En estos extractos de El Evangelio tal como me fue revelado de María Valtorta*, la autora relata la visión que recibió del entierro de san Esteban, después de su martirio en el año 32; cuando comienza la persecución a la Iglesia naciente. En efecto, mientras los apóstoles están dispuestos a ofrecer su vida como mártires siguiendo a Esteban, María da su opinión:
«§ 646.1 Es la noche oscura, porque ya se ha puesto la luna, cuando María sale de su casa en Getsemaní con Pedro, Santiago (hijo de Alfeo), Juan, Nicodemo y Simón el Zelote. Llegados al Cedrón, lo bordean, de modo que quedan medio ocultos por los arbustos salvajes que crecen cerca de sus orillas. El susurro del agua cubre el ruido de los pasos de los viajeros.
Llegan al lugar donde apedrearon a Esteban. Se acercan al montón de piedras bajo el cual está medio enterrado y las quitan hasta descubrir el cuerpo. Ya está lívido, duro, agarrotado, tanto por la muerte como por los golpes y piedras que ha recibido, recogido sobre sí mismo tal como la muerte lo encontró.
646.2 María, a quien Juan, por piedad, había mantenido alejada a unos pasos de distancia, se libera y corre hacia este pobre cuerpo desgarrado y sangrante. Sin preocuparse por las manchas de sangre coaguladas sobre su vestido, María, ayudada por Santiago, hijo de Alfeo, y por Juan, deposita el cuerpo sobre un paño extendido sobre el polvo, en un lugar sin piedras. Con un trapo, que sumerge en una pequeña ánfora que le da Simón, limpia lo mejor que puede el rostro de Esteban, le arregla el cabello, tratando de llevarlo hasta las sienes y las mejillas lastimadas para cubrir las abolladuras provocadas por las piedras. También le limpia las extremidades, tratando de darles un aspecto menos trágico. Pero el frío de la muerte, ocurrida hacía varias horas, solo lo permite parcialmente.
Como Nicodemo estuvo presente —aunque de manera pasiva— en la condenación de Esteban y como es uno de los líderes de los judíos, conoce mejor que los demás las decisiones del Sanedrín; por lo que advierte al grupo que se ha desatado y ordenado la persecución contra los cristianos, y que Esteban es solo el primero de una larga lista de nombres ya señalados como seguidores de Cristo.
Todos los apóstoles exclaman: “¡Que hagan lo que quieran! ¡No cambiaremos, ni por amenaza, ni por prudencia!”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario