De la euforia a la realidad
Con unas elecciones generales a las puertas, el 23 de julio, y tras una larga legislatura, quizá se haya perdido mucho tiempo, seguramente no se ha sido lo pragmático que los españoles necesitan, pero es necesario hablar a los españoles, explicar a los españoles, que hoy en día, sólo hay dos tipos de políticas: las que tratan de imponer su bandera climática y su bandera de género o las políticas que defienden la bandera de los Estados nación. Nada de euforia, la realidad nos dice que queda mucho trabajo por delante.
¡¡Hay que echar a PEDRO SANCHEZ!!, ¿Cuántas veces hemos escuchado esa expresión? Y lo que es peor, aún la seguimos escuchando, después de ver todo lo que ha ocurrido desde las pasadas elecciones municipales y regionales en España, y con el horizonte puesto en las próximas elecciones generales, el 23 de julio.
En primer lugar, desde luego que hay que echar a Pedro Sánchez y a todo su gobierno socialista comunista, ¿pero en suficiente? Definitivamente no. Ahí se encuentra el punto de inflexión de la euforia, vendida por los medios de comunicación generalistas tras los resultados del pasado 23J, y la realidad que estamos viviendo tras esos resultados electorales.
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Los resultados reflejaron, que, a pesar de todas las tropelías, a pesar de no cumplir nada de lo prometido, es más, después de hacer justo lo contrario de lo prometido, a pesar de los estados de alarma inconstitucionales, a pesar de conseguir que los españoles seamos los que más poder adquisitivo hayamos perdido de la OCDE, a pesar de convertir a España en el país con la mayor tasa de paro de Europa, a pesar de ser el país que peor gestionó el COVID-19, a pesar implementar a marchas forzadas una agenda 2030 que está destruyendo nuestro tejido productivo, a pesar de los muchos pesares, el Partido Socialista, a nivel municipal, contó con casi 6.300.000 votos, perdiendo sólo 406.646 votos.
El mapa nos lo pintaron de azul con apenas 700.000 votos de diferencia entre el Partido Socialista y el Partido Popular, y desde luego, un pequeño detalle: el Partido Popular necesitaría de VOX para poder gobernar.
Nos dijeron que era importante echar a Pedro Sánchez, y lo creemos, pero tras ese mapa de España pintado de azul, por los medios de comunicación generalistas, faltaba lo más importante, un pacto entre Partido Popular y VOX. Se había vendido la piel del oso antes de cazarlo, o quizá nos habían vendido una moto, vendida desde hace 44 años, al decirnos que el Partido Popular representaba a la derecha en España, dando por hecho, que el Partido Popular y VOX son lo mismo o representan lo mismo. La respuesta es no.
Tengo amigos en Hispanoamérica que se alegraban del despertar de los españoles, pero nada más lejos de la realidad. Y les hice saber, y os lo hago saber.
Seguramente, el Partido Popular tiene la etiqueta de derechas porque siempre ha sido el otro partido político que formaba parte del bipartidismo, y como el partido socialista se autoproclamaba de izquierdas, pues por un mero ejercicio de diferenciación se le otorgó el papel de derechas. Quizá porque su mensaje, que no los hechos, era diferente al del Partido Socialista en relación al aborto, en relación a la historia de España, o en materia fiscal.
El paso del tiempo y la necesidad imperiosa de implantar la agenda 2030, ha ido quitando caretas y ha ido ubicando a cada quién en el espectro político. Un partido popular que trae a España la agenda 2030 y un partido socialista que la desarrolla, pero los españoles ni saben que hay detrás de la agenda 2030, ni ubican aún al partido popular donde corresponde, en el GLOBALISMO, en las políticas de izquierdas.
Por lo tanto, vemos un partido popular que dice echar a Pedro Sánchez, pero, por otro lado, su voluntad es dar continuidad a las políticas de Pedro Sánchez. No lo digo yo, que también, sino sus actos así lo dicen, en medidas o políticas relacionadas con el cambio climático, con la ideología de género, o con la memoria democrática.
Quizá, su diferencia estribe en un porcentaje más arriba o más abajo en materia fiscal.
Esa es la clave y esa es la discordia con VOX. Por tanto, ese es el engaño y lo que nadie nos ha contado antes y después de los resultados del 23J. Y así lo vemos en los pactos o posibles pactos regionales.
Veamos, ¿Qué ha pasado en la comunidad autónoma de CANTABRÍA? Resulta curioso presentarse a unas elecciones para dar un cambio de rumbo y pactar ese cambio de rumbo, o recibir el apoyo para ese cambio de rumbo, de aquellos cuyas políticas quieres erradicar.
¿contradictorio? Desde un punto de vista moral, de dignidad o desde un punto del punto de vista del ciudadano desde luego, pero desde el punto de vista del Partido Popular, no. Y no, porque es más lo que le separa de las políticas de VOX, que lo que les separa de las políticas del Partido regionalista de Cantabria.
¿Qué ha pasado en la Comunidad autónoma de Valencia? Se alcanzó un pacto con VOX, pero tras exigir la cabeza del líder de la lista de VOX, para, previsiblemente, posteriormente no cruzar esas líneas rojas que el partido popular se ha marcado, o, mejor dicho, líneas rojas que el globalismo se ha marcado, como son el cambio climático, ideología de género, o memoria democrática.
¿Contradictorio? Pues para este viaje no hacían falta tantas alforjas. VOX llegó a la política para hacer políticas diferentes al bipartidismo, políticas que pongan a los españoles por delante de todo, y no para maquillar, permitir o dar continuidad a las políticas globalistas. Humildemente me pregunto a qué nivel de acuerdo o compromiso se puede llegar con alguien que no quiere pasar sus líneas rojas, que son el ADN, que son las banderas de las políticas que VOX representa y que defiende para España.
Pero, ¿Qué ha pasado en la Comunidad autónoma de Baleares?. Algo similar a lo que ha pasado o puede pasar en la Comunidad autónoma de Aragón. Ni más ni menos que presidir un órgano o institución como la Mesa del Parlamento balear o la presidencia del Parlamento de Aragón, no conformando un gobierno de coalición y lo que resulta más gravoso, no comprometiendo desde dentro un cambio de las políticas.
Quizá, lo más coherente con la diferencia entre las políticas del Partido Popular y VOX, sea lo ocurrido en Extremadura, por muy mediático que esté resultando. De hecho, sabemos que el agua y el aceite no se pueden mezclar, por lo que la realidad nos dice que los extremeños no verán un cambio de las políticas sufridas desde hace más de 40 años. La candidata del Partido Popular, María Guardiola, hará lo necesario para no pactar con VOX, desde apoyar al socialista Fernández Vara, que ha gobernado Extremadura durante más de 40 años, directamente en la sesión de investidura o indirectamente mediante la convocatoria de otras elecciones. Y es que no nos engañemos, María Guardiola, antes de pactar con VOX, pactaría con Bildu, los herederos de la banda terrorista ETA.
Y, por tanto, resulta igualmente coherente la posición defendida por VOX en la Comunidad Autónoma de Murcia. Sin seguridad de cambio de políticas, sin entrar en el gobierno regional para poder cambiar las políticas de Pedro Sánchez, no hay acuerdo.
Y es que, en España queda por delante un largo trabajo didáctico de hacer ver a los españoles, que sólo hay dos tipos de políticas: las globalistas o aquellas que apuestan por la soberanía nacional.
Por lo tanto, vemos que no hay mucho de verdad en eso de echar a Pedro Sánchez. Quizá, sólo un quítate tú, para ponerme yo.
España necesita hacer borrón y cuenta nueva, necesita eliminar las políticas de Sánchez y volver a empezar.
Y es que, por mucha euforia que nos quieren y han querido vender, la realidad siempre se impone: el agua y aceite no se pueden mezclar.
Con unas elecciones generales a las puertas, el 23 de julio, y tras una larga legislatura, quizá se haya perdido mucho tiempo, seguramente no se ha sido lo pragmático que los españoles necesitan, pero es necesario hablar a los españoles, explicar a los españoles, que hoy en día, sólo hay dos tipos de políticas: las que tratan de imponer su bandera climática y su bandera de género o las políticas que defienden la bandera de los Estados nación.
Nada de euforia, la realidad nos dice que queda mucho trabajo por delante.
La pregunta es ¿estamos preparados?, ¿están preparados? De momento, no lo parece.
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