¿Qué hay detrás de la oleada de turistas rusos a Venezuela?
Un avión con 430 turistas rusos aterrizó este jueves en la isla de Margarita, Venezuela. Se trata del cuarto vuelo que llega al destino caribeño, luego que Putin y Maduro pactaran una «alianza turística» para la reactivación económica de la isla.
Un nuevo avión con 430 turistas rusos arribó este jueves a la isla caribeña de Margarita, en Venezuela. Este sería el cuarto vuelo en quince días, luego de iniciar estas actividades hace quince días. El ministro de Turismo del régimen chavista, Alí Padrón, informó del aterrizaje a través de Twitter. De acuerdo al funcionario, los visitantes «disfrutarán en ´método burbuja´, de los atractivos de la única Perla del Caribe».
La oleada turística de rusos en Venezuela no es casualidad. A inicios de junio de este año, ambos países participaron del XXIV Foro Económico Internacional de San Petersburgo. En el encuentro, Nicolás Maduro y Vladimir Putin acordaron convertir a la isla de Margarita, en un importante destino turístico para Rusia. Esto con el fin de levantar económicamente a la isla venezolana, golpeada por los efectos del COVID-19.
A partir de marzo de 2020 esta sufrió una fuerte caída del turismo producto de la pandemia. Sin embargo, la decadente situación económica se arrastraba desde hace tiempo, con la crisis provocada por el régimen. De esta forma, Margarita ha enfrentado el colapso de los servicios básicos, escasez de alimentos, combustibles y otros productos.
Ola de turistas
El régimen venezolano, a través de la aerolínea estatal Conviasa, anunció en junio la reactivación de los vuelos entre Caracas y Moscú. No solo habrá traslado de pasajeros, sino también vuelos de carga y correo. De esta manera, el nuevo itinerario se une a otros destinos ordenados de manera selectiva por la dictadura chavista durante la pandemia, como Turquía o México.
La noticia ya se había adelantado desde hace tres meses, cuando fue anunciada la intención de abrir vuelos hacia Rusia e Irán. De hecho, la dictadura chavista compró dos trasatlánticos Airbus A340 de 250 millones de dólares cada uno. Esto a pesar de la crisis económica que azota al país.
El primer vuelo aterrizó el pasado 16 de septiembre con 437 pasajeros rusos, según confirmó la Cámara de Comercio del estado Nueva Esparta. Tras la llegada de este primer grupo, el embajador de Rusia en Caracas, Serguéi Mélik-Bagdasárov, agradeció la «acogedora» bienvenida a sus compatriotas. Asimismo, aseguró que esto marcaría un precedente para una cooperación ruso-venezolana en el ámbito del turismo.
Dante Rivas, candidato del oficialista Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) a la gobernación del estado, también celebró la noticia. «Recibimos con mucha alegría el primer vuelo con más de 400 turistas rusos en Nueva Esparta. Vamos por la reactivación total del turismo y la economía local», escribió el dirigente en Twitter.
Desde entonces que cuatro aviones han arribado a la isla. Por otra parte, Maduro anunció recientemente que se espera que lleguen 76 vuelos más provenientes de la Federación Rusa.
Hasta diciembre, se estima que unos 30000 rusos visitarán la isla venezolana. En un año, la cifra podría ascender a 65000. En caso de tener éxito, la viceministro de Turismo Internacional de Venezuela, Leticia Gómez, considera que la operación podría prolongarse por tres años.
Los turbios nexos de Caracas y Moscú
Las relaciones entre los regímenes de Maduro y Putin no se ciñen solo a lo turístico. Esto es básicamente la punta del iceberg. Moscú usa a Venezuela como su plataforma para potenciar su expansionismo en la región. Conjeturas de esta naturaleza toman cada vez más fuerza, al ver como se no disimulan los negocios bélicos entre las partes.
Por ejemplo, Rusia recientemente ha presumido cómo proveerá más armas y formación militar a los regímenes de Venezuela, Nicaragua y Cuba, porque “nunca antes como ahora había sido tan necesario el apoyo de Rusia”. Así lo reveló en su oportunidad el ministro de defensa de Vladimir Putin, Serguéi Shoigú, en la Conferencia de Seguridad Internacional que transcurrió en abril en el Kremlin.
El ardid es la confirmación —una vez más— de que las relaciones entre Rusia y la trilogía comunista prospera. Una alianza que puede complicar a la región, debido a la excusa endeble de sostener una defensa contra los “intentos permanentes de instigar revoluciones” y “diferentes formas de presión incluida la amenaza del uso abierto de la fuerza militar”, tal como dijo el alto funcionario.
Estos equipamientos —según Moscú— obedecen a solicitudes hechas por los propios regímenes. Así, tiene sentido el viaje del canciller chavista Jorge Arreaza a Moscú. Desde su cuenta en Twitter vociferó que pese a la pandemia las relaciones avanzan a una “velocidad envidiable”. En realidad, se percibe como un doble discurso que oculta los pasos para abastecer a las Fuerzas Armadas y los entes de seguridad.
La táctica que ha dado frutos, considerando que ya cuentan con un avión de caza Su-30Mk2. Este aparato es capaz de competir con los más avanzados aviones de combate estadounidenses por su potencia de fuego, maniobrabilidad y prestaciones de más sistemas de defensa militar.
Parece que resulta insuficiente que la dictadura tenga el S-300, un sistema móvil de defensa antiaéreo ruso que les permite recopilar y analizar imágenes satelitales, para elaborar análisis de inteligencia al ejército chavista. Un mismo equipo disuasivo de guerra se usó en Siria y contribuyó a que las fuerzas del dictador Bashar al Assad, aliado de Rusia, acabaran imponiéndose.
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