En el último mes y medio, se han decomisado en tres operativos distintos 4.800 kilos de cocaína camuflados en contenedores de banano ecuatoriano. Toda esa fruta iba a pasar o pasó por el puerto de Guayaquil, el más importante del país.
El banano es la fruta ícono de Ecuador, que se ha convertido en los últimos 50 años en el primer exportador mundial de este producto. Quizás por esta razón, el narcotráfico ha puesto los ojos en su exportación como medio para esconder envíos de droga, convirtiéndose en una verdadera plaga para los productores y exportadores, que han visto como la seguridad de los envíos se ha visto vulnerada.
Esta semana publicamos una investigación de Alina Manrique para TC Televisión y CONNECTAS que revela que las vulnerabilidades del sistema Unibanano —que debería regular la exportación de la fruta—, y en general, de los protocolos del Ministerio de Agricultura, de la Policía Antinarcóticos y de los operadores de justicia fomentan la exportación de droga desde el Ecuador en cargamentos de banano.
En los 326 decomisos de droga en carga de banano en los últimos cinco años, las autoridades detectaron a 127 empresas responsables, 60 de las cuales son reincidentes en el hallazgo del alcaloide en envíos de la fruta. Y para peor, hay más de una decena de compañías que mantienen sus cupos de exportación pese a que se les ha hallado droga en sus mercancías.
Por otra parte, en el Tenemos Que Hablar de esta semana nuestro editor Cristian Ascencio analiza el fenómeno de los nómades digitales que se están instalando en muchas ciudades de América Latina, con consecuencias imprevisibles.
Cancún, Medellín, Cuenca, Buenos Aires o la Ciudad de México se han vuelto destinos recurrentes de este tipo de trabajadores. Se trata de personas que trabajan por Internet desde un destino generalmente turístico, aprovechando los mejores precios y las múltiples ventajas de esos lugares.
En su mayoría tienen entre 30 y 40 años, suelen permanecer -en promedio- tres meses en un lugar y luego se mueven a otro destino. El problema es que casi no hay ciudades que regulen esta actividad, que provoca que se disparen los costos de vida y que los habitantes originales terminen teniendo que desplazarse de sus zonas de vivienda. Un fenómeno que se conoce como gentrificación y que, además de encarecer las propiedades, genera otras desigualdades que es necesario atender desde las políticas públicas. CONNECTAS, 26-6-2023 |
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