Bersuit Vergarabat y la hipocresía de los músicos de izquierda
La banda, simpatizante del chavismo, protestó por la utilización de una canción en los actos de Javier Milei.
Los músicos de izquierda, que abundan no solo en Argentina sino en todo el mundo, suelen ser cuestionados por una hipocresía muy evidente: disfrutar el éxito del capitalismo, mientras fomentan sistemas que no hacen otra cosa que empobrecer a los pueblos. Bersuit Vergarabat, que le mandó una carta documento a Javier Milei para que se abstenga de utilizar la canción “Se viene”, va un paso más lejos que los colegas progres del ámbito artístico local. Sin eufemismos, el grupo se fue a Venezuela en una oportunidad para expresarle el apoyo a Nicolás Maduro.
“Hemos venido desde el 2006, 2005 por primera vez, y nos hemos enamorado del pueblo, que nos ha brindado siempre lo mejor. ¿Cómo podíamos no estar acá cuando un pueblo está luchando por la paz, por la soberanía y diciéndole no a la usurpación y la guerra? ¿Cómo no vamos a venir a hacer un poco de música, alegría, y a devolver eso que tantas veces nos han dado?”, dijo Daniel Suárez, ante las cámaras del régimen, en el marco del insólito festival chavista “Hands off Venezuela” de 2019.
Los músicos de izquierda, que abundan no solo en Argentina sino en todo el mundo, suelen ser cuestionados por una hipocresía muy evidente: disfrutar el éxito del capitalismo, mientras fomentan sistemas que no hacen otra cosa que empobrecer a los pueblos. Bersuit Vergarabat, que le mandó una carta documento a Javier Milei para que se abstenga de utilizar la canción “Se viene”, va un paso más lejos que los colegas progres del ámbito artístico local. Sin eufemismos, el grupo se fue a Venezuela en una oportunidad para expresarle el apoyo a Nicolás Maduro.
“Hemos venido desde el 2006, 2005 por primera vez, y nos hemos enamorado del pueblo, que nos ha brindado siempre lo mejor. ¿Cómo podíamos no estar acá cuando un pueblo está luchando por la paz, por la soberanía y diciéndole no a la usurpación y la guerra? ¿Cómo no vamos a venir a hacer un poco de música, alegría, y a devolver eso que tantas veces nos han dado?”, dijo Daniel Suárez, ante las cámaras del régimen, en el marco del insólito festival chavista “Hands off Venezuela” de 2019.
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La última semana, el conjunto intimó a Milei con motivo del uso de uno de los clásicos de la época de popularidad de la banda, cuando tenía la voz de Gustavo Cordera. En la primera parte de la carta documento, la cuestión parecía limitarse exclusivamente a un tema de derechos de autor. “Les hago saber que ya se han iniciado los trámites, tanto por mi parte como por parte de la editorial que administra mi obra artística, a los fines de que SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) emita una prohibición expresa del uso de la composición en cuestión sin la debida autorización”. Sin embargo, en el final del texto, queda en evidencia la cuestión política del asunto.
“Es irónico que un espacio político cuyas caras más visibles se llenan las bocas de la palabra ‘Libertad’ y la utilizan como un latiguillo vacío, desvirtuando su profundo significado, pisoteen la libertad de otros, en este caso la mía, de no permitir ni autorizar el uso político de mi obra artística, y que pasen por encima de la propiedad privada que tanto declaman defender. Lo que queda claro es que muestran una incongruencia absoluta entre su discurso público y sus actos, incongruencia preocupante para quien quiere dirigir los destinos de este país y sus habitantes”, concluyó el texto que terminó siendo una proclama política, más que un reclamo por un tradicional conflicto de derechos de autor de una canción.
- Lea también: La política argentina ya gira alrededor de Javier Milei
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Claro que cuando el kirchnerismo se dedicó a asociar al tema “Morocha” a la imagen de Cristina Fernández de Kirchner, nadie dijo absolutamente nada. Está clarísimo que la Bersuit Vergarabat simpatiza con los populismos de izquierda, incluso con los que terminaron en dictadura pura y dura como el régimen chavista.
Pero, más allá de los dobles discursos y las contradicciones de los músicos de izquierda, los artistas progresistas de Argentina terminan sumando otra cuestión que es digna de repudio: terminan siendo parte de una “oligarquía” pequeña tiene el privilegio de utilizar instrumentos importados, que al resto de la población se le hace imposible adquirir. Vale decir que esto no se trata de una “aristocracia” musical. Bien cabe el término oligárquico, ya que fomentan y apoyan al espacio político que defiende el nefasto modelo de “sustitución de importaciones”. En el caso concreto del mundo de la música, los millonarios (como ellos) se equipan con lo mejor que ofrece el mercado internacional, mientras que el resto, sobre todo los jóvenes que recién comienzan, deben tocar con instrumentación de mala calidad.
Si uno ve cualquier video de la Bersuit, cuando la cámara toma los instrumentos se lee “Fender”, “Gibson, “Rickenbacker”, “Korg” y lo mejor que ofrecen los dólares, el capitalismo y el comercio internacional. El problema que el modelo político con el que ellos simpatiza hace que esta clase de bienes sea de imposible acceso para la mayoría de los mortales. No hace falta más que mirar los instrumentos de los conjuntos locales, que no cuentan con la fama y la fortuna que el capitalismo les ha otorgado a la Bersuit, para darse cuenta la inexistente “igualdad” de la que hablan los artistas progres. Instrumentos argentinos de segunda, baratijas chinas que no utilizan ni los aprendices en los países globalizados, amplificadores de baja calidad y baterías que parecen de juguete son las herramientas con las que cuentan los asalariados en pesos, que sufren la inflación, la devaluación y la sustitución de importaciones.
Por estas horas, en las casas de música han desaparecido incluso los precios en las vidrieras de los pocos instrumentos profesionales que se encuentran en el país. Por ahora, los que tienen el hobby de la música bajo el kirchnerismo, no pueden aspirar a mucho más a que algún conocido que viaje les pueda traer un encordado decente y un afinador escondido en la valija, para que no lo vean los vampiros de la aduana. Esos entes injustos y autoritarios de los que la Bersuit y el resto de los músicos de izquierda no dicen nada.
La última semana, el conjunto intimó a Milei con motivo del uso de uno de los clásicos de la época de popularidad de la banda, cuando tenía la voz de Gustavo Cordera. En la primera parte de la carta documento, la cuestión parecía limitarse exclusivamente a un tema de derechos de autor. “Les hago saber que ya se han iniciado los trámites, tanto por mi parte como por parte de la editorial que administra mi obra artística, a los fines de que SADAIC (Sociedad Argentina de Autores y Compositores) emita una prohibición expresa del uso de la composición en cuestión sin la debida autorización”. Sin embargo, en el final del texto, queda en evidencia la cuestión política del asunto.
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