ARUBA ES UN DESTINO HOSTIL PARA NUESTROS MIGRANTES
Foto: Andrés Bernal Sánchez
Aruba es una pequeña isla de 180 km2
situada a unos 29 kilómetros (unas 18 millas marinas), de las costas de la Península
de Paraguaná, integrada en las Antillas Holandesas, pertenecientes a los Países
Bajos.
Fue hasta 1999 un destino turístico
preferido por los venezolanos prósperos y de la ya extinta clase media.
Por otro lado,
pescadores, comerciantes de fruta y productos frescos, y pequeños contrabandistas
cruzaban desde Punto Fijo, Estado Falcón, hasta sus costas cotidianamente, en
busca de clientes para sus mercancías.
Sin embargo la profunda crisis
política y económica en la que se sumió Venezuela, agravada sobre todo a partir
de las protestas contra el ascenso de Nicolás Maduro a la presidencia de la
República, en 2014, extinguió ese flujo completamente.
Un reportaje de Francesc Badia I
Dalmases y Andrés Bernal Sánchez, publicado el 4 de agosto de 2022 en openDemocracy reveló que el agravamiento
de la crisis venezolana a partir de esa fecha provocó un éxodo masivo y, según cifras
gubernamentales, supera ya los 6 millones de migrantes, que han buscado
refugio, sobre todo en las naciones hermanas de Latinoamérica. Los venezolanos
que llegaron a Aruba son relativamente pocos, pero fueron empujados por la
misma asfixia económica y política que todos los demás.
-Este es el caso –explicaron- de
Ronald Blanchard, vecino de Coro, capital del Estado Falcón, un especialista en
seguridad industrial que trabajó varios años en Petróleos de Venezuela S.A.
PDVSA, la petrolera estatal venezolana, que sigue siendo la principal industria
de un país sentado encima de la mayor reserva de petróleo conocida en el mundo.
PDVSA vivió varias crisis de manejo, acabó en manos de militares, sufrió un
rápido deterioro, vivió huelgas y represión, y despidió a miles de trabajadores
en sucesivas oleadas, algunas de ellas motivadas políticamente.
Luego indicaron:
-Los venezolanos que migraron a
Aruba son relativamente pocos, pero fueron empujados por la misma asfixia
económica y política que todos los demás
Con la profundización de la crisis,
la capacidad adquisitiva de los sueldos cayó en picado. La hiperinflación tuvo
consecuencias desastrosas y Ronald Blanchard perdió su empleo. Como
especialista en seguridad industrial, Ronald abrió entonces su propia empresa
de servicios, pero el deterioro imparable de la economía hizo que la iniciativa
fracasara rápidamente y, tras atravesar, como la mayoría de sus conciudadanos,
una situación escasez insoportable y gran penuria que puso en jaque a su
familia, decidió emigrar.
En noviembre de 2018, eligiendo el
destino de Aruba, viajó a través del aeropuerto de Riohacha, en la vecina
Guajira colombiana, puesto que ya entonces la frontera entre Venezuela y la
isla estaba cerrada.
Muchos de sus compañeros de
migración, sin embargo, no tuvieron la suerte o los medios para conseguir un
pasaje de avión y decidieron llegar a Aruba por vía marítima. Esta es una ruta
que, sobre el papel, es corta, y teóricamente se puede recorrer en 4 o 5 horas,
pero está llena de peligros.
Posteriormente apuntaron:
-Como en el Estado Falcón o en la
Guajira, el viento sopla de manera constante e ininterrumpida, provocando
oleaje permanente. La corriente del canal que separa a la isla del continente
es poderosa, y a veces invencible para los motores fuera borda de baja potencia
que a menudo utilizan los traficantes.
Como cuenta Alex Medina, compañero
de Ronald y originario, como él, del Estado Falcón, un viaje que sobre el papel
puede hacerse en pocas horas, a menudo se convierte en una odisea que puede
resultar mortal. Alex conocía la travesía porque en los buenos tiempos, cuando
Venezuela era un país próspero, había comerciado con la isla vendiendo pescado
y fruta. Cuando la situación se deterioró, decidió migrar a Aruba, donde estuvo
un tiempo como ilegal hasta que las autoridades lo detuvieron y lo deportaron
sin contemplaciones de vuelta a Venezuela.
La amenaza de la detención y de la
deportación es una realidad cotidiana para los migrantes en Aruba. Algunos, con
causas de persecución política, optan por solicitar asilo, lo cual es un
derecho humano que las autoridades sin embargo conceden con cuentagotas, y que
caso de lograrse no es garantía de supervivencia puesto que a los asilados se
les impide obtener un permiso de trabajo, lo que les obliga a entrar en el
mercado irregular y a protegerse en el anonimato, buscando la invisibilidad.
El mismo tema fue analizado por el
periodista Javier Ignacio Mayorca en Crónicas del Caribe y citado por el
portal Costa del Sol, en su edición
del 23 de junio de 2023, señalando que se manejan dos cifras, las del Censo de
Aruba 2020, que registró 6.291
venezolanos, y la de ACNUR, que estima 16.800.
Por otro lado, la experta Rina
Mazuer, investigadora asociada del Observatorio Venezolano de Migración de la
Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), señaló
que los migrantes no dan toda la información requerida por temor a sanciones
como la deportación.
También reveló que antes de la
crisis humanitaria los venezolanos iban a Aruba con propósito netamente
turístico, y aunque algunos viajeros se quedaban allí, se trataba de personas
que tenían cierto poder adquisitivo.
De igual modo explicó que los turistas no eran cargas para los sistemas
de educación y salud (…) Pero ahora estos destinos turísticos efectivamente son
escogidos por los venezolanos que quieren emigrar.
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