Facundo Manes y la insólita relación entre los salarios y la máquina de imprimir billetes
El precandidato a presidente radical en Juntos por el Cambio insiste con la idea que una dolarización será garantía de salarios bajos.
Ante la falta de propuestas y plataformas para las próximas elecciones en Argentina, lo único que se debate en el país es la dolarización propuesta por Javier Milei. Aunque la idea entusiasma a buena parte del electorado, harto de la inflación y la licuación de salarios y jubilaciones, la política tradicional se resiste a la idea. Pero el nivel de las críticas no está del todo a la altura de las circunstancias.
Seguramente, los argumentos más infundados salen de la boca del precandidato a presidente radical de Juntos por el Cambio, Facundo Manes. Sin ningún tipo de fundamento, el neurólogo y diputado dijo no hace mucho que, si Argentina dolariza, el país iba a comenzar a sufrir una inflación en dólares. Sin repreguntas ni cuestionamientos por parte de los periodistas que dialogan con él, en algunos casos por ignorancia y otros por interés, Manes sigue haciendo gala de una ignorancia supina en materia económica. Claro que esto no le impide seguir hablando y opinando del asunto impunemente.
Desde sus redes sociales, ahora el médico y político insiste con la cuestión argumentando que una dolarización “pulverizará los salarios y aumentará los privilegios”. Detrás de esta asociación entre el cierre del banco central y la disminución de los salarios no hay otra cosa que la delirante relación entre salarios altos y la máquina de imprimir pesos. Luego del desastroso desempeño del monopolio monetario argentino, en todo caso la cuestión es al revés.
Como bien explicó en varias oportunidades Alberto Benegas Lynch (h), el nivel de los salarios no depende de otra cosa que no sean las tasas de capitalización que tienen las economías. Si un país recibe e incrementa su nivel de capital, los salarios inevitablemente tenderán al alza. Si por la insistencia con las políticas dirigistas se expulsa y se pulveriza el capital, las tasas de capitalización caerán y con ellas los salarios.
Con sus ejemplos siempre claros, en una de sus más populares presentaciones Benegas Lynch (h) hace referencia a la diferencia entre un agricultor indio y un alemán. La diferencia entre el sacrificado hombre que trabaja la tierra con sus manos, con su colega europeo que se desempeña cómodamente un moderno tractor y cuenta con mejores salarios, tiene una sola explicación: la tasa de capitalización entre un país y otro.
Lógicamente que librar a los argentinos de su nefasto banco central no será garantía necesaria de incremento del poder adquisitivo de los salarios. Sí lo es de la culminación del impuesto inflacionario confiscador, que a esta altura es el más grave y dañino que sufre el país. Una vez logrado este objetivo, es necesario generar previsibilidad y reglas de juego claras, apertura al comercio, incrementar el respeto a la propiedad privada y generar un ambiente propicio a la inversión. Con esas dos caras de la moneda, el éxito (sobre todo teniendo en cuenta la potencialidad argentina) está garantizado.
Lo curioso es que los políticos que más se niegan a una reforma como esta son los que más distantes están de los otros cambios de fondo que el país tanto necesita.
No hay comentarios:
Publicar un comentario