Francisco, busqué conocerlo. Leí sobre
él lo que encontré. Fue definitivo, un libro, en donde se publica un
debate, entre el Papa, entonces arzobispo de Buenos Aires, y el
Rabino de la misma ciudad. ¡Que delicia! Entendí, admiré, felicité, a
los católicos por el Papa Francisco, homenaje al Santo de Asís.
Había desconfianza hacia Él por ser argentino, desconocido para la
gran mayoría. En el intercambio de opiniones, entre ambos líderes
religiosos, quedó claro: la bondad, la claridad, la profunda Fe en
Dios Nuestro Señor, en las enseñanzas de Jesús Cristo y su
veneración a la Virgen María.
Expresa preocupación por la trascendencia del perdón. Veo
algunos films sobre su vida y obra, termino de formarme una idea:
se trata de un auténtico cristiano y seguidor de Jesús Cristo.
Perdonar al amigo arrepentido es más fácil que perdonar al
enemigo, que no se ha arrepentido, ni pide perdón. Más difícil
perdonarse a sí mismo. La paciencia es una virtud, no todos la
tienen. Hay que trabajar en ello.
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