Predecible: la cafetería anticapitalista quebró y tuvo que cerrar sus puertas
Estaba en Toronto y ofrecía sus productos con la premisa marxista "de cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades". Terminó en la ruina.
Ya estaba mal planteado desde el nombre. Lo habían bautizado “El anarquista”, pero lo cierto es que el anarquismo de izquierda es una contradicción en términos. Aunque tuvo más fama hasta ahora que el anarcocapitalismo, el anarcosocialismo no resiste ni siquiera el más mínimo análisis teórico. Si eliminamos la autoridad, en nombre del anarquismo, ¿qué haríamos cuando surjan los primeros intercambios que generen diferencias patrimoniales, luego de la “repartija igualitaria? Si las reprimimos en nombre del socialismo, aniquilamos el carácter “anarco”. Si las permitimos, se terminó con el socialismo igualitario.
Sin embargo, hay socialistas que sueñan con su utopía delirante del anarquismo igualitario. En Toronto, Canadá, el bar que hacía gala de esta ideología terminó en la ruina y tuvo que cerrar sus puertas. Claro que el emprendimiento es absolutamente compatible con el liberalismo de mercado. Su expropietario, aunque reniegue del rol, tenía todo el derecho del mundo en tirar su dinero en una aventura condenada desde el día uno. Sin embargo, Gabriel Sims-Fewer dice que no se arrepiente.
“The Anarchist ha sido un gran éxito en todos los sentidos. Me ha dado tanta inspiración y educación que planeo utilizarla en proyectos futuros. ¡Estén atentos a la página de Instagram para ver qué termino haciendo!”, indicó, anunciando las próximas novedades de su red capitalista. A pesar del quebranto, el emprendedor anarcosocialista dice que logró generar un debate que necesitaba, aumentando la presión arterial de los conservadores. Lo cierto es que no hizo otra cosa que sus críticos se terminen muriendo de risa del fracaso anunciado.
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El anarquista planteaba la vieja premisa “de cada cual según sus capacidades y a cada cual según sus necesidades”. Es decir, si alguien podía pagar por su café lo hacía. Incluso si podía pagar más por el mismo, también podría hacerlo. Sims-Fewer pensó que estos aportes extraordinarios, que desconocen el sistema de precios, serían los suficientes como para subsidiar a las personas que podían pagar menos por los productos e incluso a los que no podrían abonar absolutamente nada.
Este emprendimiento comenzó con cierta fama en los medios locales y mucha expectativa de los socialistas de Toronto. Sin embargo, ni siquiera cuidaron el “negocio” como para que funcione el microclima anticapitalista. A principios de la temporada baja, El anarquista tuvo que reconocer su quiebra y cerró sus puertas. No había otro final posible para la historia.
A pesar de ser absolutamente inaplicable como modelo económico, este bar podría haber seguido funcionando con los aportes voluntarios de los anarquistas de izquierda de alrededores. Pero, preocupados por su propios intereses como el resto de los burgueses egoístas, lo dejaron caer. Hubiera sido sencillo mantener el bar como ejemplo de éxito en el mundo, aunque sea ínfimo. Ni para esto sirve el socialismo y los socialistas.
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