¡Digna lucha!, por Griselda Reyes
Twitter: @griseldareyesq
Yo soy de las que pregona por doquier que Venezuela es el mejor país del mundo. Sí, aunque sé las cientos de limitaciones que tenemos como nación, yo siempre valoro profundamente lo nuestro, principalmente nuestra gente. El venezolano, y –más aún– la mujer venezolana, es luchadora, aguerrida. No se cansa, no se rinde.
Recientemente se celebró el Día Internacional de la Mujer, un día en que conmemoramos y exaltamos a las mujeres que defendieron y que a diario defienden el género y la igualdad. Nuestras mujeres salieron a la calle, no a celebrar –pues esta fecha no se celebra, sino que se conmemora– en protesta de las justas reivindicaciones que merecen.
Si bien mi quehacer diario se corresponde con la actividad privada, no nos resulta ajeno la realidad del sector público venezolano. Conozco maestras que pagan por ir a dar clases, y es que, aunque parezca imposible, es tal su nivel de vocación, que, de sus otros trabajos, tigres u oficios, sacan los fondos para costear el pasaje y la comida que le permita llegar al aula de clases.
También conozco muchísimos casos de enfermeras y policías, por solo citar un caso más, cuyas remuneraciones sencillamente no les alcanza para alimentar a sus hijos. Mujeres honradas que se bandean haciendo de todo para ser el sostén de hogar.
Frente al drama de los empleados públicos en general, y principalmente nuestros pensionados y jubilados; no tenemos hoy otra opción que aplaudir de pie su digna lucha. Son venezolanos, unos que a diario se esfuerzan por entregar lo mejor de sí, mientras que otros entregaron sus mejores años de trabajo; para hoy verse obligados a reclamar las justas reivindicaciones que por derecho constitucional les corresponde.
No podemos criminalizar su derecho al justo y pacífico reclamo. Son hombres y mujeres que no merecen los sueldos de hambre. Está obligado el Estado a conferir lo que es justo.
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Entendemos que las sanciones han venido a complicar la ya muy pobre y golpeada economía nacional. Pero no podemos seguir estancados como país en el libreto reciclado de excusas permanentes en lugar de dar respuesta a los ciudadanos.
Salir en contra de quienes siguen en la calle reclamando compensaciones acorde al alto costo de la vida que hoy nos golpea a todos, es burlesco, criminal, inhumano. Hay que atender esta coyuntura, pensando en los derechos humanos de quienes se acuestan sin comer, y no en el padrón electoral de la próxima elección.
Es realmente trágico que el país que tiene en su subsuelo las mayores reservas petroleras del planeta, hoy tengan sobre su asfalto a hombres y mujeres con las suelas desgastadas de tanto protestar sin respuesta alguna.
El Ejecutivo, hoy más que nunca, está obligado a asumir políticas económicas serias. Ya basta de imprimir dinero inorgánico a través de un dominado Banco Central de Venezuela (BCV). Estas dos décadas nos han demostrado que estas medidas solo empobrecen, aún más, a los empleados venezolanos.
Hoy decretan un pobre aumento en bolívares, una moneda tan devaluada como esa, sin respaldo en la reserva nacional, y esto al otro día se traduce en más inflación dejando a nuestra gente con menos poder adquisitivo del que tenía antes del ajuste.
Hay que ponerle un parao a este círculo vicioso de la devaluación y para ello el manual de excusas no es suficiente.
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