La herencia de la izquierda, la nueva derecha y la decadencia de la Unión Europea
En varios países surgen movimientos políticos que ponen en jaque las instituciones que, con luces y sombras, funcionaron en las últimas décadas. Más allá de lo que las opiniones de cada uno sobre estos fenómenos, nadie debería darse por sorprendido.
Uno de los videos donde la italiana Giorgia Meloni habla en español viraliza por estas horas. Se encuentra dando un efusivo discurso, donde los partidarios de Vox aplauden cada consigna de la misma manera. Santiago Abascal, que de tonto no tiene un pelo, no se siente demasiado cómodo con la situación, pero aplaude y sonríe. Es que, a diferencia de la visitante extranjera que no compite por los votos en su país, él sí buscará conseguir los sufragios para llegar al poder. En sus conceptos, dichos uno tras otro como disparos de una ametralladora automática, se entienden muchas cosas: desde el lógico surgimiento de la nueva derecha, hasta la evidencia de la decadencia de instituciones como la Unión Europea.
Para Meloni, y los partidarios de VOX, es negativo “la violencia extremista”, pero es buena “la universalidad de la cruz”. Claro que todas las personas medianamente civilizadas están en contra de la violencia, pero, ¿qué quiere decir la “universalidad de la cruz” en la boca de un político, que propone políticas públicas para desarrollarlas desde el Estado?
Para ella, es positivo “el trabajo de los ciudadanos”, pero son malas “las finanzas internacionales”. ¿Cuál sería la implicancia económica de ir en contra de lo que denomina Meloni “las finanzas internacionales”?
Y entre medio de tantos conceptos, que no son del todo contrapuestos, sino más bien diferentes, la popular candidata italiana dice cosas inapelables e indiscutibles desde el sentido común, como la necesidad de cuestionar “la burocracia de Bruselas”.
Es que, de esto se trata lo que se conoce como “la nueva derecha”. Una mezcla de cosas lógicas, una respuesta natural a los abusos de la izquierda dominante de las últimas décadas, pero también con elementos delirantes y peligrosos. Claro que alguien puede comulgar con este “combo”, pero para el liberalismo, el paquete no es admisible en su conjunto.
En cierta manera, el engaño de la propuesta en general emula y continúa a la farsa de la izquierda: hacer un diagnóstico de las problemáticas sociales que todos compartimos, pero proponiendo soluciones contraproducentes, que la gente no analiza en detalle ni en potencial. Por ejemplo, existe la violencia contra la mujer. Por lo tanto, arremetemos contra los hombres en su conjunto. Hay pobreza, la solucionamos con “redistribución”, que lo único que hace es empobrecer en conjunto y enriquecer a la política. Si el socialismo del Siglo XXI fue utilizar buenas causas para vender soluciones contraproducentes, la nueva derecha es utilizar un caballo de Troya para “pasar” elementos del más rancio conservadurismo, mezclado entre cuestiones de sentido común.
Porque eso también hay que decirlo. Los espacios derechistas más duros, que crecieron desde la marginalidad electoral hasta ser opciones concretas de la política grande, han tomado banderas lógicas, que el centrismo y los espacios conservadores tradicionales abandonaron, como si se trataran de elementos leprosos. Todo por miedo a la picadora de carne progresista del pensamiento políticamente correcto. Es que, la agenda de la izquierda nunca fue mayoritaria, aunque se impuso políticamente en varios países. Ese fenómeno ocurrió con una propuesta radical, que no fue contestada de los espacios mayoritarios por miedo a ser señalados con el dedo acusador del juez progre. Entonces se avanzó y se avanzó y hoy hay una respuesta radical en contra. Esperemos que luego de décadas de insistir entre la necesidad de la separación del Estado y la economía, la nueva derecha que irrumpe no venga a confundir, por ejemplo, la Iglesia con el Estado. Bien nos enseñó Karl Popper, que refutó de muerto al vivo Francis Fukuyama, que, a grandes rasgos, siempre puede pasar cualquier cosa de aquí en más.
Hoy, Meloni dice que Italia “puede cuidar sus intereses”, dando a entender que podría sugerir el camino de Gran Bretaña. Ante esto, la Unión Europea, desde su burocracia (porque sí la tiene, como bien dice la candidata derechista, entre otros delirios que manifiesta) reaccionan con una virulencia que denota decadencia. La titular de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, amenaza con utilizar las “herramientas” con las que cuentan, en caso que los italianos voten mal. Pero, ¿cómo llegó la UE a esta situación? La respuesta es simple: por la extralimitación de sus funciones originales y por la misma degradación de muchas democracias del mundo.
Desde el anarcocapitalismo se diría que la Unión Europea, y su burocracia de Bruselas (que, para justificar su existencia, crece en funcionarios y regulaciones), no se pervirtió, sino que evolucionó naturalmente. Es una tesis que vale la pena discutir, ya que en la historia sobran casos de naciones incipientes “minarquistas” exitosas, cuyas democracias generaron estatismos insoportables para los contribuyentes y las economías. Aunque el caso de la Argentina (que en 1895 fue el país más rico del mundo) es el más notable, no hay que olvidarse que Estados Unidos nació rebelándose por un impuesto al Té, mientras hoy el gobierno nacional tiene unas dimensiones extremadamente más grandes y caras de las que les imponía la corona británica antes de 1776.
Pero, hasta el momento, la democracia ha sido el sistema más civilizado a la hora del traspaso del poder. Un sistema que, como dijo Churchill, es muy malo, pero menos malo que los demás. Y si miramos el vaso medio lleno de la Unión Europea, no hace falta hacer mucho trabajo para reconocer sus inobjetables logros: moneda medianamente sana, paz entre los países, libertad de movimientos y mercados de los miembros y un retroceso del nacionalismo, tan retrógrado como peligroso. Pero cuando la UE comenzó a ir más allá del euro y del libre tránsito y mercaderías, comenzó a generar las lógicas críticas. Los conservadores británicos se cansaron y se fueron. Por ahora, no han cambiado muchas cosas en el Reino Unido. En lo personal, temo lo que pueda ocurrir cuando llegue el próximo gobierno laborista, sobre todo en materia económica.
Por estas horas, todo el espacio centrista se horroriza por la irrupción de una derecha, que sí tiene aspectos cuestionables e inadmisibles desde el punto de vista liberal. Sin embargo, ese espacio dejó avanzar a la izquierda radical, sin horrorizarse por nada de sus lamentables agendas. El socialismo fue por la máxima, el centrismo se acobardó, y ahora las consecuencias son un hecho. En lugar de rasgarse las vestiduras por la irrupción de estos nuevos espacios, las socialdemocracias deberían hacer una autocrítica importante. Ellos tienen mucha responsabilidad, al haber hecho parte del sistema a las izquierdas duras, que simplemente denominaban “izquierdas”, mientras que catalogaban como “extrema derecha” a las organizaciones que pretendían mantener aisladas. ¿Cómo es posible que en Alemania haya un parámetro para “Die Linke” y otro para “Alternativa para Alemania? ¿Por qué Podemos puede ser parte de una coalición de gobierno, pero el extremismo a aislar es VOX? Todas estas cuestiones explican varios de los fenómenos actuales.
Europa y el mundo tienen grandes desafíos. Estar atentos ante los eventuales desvíos de estos espacios es uno de ellos. Pero poner a la izquierda radical, y a todos sus tentáculos, (cosa que no se hizo en su momento, es otro.
No hay comentarios:
Publicar un comentario