Terrorismo y radicalismo talibán a un año del desastre que dejó EEUU en Afganistán
Las mujeres perdieron los derechos ganados durante dos décadas, la crisis económica es enorme y hay riesgo de que los principales enemigos de Estados Unidos se apropien de los comando que Joe Biden decidió dejar atrás
Era abril del año 2021 cuando el presidente Joe Biden —con apenas tres meses en el cargo— anunciaba la retirada definitiva de las tropas estadounidenses de Afganistán. Era la culminación de dos décadas de presencia en el país al sur de Asia luego de derrotar a los talibanes tras el atentado a las Torres Gemelas en Nueva York en 2001.
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No fue una decisión que salió de su recién estrenada presidencia, sino de la anterior administración republicana dirigida por Donald Trump, quien se planteó un período y una serie de pasos para la salida del ejército. Sin embargo, el gobierno de Biden cometió numerosos errores operativos —admitidos posteriormente por altos funcionarios militares— que terminaron costando caro.
El 15 de agosto de 2021 los talibanes rodeaban a Kabul tras semanas de avances y para el final del día el presidente Ashraf Ghani ya había huido. La caída de Afganistán había ocurrido. Mientras tanto, el aeropuerto de la capital se llenaba de escenas dantescas, con personas tratando de huir aferradas a los aviones.
Fue desde todo punto de vista un error estratégico en manos de un presidente estadounidense sin suficiente firmeza ni coraje. Por esos días, desde la Casa Blanca aseguró que la evacuación fue un «éxito extraordinario» mientras que en el país asiático las historias de horror se multiplicaban con la llegada de los talibanes. Hoy, a un año de la caída de Afganistán, las cosas tampoco van mejor.
Las mujeres, las más afectadas
Las libertades individuales conseguidas durante los 20 años que EE. UU. estuvo presente en Afganistán, se esfumaron. Se prohibió la educación segundaria para las niñas, a las mujeres se les ordenó no salir a la calle sin un tutor y muchas se vieron obligadas a dejar sus trabajos, pues los extremistas no quieren que ellas figuren en ningún nivel social.
Hace poco dispersaron una manifestación donde mujeres exigían sus derechos a la educación y al trabajo. Se reunieron frente al Ministerio de Educación en Kabul siendo dispersadas por los talibanes con disparos. Gestos similares, reclamando derechos básicos han sido igual de erradicadas el último año. No se puede esperar menos de un régimen que apenas tomó el poder eliminó el Ministerio de la Mujer para reemplazarlo por el «Ministerio para la Propagación de la Virtud y la Prevención del Vicio».
Como las niñas deben abandonar la escuela a partir de sexto grado por la ley sharía, lo que hacen las menores de edad es asegurarse de repetir el año sacando malas calificaciones. Así lo relató una de ellas a The Guardian. “Voy a asegurarme de fallar muchas preguntas. Me he propuesto suspender para poder repetir sexto”. Las jóvenes más brillantes se autosabotean «porque en el retorcido sistema que el Gobierno talibán ha creado, eso les brinda más posibilidades que el éxito».
La influencia de Rusia, China e Irán
La economía no dista mucho de lo que ocurre a nivel social. Es en esencia, otro desastre a manos del grupo terrorista sin noción de lo que significa administrar un país. Por el contrario, están más interesados en el extremismo ideológico y en lugar de buscar soluciones, piden a los ciudadanos que recen para que tengan algo que comer.
Respecto al terrorismo, con el asesinato del líder de Al Qaeda en Kabul en julio pasado quedó demostrado que los talibanes siguen teniendo nexos con otros grupos violentos. Eso, socavó aún más la imagen que los fundamentalistas quieren mostrar al mundo, de ser supuestamente más respetuosos y condescendientes respecto al terror que desataron cuando gobernaron entre 1996 y 2001. Cada novedad que ocurre en el país, deja por sentado que las promesas que hicieron hace un año nunca van a cumplirse.
Otro de los puntos no menos importante son los afganos que aún esperan ser rescatados luego de haber servido a Estados Unidos. Clarissa Ward, periodista que cubrió la desastrosa salida del ejército estadounidense relató que unos 160.000 afganos son elegibles para la visa especial de inmigrante (SIV), » pero la tasa de procesamiento es dolorosamente lenta».
También peligran los comandos afganos entrenados por EE. UU. quienes quedaron varados. Republicanos del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes advirtieron que son propensos a ser reclutados o coaccionados por Rusia, China e Irán.
Además, tras un año de la caída de Afganistán detallan el «gran riesgo para la seguridad nacional» porque esos afganos «conocen las tácticas, técnicas y procedimientos de la comunidad militar y de inteligencia de EE. UU.».
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