OPRESIÓN
Rodulfo González
El oprimido,
al perder el miedo y
el terror,
gritó a los cuatro
vientos:
¡Soy libre!
Y recobró las calles.
Y expresó su ira.
Y tembló el dictador.
Y vomitaron las armas
su fuego de muerte.
Y el asfaltó se tiñó
de rojo
con la sangre del
pueblo.
Y continuó la lucha
en una guerra
asimétrica:
Balas asesinas contra
pancartas,
un papagayo, voces de
protestas,
pechos como escudos.
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