La Iglesia Católica siempre le ha reservado un lugar importante a la Santísima Virgen. Ya en 1964 declaró, por medio del papa Pablo VI, a la Santísima Virgen María Madre de la Iglesia, señalando que "todo el pueblo cristiano honra siempre y cada vez más a la Madre de Dios con este nombre tan dulce". A este título se le dio un lugar cada vez más importante a través de varios medios: Misa votiva, posibilidad de añadir la invocación de este título en las letanías...
Desde el 5 de marzo de 2018, por decisión del papa Francisco, el lunes de Pentecostés, la memoria de María Madre de la Iglesia es obligatoria para toda la Iglesia de rito romano. He aquí algunos breves extractos del decreto sobre la celebración de la Santísima Virgen María, Madre de la Iglesia, en el calendario general romano:
La gozosa veneración otorgada a la Madre de Dios por la Iglesia en los tiempos actuales, a la luz de la reflexión sobre el misterio de Cristo y su naturaleza propia, no podía olvidar la figura de aquella Mujer (cf. Gálatas 4, 4), la Virgen María, que es Madre de Cristo y, a la vez, Madre de la Iglesia.
(…)
El Sumo Pontífice Francisco, considerando atentamente que la promoción de esta devoción puede incrementar el sentido materno de la Iglesia en los Pastores, en los religiosos y en los fieles, así como la genuina piedad mariana, ha establecido que la memoria de la bienaventurada Virgen María, Madre de la Iglesia, sea inscrita en el Calendario Romano el lunes después de Pentecostés y sea celebrada cada año.
Esta celebración nos ayudará a recordar que el crecimiento de la vida cristiana, debe fundamentarse en el misterio de la Cruz, en la ofrenda de Cristo en el banquete eucarístico, y en la Virgen oferente, Madre del Redentor y de los redimidos.
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