HISTORIA DE CUBA
El cabaret Sans Souci en las noches de la República
Por aquel escenario pasaron cantantes de la talla de Celia Cruz o el Cuarteto Las D’Aida.
El primero de enero de 1959, a pocas horas de la huida de Fulgencio Batista, hordas de salvajes penetraron en el famoso cabaret Sans Souci, en La Habana, y destruyeron todo el local y el casino contiguo. En la misma primera jornada del triunfo de la “Revolución” desaparecía el lugar que fue, durante mucho tiempo, emblema de las noches habaneras.
Fundado poco después de finalizada la Primera Guerra Mundial, en la zona periférica de Arroyo Arenas, fue durante mucho tiempo el máximo competidor de Tropicana. El Sans Souci debe su nombre (aunque con otra grafía) al lujoso palacio de verano de Federico II el Grande, rey de Prusia.
El gallego Arsenio Mariño fue el primero de sus dueños. Estuvo a cargo del local hasta 1930, cuando vendió su parte del negocio y se marchó a una gira por Sudamérica con Las hermanas Pfarry, pues era esposo de una de ellas y representante del dúo.
El nombre de los otros propietarios se ha perdido en el tiempo. Sobrevive la anécdota que ubica al gánster Norman Rothman como administrador del cabaret durante un corto periodo en la década del cuarenta, momento en el que el lugar pasó a manos de la mafia estadounidense.
Hacia 1955 otro mafioso, Lefty Clark, quien regía los mejores cabarets de la Florida, se hizo con el dominio del Sans Souci. Clark gastó alrededor de un millón de dólares en la remodelación del edificio, que sumó otro salón y una arquitectura semejante a la de una villa española dieciochesca; revistieron paredes e instalaron varias máquinas de juegos y mobiliario de casino.
Después de remozado, el local tenía capacidad para más de 1000 visitantes, casi lo mismo que su competencia, Tropicana. Los salones de juego tenían mesas de black-jack, ruleta, craps y otros pasatiempos lúdicos. Fue tanto el esplendor de las nuevas instalaciones, que fue elegido como el tercer cabaret de Cuba por la selección Cabaret Guide Habana 1956.
Grandes figuras de la música y el espectáculo pasaron por el Sans Souci. Allí estableció su reino el famoso coreógrafo Roderico Rodney Neyra y más tarde Alberto Alonso, cuyo show Bamba Iroko Bamba costaba a los dueños del cabaret alrededor de 25 000 pesos semanales, el más caro de la época.
Por aquel escenario pasaron cantantes de la talla de Celia Cruz o el Cuarteto Las D’Aida. También artistas extranjeros reconocidos, como la francesa Edith Piaf, y otros grandes nombres del espectáculo, dígase Cab Calloway, Dorothy Dandridge. Incluso Marlon Brando asistió al show durante su visita a La Habana.
En la última noche del Sans Souci, el 31 de diciembre de 1958, cantaron Las D’Aida y se presentó el espectáculo Sabor y souvenir de Haití, a cargo del coreógrafo Víctor Álvarez. Aquellos artistas fueron los últimos en ocupar la escena de uno de lugares más exclusivos de La Habana.
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